Inés no visitará a su hijo durante un mes con tal de que se recupere de la adicción
Inés parece ansiosa, preocupada y a la vez feliz. Su hijo, de 25 años de edad, está privado de la libertad desde hace dos meses por un delito que prefiere no traer a su mente y esta semana pasará al pabellón 7. Esta edificación es estructuralmente idéntica a las otras 12 secciones de la renovada cárcel, antigua Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil. La misma forma, espacio y colores, con similar capacidad, pero el tratamiento es especial.
Los 275 internos que tienen un consumo problemático de drogas ocuparán las 100 celdas de unos tres por cuatro metros de dimensión cada una con un tragaluz asegurado con barrotes negros (distribuidas en cuatro alas y en dos plantas). Los habitáculos están constituidos por dos literas, barras de cemento que funcionan como mesas y un baño. Todo está limpio y como nuevo para recibir a los internos.
La mayoría de afectados por las sustancias accede a este régimen voluntariamente, pero otros son llevados por la emergencia de sus casos, pues ya no tienen fuerzas para salir de sus celdas, ni siquiera para incorporarse de sus camas. En todos los casos, los familiares conocen del traslado y firman un acta de compromiso.
Fases de tratamiento
Inés llegó sola -su hijo aún está en otro pabellón- y fue una de las primeras en signar el documento, en el que se detallan las fases del tratamiento: desintoxicación y deshabituación. La primera fase es la más compleja, pues se presenta el síndrome de abstinencia, durante unos 15 días o hasta un mes, según el nivel de adicción de cada uno. Los internos no pueden recibir visitas, ni dedicarse a ninguna actividad educativa, laboral o recreativa.
La fase dos se extiende por unos seis meses. Esta incluye un tratamiento terapéutico individualizado y asistencia a jornadas de estudio o de desarrollo de otras habilidades.
Angélica, quien coloreó su rostro en tonos naturales y vistió un jean y una blusa rosada, asistió a la reinauguración del pabellón. Será difícil no ver a su hermano por un tiempo. “Se me salen las lágrimas solo de pensarlo, pero hay que aprovechar esta oportunidad porque afuera los tratamientos son muy costosos. Mi ñaño conoció las drogas en la calle hace unos 12 años y aunque lo ingresamos en clínicas nunca mejoró, todo es voluntario y ahora está decidido a cambiar por sus hijos, su mujer y su familia”.
Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, dijo que en Guayas hay aproximadamente 2.500 presos por delitos relacionados con el microtráfico. “Son personas que han entrado con graves problemas de adicción y que han cometido delitos incluso bajo los efectos de la droga. Algunos llegan aquí al borde la muerte. La idea es sacarlos de esa cadena”.
El programa establece un aislamiento para garantizar la desintoxicación porque “a veces los propios familiares vulneran los filtros de seguridad, pues en su desesperación de no verlos afectados por la abstinencia intentan darles droga”.
No es la primera vez que se instaura este tratamiento, pues a finales de 2015 hubo un plan piloto en el que se atendió a 260 reos. Luego del proceso, los internos son asignados a otros pabellones, pero se realiza un seguimiento de un año, para establecer si hay recaídas.
Mario se recuperó y ahora estudia
Mario estuvo en ese primer grupo y aunque por un momento pensó que nunca podría recuperarse ahora está becado para estudiar la carrera de Contabilidad y Auditoría en el penal.
Él fue invitado para explicar a los familiares su proceso. Comentó que su adicción inició cuando perdió su libertad y también a sus familiares. “Me decían que consumiera droga, que así los 16 años de sentencia -por un ilícito que prefirió no mencionar- pasarían más rápido”.
La primera vez que contaminó su cuerpo fue con la droga ‘h’, elaborada con residuos de heroína y otros químicos; sin embargo, probó otras sustancias como cocaína. El joven, de 28 años, perdió tanto peso que llegó a ser solo ‘hueso y pellejo’ y no podía hacer nada por sí solo. “Esto definitivamente es decisión personal, al igual que rechazar la droga cuando te la ofrecen por primera vez; siempre se van a aprovechar de los problemas que uno tiene para convencerte”.
Mario camina por el patio del pabellón donde se volvió una nueva persona. Ahí, en un espacio techado, conversó con los que sufrieron como él, vio cómo la apariencia cadavérica abandonó el cuerpo de sus amigos, cómo los alaridos por el dolor de huesos y el temblor por las ganas de consumir fueron reemplazados por risas y gritos de emoción al ver a sus familiares.
Personal para el tratamiento
Pía Manrique, coordinadora de Salud en el centro, precisó que para este pabellón fueron asignados cuatro médicos generales, seis psicólogos, enfermeras y auxiliares. “El cuidado es las 24 horas del día”.
Laureano Restrepo, viceministro del Ministerio de Salud Pública (MSP), añadió que uno de los problemas principales en los adictos es la desnutrición. “La debilidad es tal que no pueden levantarse, no tienen fuerza. Así que también habrá nutricionistas y se aportará con suplementos adicionales”.
Rodrigo Suárez, secretario técnico de drogas, destacó que aparte de este tratamiento se trabaja en un eje muy importante, la prevención. El funcionario resaltó que se realizan campañas en instituciones educativas y barrios, además de intervención de sectores donde el consumo y tráfico de drogas era crítico, para evitar que se repitan casos similares. (I)