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El 'Sádico' secuestraba y mataba homosexuales

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Para la sociedad mexicana, el cabaret El Neón era un centro de diversión más en la zona rosa de la ciudad de México. Nadie sospechaba que el bar era el sitio que un asesino en serie había escogido para seleccionar, secuestrar y matar a homosexuales.

El 16 de diciembre de 2005, en la discoteca conocida también como ‘el cabaretito’, Raúl Osiel Marroquín Reyes conoció a su primera víctima, Víctor Ángel Iván Gutiérrez, en quien causó una atracción a primera vista.    

Marroquín abordó a Gutiérrez en el mostrador del bar y lo invitó a tomar una copa. Después de fingir que se interesaba sentimentalmente en su víctima, lo llevó hasta su departamento, supuestamente, para estar más cómodos.

Juan Enrique Madrid esperaba a Marroquín y su víctima, Víctor Ángel. En el interior del inmueble, ambos sometieron al hombre, lo amarraron, amordazaron y llamaron a su familia para exigirles dinero a fin de liberarlo.    

Los parientes de Gutiérrez consiguieron el dinero y lo entregaron a Marroquín. Sin embargo, fue asesinado y su cadáver abandonado en la delegación Venustiano Carranza.

Marroquín Reyes vino al mundo en 1981, en Tampico, Tamaulipas. Su infancia estuvo marcada por los maltratos que recibía de su padre, quien le inculcó el odio hacia los homosexuales. Estudió hasta el bachillerato en su ciudad, y posteriormente se enlistó en el ejército mexicano. En los cuatro años y siete meses de vida militar alcanzó el grado de sargento. Luego pidió la baja.

El camino de la delincuencia

Después de no hallar trabajo se dedicó al robo con violencia. En un asalto fue capturado por la Policía y pasó en la cárcel desde mayo de 2004 hasta agosto 2005.

Una vez que recuperó la libertad abandonó Tampico y se radicó en Ciudad de México, donde consiguió un departamento en Colonia Asturias, en la delegación Venustiano Carranza. Ahí empezó a frecuentar  la zona rosa, donde era abordado por jóvenes homosexuales.

En esos encuentros pensó en convertirse en un asesino serial, y sus víctimas serían los homosexuales.

Sus planes los conversó con Juan Enrique Madrid Manuel, quien le sugirió que no se limitara a matar sino que también secuestrara para obtener dinero.

El ‘mata homosexuales’ o el ‘Sádico’ era un tipo sin escrúpulos. En diciembre de 2005 conoció en un local de la zona rosa a Jonathan Razo y Armando Rivas, a quienes los llevó a un hotel, donde obtuvo información de su situación financiera. A los dos los invitó a su departamento.

Junto con su cómplice, Madrid, amordazó y amarró a las dos víctimas. Llamaron a sus familiares para que les entregaran dinero a fin de liberarlos. Pese a cobrar el rescate los asesinaron. Jonathan fue hallado en una funda de basura y Armando (estrangulado con una soga) fue abandonado en la estación del Metro Chabacano.

También asesinaron y descuartizaron a Ricardo López Hernández; lo guardaron en unas maletas y lo dejaron en el hotel Amazonas.

Marroquín guardaba las credenciales de elector de sus víctimas como trofeos. Pedía entre 15.000 y 120.000 pesos por cada secuestrado. Le gustaba el dinero, pero lo que más le atraía era plagiar, torturar, matar y descuartizar.

Una cámara de video, con la que grabó a sus víctimas, fue la prueba de sus múltiples crímenes.

Detención de Marroquín

El 30 de noviembre de 2005 se iniciaron las investigaciones que llevaron a la detención de Marroquín, con motivo de la denuncia de secuestro de un empleado de una televisora, por quien exigía 120 mil pesos. Sin embargo, el cuerpo sin vida de esta persona apareció el 9 de diciembre en las inmediaciones del Metro Chabacano.

Además, como resultado de las indagatorias se estableció que ‘Sádico’ era el presunto responsable del secuestro y homicidio de otras dos víctimas, ambas de 23 años de edad, quienes fueron plagiadas los días 17 y 18 de diciembre de 2005, y cuyos cuerpos fueron encontrados el 23 de diciembre dentro de una maleta en la calle Andrés Molina Enríquez, colonia Asturias.

El 23 de enero de 2006, los policías de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) capturaron a Raúl Osiel Marroquín, ‘Sádico’, cuando intentaba cobrar un nuevo rescate. Su cómplice, Juan Enrique Madrid  se dio a la fuga. Nunca fue capturado.

La voz de Marroquín Reyes –de 25 años de edad- está registrada en la base de datos de la AFI en dos casos de secuestro.

Los secuestros y homicidios reconocidos por el detenido son los del empleado de una televisora, de 32 años de edad; de un estudiante de 20, plagiado el 27 octubre de 2005, cuyo cadáver fue abandonado en las inmediaciones de la estación del Metro Chabacano.

También aceptó el secuestro de un empleado de 28 años, en octubre de 2005, a quien conoció en un restaurante ubicado en el perímetro de la zona rosa y que fue llevado al hotel Amazonas, donde apareció maniatado de pies y manos.

Análisis de su perfil y condena

A Marroquín, exmilitar homofóbico, le gustaba secuestrar, torturar, ahorcar y descuartizar a sus víctimas para colocarlas en maletas y abandonarlas en diferentes puntos de la Ciudad de México, entre el Metro Chabacano y la colonia Asturias. Fue un asesino bien organizado, depredador sexual y con motivaciones de odio, pues aseguró “hacerle un bien a la sociedad” con los asesinatos que cometió.

Pareciera que la película Encrucijada (Cruising) hubiera inspirado a este sicópata que cazaba a sus presas con propuestas sentimentales y eróticas, en ‘el cabaretito’ Neón, un bar de la zona rosa mexicana.  

El asesino declaró ante la prensa: “No los escogía, ellos solos se presentaban, después los invitaba a mi departamento, iban por voluntad propia y ahí los sometía. Hasta le hice un bien a la sociedad, pues esta gente hace que se malee la infancia, son un mal ejemplo para los niños. Yo no soy homosexual; los preferí porque no quería entrar en operaciones que implicaran armas y vehículos, tan solo ir a los lugares que ellos frecuentaban y al abordarme  era más fácil tratarlos”.

Tras declararse culpable de los crímenes, el 4 de septiembre de 2008 un tribunal condenó a Raúl Marroquín Reyes a 288 años de prisión, aunque la ley mexicana prevé como máxima pena 40 años y puede reducirse a  20 por buena conducta.

Marroquín no tuvo remordimientos y  dijo que de estar libre volvería a matar, solo que refinaría sus métodos para no volver a cometer los mismos errores. Hoy cumple su sentencia en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla. (I)

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