Desde las 04:30 de ayer, empezaron las operaciones de traslado de 3.680 personas privadas de la libertad (PPL) del Centro de Rehabilitación de Varones, conocido como la ‘Peni’, hacia el nuevo Centro de Rehabilitación Regional Guayas Nº 8; ambos ubicados en la vía a Daule, en la periferia de Guayaquil.

En la movilización participaron 4 mil efectivos de la Policía Nacional, incluido personal de las unidades de élite: Grupo de Operaciones Especiales (GOE), e Intervención y Rescate (GIR), Unidad de Inteligencia Antidelincuencial (UIAD) Centro Regional de Adiestramiento Canino (CRAC) y de Equitación y Remonta.

Los internos estaban antes en los pabellones Cuerpo Consular, Sol Naciente, Samaritano, Atenuado Alto, Atenuado Bajo, Renacimiento y Artesanos, donde supuestamente existieron rezagos de agrupaciones delictivas, problemas de convivencia, mayor hacinamiento y otras anomalías que no permitieron una rehabilitación. Así lo informó Lady Zúñiga, asesora del Ministerio del Interior y presidenta del Consejo de Rehabilitación Social, quien agregó que esas viejas edificaciones serán derrocadas.

“Las PPL serán clasificadas para ubicarlas en los pabellones de mínima, mediana y máxima seguridad, en esta última ya están 180 reos que estaban en la cárcel conocida como ‘La Roca’, indicó.

Los reos solo pudieron llevarse la ropa que vestían, el resto de sus pertenencias fue inventariado en presencia de notarios públicos para luego ser entregado a los familiares.

UN POLICÍA POR CADA INTERNO
Hasta el mediodía de ayer fueron trasladados 125 internos, distribuidos en cinco buses, cada uno iba esposado y acompañado de un elemento de la Policía Nacional. Además, el helicóptero de la Unidad Aeropolicial sobrevoló las cárceles.

Ya en el nuevo reclusorio, en el amplia área construida para la espera de los parientes, las PPL se sentaron, tuvieron que desvestirse y poner sus prendas dentro de una funda color negro, la cual fue cerrada por los mismos agentes que en ningún momento los dejaron solos.

Los paquetes fueron separados no sin antes ponerles una cinta de papel con los nombres de sus dueños.

De ahí los internos dijeron sus tallas, recibieron un uniforme completamente nuevo, conformado por una camiseta cuello redondo color naranja, una pantaloneta gris, interiores y unas zapatillas plásticas. Asimismo, un kit de limpieza.

Posteriormente formaron una hilera para pasar por los filtros de seguridad. Primero caminaron despacio entre las paredes de un escáner de metales, parecido al marco de una puerta. Siguieron hasta una silla que permite descubrir objetos escondidos en las partes íntimas o en la boca.

Hasta el cierre de esta edición no se confirmó si se hallaron objetos no permitidos, pero se conoció extraoficialmente que alguien intentó camuflar un chip de teléfono celular.

El otro filtro por el que pasaron fue una cabina con cubierta transparente donde debieron levantar sus manos y separar las piernas para que los rayos X realicen su trabajo de detección.

“Todavía hay cupo para unos mil privados de libertad que paulatinamente iremos trasladando. También trabajaremos en conjunto con personal del Registro Civil y del Departamento de Criminalística, ya que algunos de los reclusos ni siquiera están identificados. Entonces tomaremos muestras de sus huellas para cotejarlas”, manifestó.

Zúñiga mencionó que con el modelo que está trabajando el ministro de Justicia (e), José Serrano, se enfoca no solo en el modelo de rehabilitación social, sino de seguridad.

“Por eso la dotación de uniformes, de kits de aseo y medidas, como no permitir que los familiares ingresen pertenencias que vulneren la seguridad. La idea es que en el nuevo centro se cubran todas las necesidades de las PPL”, concluyó.