El Telégrafo
Ecuador / Domingo, 24 de Agosto de 2025

Bienvenido Francisco: Unión y solidaridad

Punto de vista

Nuestro país, además de ser bendecido con las maravillas naturales propias de nuestra geografía, de nuestra flora y de nuestra fauna, experimenta -desde el domingo- la felicidad de la bendición de contar con la visita del máximo representante de la Iglesia católica.

El carismático papa Francisco permanecerá en nuestro país hasta el martes 7, cuando culminará su recorrido por tierras ecuatorianas, impartiendo su mensaje de amor, de paz, de solidaridad, de unión y de justicia.

Con este motivo, casi todos los noticieros locales, e incluso algunos internacionales, han hecho un recuento de la vida de este noble servidor de Cristo, que se traslada por todo el planeta transmitiendo el Evangelio y creando una conciencia de justicia social en beneficio de todos los seres humanos, sobre todo de los más necesitados.

La opinión humanista y solidaria reflejada en frases de Su Santidad como: “No sirve de mucho la riqueza en los bolsillos cuando hay pobreza en el corazón”; “Nunca he visto un camión de mudanzas detrás de un cortejo fúnebre, nunca. Pero existe un tesoro que podemos llevar con nosotros, un tesoro que nadie puede robar, que no es lo que hemos ahorrado, sino lo que hemos dado a los demás.”; o “Los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y estructuras económicas injustas que originan las grandes desigualdades”. Nos hacen entender que el camino que teníamos no era el correcto.

No es mi ánimo ni el propósito de este texto politizar el criterio del Sumo Pontífice, muy por el contrario, mi anhelo es transmitir a todos ustedes, queridos lectores, las enseñanzas que este ser humano nos va dejando y ha ido dejando en varios países con su visita. Un profundo mensaje de amor, perdón e igualdad, cuyo único propósito es un planeta más justo, más cercano a Dios, alejado de la materialidad y las vanas preocupaciones terrenales, de tal modo que podamos vivir fortaleciendo nuestra voluntad, nuestra espiritualidad y nuestro amor a Dios reflejado en el prójimo, en el más necesitado.

Antes de la visita del papa Francisco, no me había preocupado por conocer un poco más de este siervo de Dios; hoy, que he aprendido algo más sobre él, sobre su personalidad y humildad, debo señalar sin temor a equivocarme que la Iglesia no pudo escoger a mejor representante, en mi criterio, es la personificación de la equidad y la paz.

Ruego a todos que oremos, porque el mensaje del Papa llegue a la mayoría de los corazones de la Tierra, porque podamos alcanzar un mundo más justo y equitativo, porque muchos entendamos que las riquezas terrenales no llenan nuestro espíritu, porque luchemos día a día por saciar la sed del sediento, el hambre del hambriento y satisfacer la necesidad del necesitado.

¡Juntos somos invencibles! (O)