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Autoridades vinculan a la “escuela de sicarios” con el narcotráfico 

El 27 de marzo de este año, dos sicarios en moto asesinaron con 12 balazos a Gabys Moreno, directora de la cárcel de mujeres de Guayaquil.
El 27 de marzo de este año, dos sicarios en moto asesinaron con 12 balazos a Gabys Moreno, directora de la cárcel de mujeres de Guayaquil.
Foto: Karly Torres / et
05 de noviembre de 2018 - 00:00 - Redacción Justicia

“Por la experiencia que llevo en esta unidad y en mis seis años como fiscal, he evidenciado que conforme detienen a los sicarios o asesinos, al día siguiente los líderes de estas bandas vuelven a entrenar jóvenes, de entre 15 y 17 años, para que participen en este tipo de delitos”, revela el fiscal de la Unidad de Garantías y Personas de Guayas, César Peña Morán.

Según la autoridad, una de estas redes de microtráfico y asesinos que operan en Guayaquil es liderada por los hermanos Carlos, Ricardo y Geovanny M. C., el último de los nombrados es apodado “El Gorras”, sobrenombre que fue adoptado por la narcobanda.

El fiscal agrega que dos de los hermanos líderes de la organización ilícita están libres y uno guarda prisión en la cárcel Regional de Guayaquil.

“Ellos, Carlos y Ricardo, fueron sentenciados por el delito de delincuencia organizada, pero apelaron la decisión judicial y la Sala Penal Especializada, en octubre de 2017, confirmó la sentencia, pero les modificó el delito a asociación ilícita”, refiere.

Sin embargo, “los jueces les impusieron la pena mínima y luego suspendieron la pena y actualmente están en libertad”, dice el fiscal Peña.

Ante esta situación judicial, el funcionario aplaude la decisión de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestro (Dinased) de terminar con las bandas de asesinos a sueldo, muchos de ellos están identificados y tienen boletas de captura. “El objetivo es limpiar la ciudad”.

La banda de “Los Gorras”

La autoridad recuerda que la banda de “Los Gorras” nació en el Guasmo Sur de Guayaquil, en la zona que era dominada por los hermanos William, Walter y Kléver Poveda Salazar conocidos como “Cubano”, “Caimán” y “Metralla”. Los dos últimos ya fallecieron y el primero salió en libertad hace poco.

A esta banda se le atribuyeron en su momento los asesinatos de Soledad Rodríguez y Eddy Enríquez, directores de la Penitenciaría del Litoral, hechos por los cuales fueron sentenciados.

En los expedientes policiales constan que los sicarios de “Los Gorras”, entre ellos alias “Memo” y “Mac Giver”, ambos presos, usan pistolas de 9 milímetros, revólveres calibre 38 y metralletas.

“Si algún narcotraficante invade sus territorios, al día siguiente conoceremos que algo le va a pasar”, dice Peña.

El mayor Francisco Hernández, jefe de la Dinased de la Zona 8, en el análisis de las últimas muertes violentas en Guayaquil no quiso relacionarlas con una banda delictiva específica como “Los Gorras”, supuestos formadores de asesinos.

Reconoce que hay evidencias que vinculan a las bandas organizadas de narco y microtráfico en asesinatos. “Observamos y existen casos (asesinatos) que se han dado por la lucha de conservar territorios (venta de drogas)”.

Ante esta realidad, Hernández acepta la participación de personas que se dedican a matar a otras a cambio de recompensas económicas y cuyas edades fluctúan entre 18 y 25 años.

Investigaciones complicadas

Para la fiscal de Garantías y Personas de la Fiscalía de Pichincha, Verónica Murgueitio, no es fácil determinar si una muerte violenta es producto del sicariato. “Las personas pueden denunciar una muerte por sicariato, por ejemplo, pero  las investigaciones determinarán el tipo de delito’.

La fiscal considera que es muy complicado llegar a una sentencia por sicariato, porque existe dificultad en el momento de probar que alguien mandó a matar a otra persona. “Generalmente este tipo de negociaciones se hace por medios que no dejen rastro (hechos o pruebas)”.

Dos tipos de sicariato

El experto en seguridad y catedrático Fernando Carrión, va más allá y sostiene que en Ecuador se dan dos tipos de sicariato: el profesional y el social (ajuste de cuentas).

Explica que la primera modalidad está vinculada a bandas criminales ligadas con carteles de narcotráfico. Mientras que la segunda deriva de conflictos “menores”, como problemas de tierras, de pareja, robos, estafas, etc.

A partir de los “mercados ilegales”, como narcotráfico, trata, contrabando, migración irregular, aparece el sicariato como una forma que garantiza que el acto ilícito se cometa, considera.

También existe una geografía del sicariato y asesinato en el país. Según Carrión, los asesinatos a sueldo se cometen más en la frontera norte y las provincias que colindan con el Pacífico, vinculadas a la transportación de narcóticos a Centroamérica y Estados Unidos. 

Carrión identifica a jueces, policías, fiscales, militares y miembros de las bandas delictivas como las principales víctimas. “Al sicario le interesa dejar un mensaje de advertencia que llegue a las autoridades para que sepan lo que les puede ocurrir”.

Sostiene que el Estado debe desarrollar políticas de seguridad nacional orientadas a la prevención ciudadana. (I)

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