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El Telégrafo

Washington no ve a sus padres desde hace 12 años

Washington no ve a sus padres desde hace 12 años
18 de marzo de 2012 - 00:00

Washington Morales irá este verano a Ecuador después de doce años de vivir en Alicante. No ha visto a sus padres. Ellos lo esperan en su natal Guamote (Chimborazo). Tiene ansias y nostalgia, de esas que ni con pasillos se curan.

Al contrario, cuando el presidente de la República, Rafael Correa, cantó Nuestro Juramento, sus ojos se llenaron de lágrimas, cantó con su mirada puesta al infinito, luciendo su traje de indígena y apretando con fuerza una bandera de Ecuador, bordada con hilo de oro, traído de su país de origen.      

Viajó 45 minutos de Alicante a Murcia para ver a Correa. Preparó a su mujer y sus dos hijos con los trajes más elegantes. Por ellos ha decidido quedarse  en Alicante en su casa (hipotecada), esperando a que la hija mayor se gradúe en diseño técnico y su segundo vástago salga del bachillerato. “Luego la vida dirá”, comenta con una sonrisa  sincera, como si hubiese confesado una gran promesa.  

Lo que más le atrae es ir a su tierra por esas “carreteras que dicen están muy bien hechas”.

Este ecuatoriano asegura que vino a ver a Correa porque cree que ha hecho cosas buenas y espera que ayude a los migrantes en España porque “son muchos los afectados con el paro (desempleo) y endeudados quién sabe hasta cuándo”.  

Y cuenta, bajando la voz, que por aquí “andan las gentes de Fabricio Correa, queriendo comprometerles para que voten en contra de su hermano”. ¿Cuántos? “Unos poquitos, medio ricos, pero bien oportunistas”.

-       ¿Y usted votará de nuevo por Correa?
-       No hay quien le gane. Por todo lo que ha hecho, se merece la reelección, dice Washington.

Él se instaló al costado derecho de la tarima donde Correa emitió el enlace 263, en el pabellón municipal Príncipe de Asturias, de Murcia.

Como  Morales, alrededor de 3 mil ecuatorianos se dieron cita desde muy temprano. Algunos llegaron desde Italia y otros desde Madrid y Sevilla. La mayoría se preparó para estrechar la mano del Presidente, tanto que cuando Correa entró al pabellón se demoró casi diez minutos en atravesar 25 metros por la “avalancha” de migrantes que querían tocarlo.  

Incluso, algunos de los migrantes lo esperaron en el hotel donde se hospedó y luego lo siguieron hasta la Radio Supermix, en donde ofreció una entrevista de 38 minutos. Al salir de la estación también fue ovacionado por un grupo de mujeres ecuatorianas, con sus hijas menores.  

Fue un día largo para quienes fueron a ver a Correa. Algunos lo volvían a ver desde el año 2007 y conservan las fotos que con él se tomaron.

Varios quisieron compartir el almuerzo organizado por las delegaciones consulares de Ecuador, pero fue imposible.  

Al caer la tarde, muchos de ellos todavía esperaban un bus para retornar a su lugar de residencia y los de Murcia para dirigirse a sus casas a contar cómo les había ido. Algunos, como Washington, tuvieron ocasión de encontrarse con algunos paisanos que hacía tiempo no veían.

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