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Sentenciado a pena de muerte se arrepintió de los crímenes cometidos
Yoo asesinó de forma despiadada a 100 prostitutas y ancianos
Yoo Young-Chul, conocido como ‘Yoo Young-Cheol’, quien nació el 18 de abril de 1970 en una familia de clase obrera en Waha, condado Gochang, fue el mayor asesino en serie de Corea del Sur.
Tras la separación de sus padres, Yoo fue a vivir con su abuela hasta los 6 años y luego se mudó a la casa de su progenitor en Seúl.
Yoo vivía con 2 hermanos y una hermana menor bajo la tutela de su madrastra, que los maltrataba, especialmente a la niña. Su hogar estaba ubicado en el distrito de Mapo, una zona pobre que carecía de electricidad y agua potable.
A los 8 años se escapó de la casa con su hermana y se fueron a vivir con su mamá, que habitaba en el mismo sector de Mapo.
Cuando era estudiante de primaria tuvo desagradables experiencias que contribuirían a la frustración por su pobreza y el resentimiento social que lo marcaron toda su vida.
Tras la muerte de su padre en un accidente de tránsito, Yoo, tratando en cierta medida de escapar de su dolor, focalizó sus energías en el estudio hasta convertirse en uno de los mejores estudiantes.
En la secundaria, atraído por las artes y la música, creó con sus amigos la banda musical Evergreen.
Inicio de carrera criminal
Al no conseguir su especialización en artes se conformó con una carrera técnica en 1987, lo que contribuyó a aumentar su frustración y sus resentimientos.
Además, incrementó la determinación de cometer el primero de sus robos en 1988, cuando se sustrajo una guitarra y una grabadora Sony de la casa de un vecino con posibilidades económicas. Pero esta acción le costó bastante, ya que lo atraparon, lo llevaron a un centro de detención juvenil y no pudo terminar la secundaria técnica…
Ya casado, el 23 de junio de 1993, Yoo volvió a cometer otro robo, por el cual fue a la cárcel. Después de 10 meses recuperó su libertad y se mantuvo limpio hasta finales de 1994 que se apropió de un auto y regresó a prisión.
Yoo, que sufría de epilepsia, siguió un tratamiento en un hospital siquiátrico por un trastorno maníaco depresivo. En 2000 violó a una menor, fue apresado y su esposa se divorció y se quedó con la custodia de su hijo.
En la cárcel estaba solo y amargado. Yoo había leído con gran atención un libro sobre la vida y los crímenes de Jeong Du-Young, asesino en serie que terminó con 9 personas adineradas en la provincia de Gyeongnam en junio de 1999 y abril de 2000. La lectura de los crímenes de Jeong fue un ingrediente clave que lo convirtió en un ser despiadado y brutal.
Para Yoo, los ricos valían lo que un perro y como perros merecían morir, porque consideraba que eran los grandes culpables de la miseria de los pobres, especialmente en la que él había nacido y crecido.
En 2003 recuperó la libertad, Yoo empezó su entrenamiento asesino apaleando perros callejeros, rompiéndoles las cabezas con un martillo, lo que después haría con sus víctimas humanas…
Crímenes de ancianos
A Yoo le gustaba matar en las mañanas, porque en Corea del Sur la gente mayor queda sola en casa. El 24 de septiembre de 2003 tomó un metro con destino a Apgujeong-dong, el distrito más adinerado de Seúl, donde no sería difícil encontrar una casa de ricos poco segura. Cuando la halló, entró y atacó a puñaladas a una pareja de ancianos.
El señor Lee, de 72 años, profesor honorario en la Sookmyung University, se convirtió en la primera víctima de quien sería el mayor asesino en serie en la historia de Corea del Sur. A la esposa (68 años) de Lee también le destrozó el cráneo con un martillo.
En este capítulo, Yoo terminó con la vida de una familia adinerada a punta de golpes y puñaladas. Preocupado por las posibles huellas que hubiera dejado en su último crimen se forjó un documento falso de policía y alquiló un departamento.
Muerte de prostitutas
En noviembre de 2003 llamó a un servicio de sexo y conoció a la Sra. Kim, con quien estableció una relación sentimental. Cuando le pidió matrimonio lo rechazó por su pasado criminal. Ese fue el inicio del odio por las “prostitutas”.
Para Yoo, si las chicas eran feas o viejas no servían: tenían que ser jóvenes y atractivas, tenía que representar a la Sra. Kim en cierta forma y medida. Ese tipo de mujer pasaría a ser el modelo de la víctima, ahora debían pagar las rameras.
El asesinato del 5 de marzo había salido a la perfección, constituyéndose por ello en el modelo que Yoo seguiría para su campaña en contra de las prostitutas. De ese modo, en 2004 y, entre abril y julio, cometió unos 100 crímenes en su apartamento de Mapo (en Seúl).
Uno de los últimos crímenes que cometió fue en julio 13. A la víctima, una escort (dama de compañía) de 27 años, la asesinó a martillazos, decapitó, descuartizó y enterró en un sitio cercano al templo Bongwon en Seodaemun-gu.
Captura
El jueves 15 de julio, Yoo fue arrestado por golpear a una prostituta en un motel del sureño barrio Yeoksam de Seúl. Los policías no sabían que tenían al asesino serial en sus manos, pero Yoo fue más astuto que ellos y fingió una pierna herida y ataques epilépticos para apelar a la compasión de los uniformados, y escapar en un descuido, pese a que estaba esposado.
Los proxenetas, preocupados por la desaparición de las prostitutas, le tendieron una trampa, ya que tenían el número del cliente frecuente del servicio sexual. La madrugada del viernes 16 de julio Yoo llamó a la agencia y le mandaron una mujer vieja y poco atractiva, sabiendo que la rechazaría y pediría una joven y de buen aspecto, tal y como sucedió entre la 01:00 y las 02:00.
A eso de las 04:00, los policías interceptaron a Yoo en un callejón y lo condujeron a la comisaría, donde confesó sus horrendos crímenes.
En apenas 10 días la Policía finalizó las investigaciones para entregar el caso a los fiscales, por lo que el lunes 26 de julio de 2004 Yoo fue transferido a la oficina del fiscal.
El 6 de septiembre apareció por primera vez ante el tribunal y, pese a que había dicho que no hablaría, admitió su culpabilidad, describió la forma en que desmembró a las víctimas y dijo que había matado a 2 personas más aparte de las que le imputaban.
El 25 de octubre, cuando Yoo entró a la sala del Tribunal de Distrito de Seúl, miró a los familiares de las víctimas y dijo: “Eran mujeres anormales, ellas merecían ser capturadas”.
El 29 de noviembre la Fiscalía pidió la pena de muerte para Yoo Young-Chul. Él solo profirió lo siguiente: “Mis acciones no pueden justificarse. Si viviésemos en una sociedad donde las personas como yo pudiesen vivir una buena vida, no habría otro Yoo. Estoy agradecido por la solicitud de pena de muerte de los fiscales. Estaré arrepentido de lo que he hecho hasta que muera”.