Los privados de libertad, en Guayaquil, fabricarán 5 mil señales viales por semana
El taller de metalmecánica El forjador no es como otros. La estructura se levanta junto a los pabellones de mínima seguridad donde habitan más de 1.200 personas privadas de la libertad del Centro de Rehabilitación Social (CRS) Regional, en Guayaquil.
A la entrada del galpón de 24 x 18 metros cuadrados hay 2 escáneres de rayos X que chillan y proyectan luces rojas cuando pasan objetos prohibidos. Dentro de las paredes pintadas de celeste, trabajan los internos, todos uniformados con un pantalón y camisa de jean con franjas reflectivas.
La infraestructura está dividida en 2 por una cerca de rejas. En el lado derecho se almacenan docenas de láminas de aluminio y otros instrumentos, el otro espacio es el área de trabajo. En el piso de cemento, liso y reluciente, hay líneas blancas que demarcan el área para caminar con seguridad, lejos de las máquinas en las que se corta, dobla o se pule el metal.
En este taller, las personas privados de la libertad (PPL) elaborarán 40 mil señales de tránsito que serán ubicadas en las carreteras de Ecuador, tras un convenio de los ministerios de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, y de Transporte y Obras Públicas. La primera entrega será de 25 mil rótulos, la fecha aún no se precisa, pues los internos están en un proceso de capacitación intensiva para cumplir la Norma Técnica Ecuatoriana INEN en la que se especifican dimensiones, colores, formas, tipo de letras, etc.
Eduardo P. tiene 41 años y fue encarcelado por el delito de narcotráfico, “pero eso ya pasó”. Es un hombre alto y fornido, de piel tostada, cabello corto ensortijado y de hablar firme. Hace 4 años perdió su libertad y nunca imaginó que encerrado, trabajaría, lo que nunca hizo en la calle.
El interno descansa su cuerpo en el enrejado que divide el taller. Inclina su rostro mirando sus zapatos negros como los que usan todos y evita llorar mientras cuenta que dentro de la cárcel conoció a Dios. Desde ahí siente que recuperó su vida y además su identidad, pues en el mundo delictivo era conocido como ‘El mocho’ por una atrofia en que sufrió en su mano derecha tras un accidente cuando tenía 12 años. “Aprendo de cada área y quiero ser útil en todo. Corto, pego, limpio. La cárcel ha cambiado, pero hay muchos que no se reforman. Quieren vivir en la misma miseria”.
Jimmy cumplirá 41 años de edad el 16 de septiembre. A los 16 años soldaba en un taller cercano a su vivienda. Pero “cuando me comprometí me dediqué a andar por el mal camino y este es el precio. Lo bueno es que tengo la oportunidad de cambiar”.
Proceso de selección
El padre de 3 hijos ha pasado 4 cumpleaños lejos de ellos, luego de que lo arrestaran por un robo. “Antes estaba en la Penitenciaría y trabajaba en el área de mantenimiento. Eso me ayudó en la evaluación que nos hicieron”.
El hombre se refiere al análisis al que fueron sometidos para integrar el equipo que fabricará las señales de tránsito.
Luis Vera Fernández, director de la etapa de mínima seguridad, explica que los privados de libertad pasaron por pruebas psicológicas, de conducta, verificación de estudios dentro de la cárcel y el nivel de conocimientos en metalmecánica. “Al momento tenemos 60 privados de la libertad del área de mínima seguridad. También instruimos a los internos de los pabellones de mediana seguridad y atención prioritaria. A los de máxima seguridad no se los incluirá hasta que cumplan el eje de tratamiento psicológico por el uso de herramientas que puedan utilizarlas como armas”.
Producción semanal
Un total de 5 mil rótulos se fabricarán semanalmente. Los PPL serán remunerados por el trabajo que realizarán en turnos rotativos. “Más allá del amor al dinero, están los beneficios que pueden obtener por su interés de rehabilitarse”.
Fernández señala que los internos tienen experiencia en elaborar los rótulos, pues fabricaron los letreros del Centro de Rehabilitación y también los que estaban instalados cuando la máxima autoridad de la Iglesia católica, el papa Francisco, visitó Guayaquil. También confeccionaron las placas para indicar los sitios seguros, los de alta peligrosidad, los albergues, hospitales y refugios tras el terremoto del 16 de abril.
¿Cómo es el proceso?
Carlos Monserrate, jefe del taller, explica que el trabajo empieza en una habitación —al fondo del galpón— climatizada y térmicamente sellada, con paredes oscuras y poca luz, donde están almacenados los rollos de vinil donados por la empresa privada 3M. Frente a una computadora está Leonardo, un joven de anteojos grandes, más conocido como ‘Pollito’.
Él se encarga de los diseños. Junto a su escritorio está el plotter de corte (como una impresora gigante), que dibuja los moldes en las láminas con las especificaciones ingresadas en el ordenador. “Estudiaba diseño en la universidad, me faltaban 3 años y por un error caí detenido. Vengo a aplicar la materia acá, porque afuera no lo hice.
Me siento bien, porque sé que confían en mí, pero no me gusta que aparezca mi nombre en nada, porque la sociedad aún rechaza a las personas que están en una cárcel. Lo importante es ser productivo y en algún momento, cuando salga, veré un letrero y recordaré con orgullo: nosotros hicimos eso en la (cárcel) Regional”.
Monserrate sale del habitáculo de diseño al área operativa, donde la temperatura depende del ambiente exterior, es decir, caliente en ocasiones, y explica que hay 3 máquinas cortadoras de láminas una de pedal y 2 de guillotina. “En la primera se realiza el corte, en la segunda se le da forma y en la tercera se efectúan los trazos más exactos para la figura final”.
Luego, con el esmeril, se pulen las puntas y, posteriormente, pasa al área donde se pega la primera hoja que puede o no ser reflectiva y queda en el fondo, dependiendo de la señalética. Ahí trabaja ‘Enrique’, quien nunca había laborado en oficios similares. “Esto es un trabajo en equipo, porque si alguien se equivoca todo regresa a cero”.
De ahí pasa por una laminadora en frío para que el vinil se adhiera y se saca el excedente. En las últimas mesas se pega el último arte en la placa, por ejemplo las letras: Pare. Finalmente se limpia, embala y se entrega al cliente. “La meta es producir una señal cada 10 minutos, desde que empieza el primer corte. En todo el proceso para un rótulo se necesitan 2 personas”.
Contribución de empresas
Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, destaca que “el éxito del sistema penitenciario y la efectiva rehabilitación de las PPL no solo es responsabilidad del Estado, es necesaria la contribución de la empresa pública y privada, además del compromiso de cada interno y familiares. La verdadera rehabilitación fortalece la seguridad ciudadana”.
Al final de la jornada, los internos dejan sus uniformes y pasan por filtros de seguridad, entre esos un cacheo manual. Todo es monitoreado desde el edificio administrativo donde —en decenas de televisores— se proyectan las imágenes captadas por las cámaras de seguridad. (I)