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Víctor Manuel Aráus Macías, general de Distrito y Comandante de la Zona 8, que comprende a Guayaquil, Durán y Samborondón

Aráus: “Conocí cómo operaban las mafias en la Peni”

Aráus: “Conocí cómo operaban las mafias en la Peni”
Foto: William Orellana / ET
03 de febrero de 2020 - 00:00 - Redacción Justicia

El camino hacia los pabellones de la cárcel de Guayaquil estaba fangoso. Llovía y era de madrugada.

Víctor Aráus tenía 22 años, era subteniente de Policía y estaba asignado a esa prisión. Sabía del asesinato en una celda, pero no tenía más detalles. En el calabozo al que se dirigía no había luz, pero distinguió al final del pasillo a “Raúl”, un interno al que conocía porque cumplía pena por robo con muerte y porque había intentado suicidarse al enterarse de que a su esposa e hijas las habían violado y matado.

“Raúl” gritaba repetidamente: ¡por fin lo maté! Aráus entonces pidió un foco y alumbró una escena que jamás olvidará: había restos humanos colgados del techo.

Aráus, de la impresión, cayó al suelo sobre la sangre. El preso asesinado llevaba poco tiempo en la cárcel y un día que bebía con sus compañeros reveló con orgullo, cuando le tocó su turno, que estaba detenido porque había violado y asesinado a una madre y sus hijas.

La confesión consternó a “Raúl”, quien preguntó detalles. Entonces descubrió que se trataba de su esposa e hijas, y lo mató.

Víctor Aráus, ahora de 53 años y tras tres décadas y media de servicio, tiene el rango de General de Distrito.

Desde el 16 de enero de 2020 tomó el mando de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón). “Siempre quise ser comandante de mi ciudad. Es un orgullo ser el primer general guayaquileño”.

Una de las estrategias que anunció cuando asumió el cargo fue reducir los índices delictivos mejorando el control en los Centros de Rehabilitación Social para evitar que desde ahí operen organizaciones delictivas.

“Conocí la realidad de la penitenciaría, vi cómo operaban las mafias”, asegura.

Aráus creció en las calles Tungurahua y Medardo Ángel Silva, donde jugaba “índor” con rocas que simulaban arcos improvisados.

El amor por el deporte lo llevó a ser seleccionado de fútbol y vóley por Guayas, cuando estudiaba en el colegio San José La Salle. “Dos veces gané campeonatos y fui escogido como el mejor jugador”. En la adolescencia perdió a su madre y cuando vivía con su padre (policía de servicio) en la cdla. Sauces conoció a la mujer que es su esposa y con la que tiene dos hijos: uno de 29 años y otro de 22, la primera odontóloga y el segundo estudiante de medicina. De ellos prefiere no hablar por seguridad.

Para Aráus no fue fácil ingresar a la Policía porque no aprobó ninguna prueba: ni académica ni física ni médica ni psicológica. Tampoco la entrevista. “El director de esa época me dijo que la profesión policial era muy dura y que no era una carrera para un costeño”.

En 1985, tras apelaciones, ingresó en la escuela con muy pocos estudiantes de la Costa y de ellos la mayoría se retiró.

Él ha sido subdirector de Inteligencia; creador de la Unidad de Inteligencia, Contrainteligencia y Coordinación Transnacional (UICOT); director Nacional de Dinased (Delitos Contra la Vida y Muertes Violentas ), comandante de Quito, entre otros.

“En Dinased saqué mi  mejor potencial investigativo, pues se manejan casos  sensibles. Los que más me marcaron fueron aquellos donde hubo niños”.

Menciona el caso de Emilia (en Loja), una niña que confió en una persona conocida y que fue incinerada después de haber sido abusada sexualmente. 

“Otro caso de una niña abusada y estrangulada (que le impactó) se registró aquí en Guayaquil. Era impactante que personas de su entorno familiar pudieran tener participación y fue frustrante porque todos quedaron en libertad”, acotó.

Aráus ha sobrevivido a balaceras y escenas dolorosas, sin embargo el pánico que les tiene a las inyecciones y a los ratones perdura. 

Adoptó a cinco perros, una rescatada en la frontera

Como jefe de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida (Dinased), Víctor Aráus también estuvo en la investigación del secuestro y muerte del equipo periodístico de diario El Comercio, en la frontera norte del Ecuador.

“Es lamentable el final que todos conocemos. No solo perdieron la vida estos tres inocentes, sino una pareja que también de manera ingenua estuvo en el lugar equivocado. Impacta ver el dolor y da impotencia”, manifiesta.

Ahí, mientras recorría parte selvática encontró una perra muy enferma y débil.

“Se llama Leia y es mi engreída. No sabría decir de qué raza es, pero es pequeña. Tengo cinco perros, todos rescatados y mestizos. Uno de los perritos se llama Peluchín, tiene 16 años y requiere de cuidados especiales”.

Sus demás mascotas son Mowgli, de 10 años; Timoteo, de seis; Kanuto, de cuatro; y Leia, de tres.

“La Dinased marcó un cronómetro raro en mi rutina. Ahora me despierto todos los días a las 04:30. De ahí salgo a caminar con los perros y disfruto mucho de eso. Además hago actividad física para mantener la salud”.

El único que no sale a caminar es Peluchín, pues por su avanzada edad debe ir cargado a un parque para que haga sus necesidades. “Siempre procuro que todo quede limpio”. (I)

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