En días pasados se firmó en Guayaquil, el Decreto Ejecutivo N° 915 del 16 de febrero de 2016, que en amparo de la Resolución de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas N° 68/237 del 23 de diciembre de 2013, declara como Política Nacional el cumplimiento de objetivos y metas del programa de actividades de la ONU en el Decenio Internacional para los Afrodescendientes, reconocimiento, justicia y desarrollo 2015-2024.
Queridos amigos y lectores, esta decisión me llena de regocijo, toda vez que al ser uno de los dignos representantes del pueblo afro de nuestra patria, testigo fiel de las inequidades y desigualdades que los grupos de minoría hemos sufrido no solo en Ecuador, sino en el mundo entero.
Ya sea, como un estudiante de Derecho, como presidente de la Asociación de Servidores Públicos de la Superintendencia de Compañías y Seguros, como presidente del Colegio de Abogados de esta cálida provincia y, recientemente, como presidente de la Federación Nacional de Abogados del Ecuador, he liderado la reivindicación de los derechos de nosotros, los ciudadanos de a pie, a fin de lograr no solo un trato justo e igualitario, sino por sobre todas las cosas un trato equitativo para todas y todos nuestros semejantes.
Por lo dicho, el 23 de diciembre de 2013, en que la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, declaró el Decenio Internacional para los Afrodescendientes, por el período comprendido desde el 1 de enero de 2015 hasta el 31 de diciembre de 2024, iniciamos de forma inmediata la implementación de cada uno de los objetivos de esta declaratoria, fortaleciendo el reconocimiento, justicia y desarrollo del pueblo afro, pero de forma muy particular, la aplicación de la justicia con énfasis particular en la situación particular de mujeres, niñas, niños y adolescentes en general.
Aplaudo la resolución adoptada por la Asamblea General de la ONU, así como la decisión de nuestro país de declarar los objetivos de este decenio como políticas de Estado, bajo la cual desde la promulgación de la Constitución de Montecristi que nosotros los descendientes afro y los descendientes de otras razas, comunidades o etnias hemos recibido palpables avances en el respeto de nuestros derechos y su igualdad social.
Por este pueblo que día a día nos presta las mayores enseñanzas de esfuerzo y constancia, que con sacrificio alcanza sus anhelos y añoranzas, no es otra cosa que la más clara muestra de la voluntad y de la capacidad de nuestra gente. Desde el bastión en que nos encontremos, no descansaremos en el fortalecimiento de nuestros conocimientos ni en la lucha por el respeto de nuestros derechos, por el tan anhelado estado de igualdad y equidad, en que brille la justicia social. ¡Juntos somos invencibles! (O)