@angellobarahona

Esta columna tenía dos claras favoritas para el concurso que elige a la representante nacional al Miss Universo:

Silvia Alejandro Argudo, barbie manabita, y Carla Prado Thoret, una bella peninsular, hija de guayacos. Ganó la primera, y una palabra mal pronunciada tumbó a Prado a un tercer puesto. Cualquiera de las dos mencionadas dan la talla para un concurso de belleza global en donde predominan la astucia bien entendida, la belleza fitness, y el tener mundo, garbo y ángel televisivo. Eso son los ítems que te convierten en gran favorita. De las 5 que escogen los jueces como finalistas de Miss Universo, cualquiera puede ganar, el diferenciado que te catapulta es la respuesta que das en la rueda de preguntas finales.

Miss Ecuador (la transmisión televisada del pasado sábado 15) tuvo inicios mal ejecutados. Movimientos de cámaras bruscos, poca expectativa. Deberían leer los tuits de una productora de programa matinal de la competencia, fue demoledora. Yo seré más perdona-vidas. ¿Podré?

Sí. Porque también hay puntos a favor. Roberto Angelelli fue el alma de la velada, conductor de verdad. Es complejo presentar un Miss Ecuador, es como un Miss Universo o Venezuela. Tienes que ser menos formal, a la vez divertido y conectarte con 3 frentes:  el uno, las candidatas; el otro, el público presente en el  teatro que puede oscilar entre agresivo e impaciente. Y además tienes a los millones de televidentes que te analizan cada poro. Difícil jornada para Roberto que lo hizo casi perfecto. Debería ser desde este año el animador oficial. Su compañera en escena, linda, menos rígida que Jennifer Pazmiño.

La escenografía...(???) Nada supera el Miss Universo de Quito en el 2004. De la led y las escalinatas no pasan. El nivel de las candidatas fue mejor que el año anterior, en donde Constanza estaba sola y era ella o ella.

Ningún artista invitado internacional y la ausencia no se notó. De entre los nacionales, Daniel Cañizares con un buen tema y una pésima coreografía.

Conmovedor el acto de despedida de Constanza Báez. Pero algo más de elementos de show TV (cambio escenográfico, juego de luces, niños agitando banderitas...) habrían contribuido a que el evento salga enriquecido y el público se pegue a la pantalla.

Los jueces, bien escogidos. Los bailarines y coreografía, bien, bailaron ecuatorianos al menos...

El desenvolvimiento de las candidatas en la escena: Insuperable, cual gacelas, gracias a un asesor venezolano experto en pasarela de modelos y reinas. ¡No más improvisación!  

Un teatro semivacío. Eso en preproducción se solucionaría. No cuesta mucho.

El momento crucial de la elección fue una vez más confuso. Es un tema de dirección de cámaras, dicen el nombre de la ganadora, pero la cámara enfoca a la que se ubica en segundo lugar, en este caso Inés Panchano. Mientras la nueva reina estaba a la espera de que el mundo la mire y aplauda. Por lo demás excelente la elección. Ma. del Carmen de Aguayo (directora del evento) puede estar tranquila, el nombre del Ecuador en el evento universal sonará fuerte. Me atrevo a decir que no es exagerado soñar que la nueva Miss Universo bien podría ser esta manabita, quien estudia en el exterior, que es modelo fitness, inteligente, algo fría y distante, pero mujer de principios, de mundo, con ángel y garbo. Y ganas de agarrar el cielo con las manos.