Desde el punto de vista técnico es importante tener una seguridad social sólida y  que garantice buenas prestaciones para los afiliados y jubilados. El modelo debe ser piramidal, con una base que se sostenga en los afiliados jóvenes, y en ese ámbito han existido grandes avances, como la obligatoriedad de asegurar a los trabajadores, lo que incrementa las aportaciones y permite cubrir las prestaciones de los jubilados que están en la cima de la pirámide.

En el servicio de salud, si bien existen grandes avances, aún hay temas por resolver como permitir que los afiliados elijan en dónde atenderse, que el sistema de citas sea más ágil. Pero también hay que considerar que para algunos el IESS sigue siendo de última instancia, es decir, que acuden cuando el tratamiento es caro, el seguro privado no cubre esas enfermedades, etc.

Lo fundamental es no politizar la seguridad social porque existe el riesgo de ofrecer demasiado y otorgar dádivas para atender a los más pobres con recursos privados, pues el IESS se sustenta con los aportes de los afiliados. En economía existe el “querer ser” y el “deber ser”.

Es decir, muchos quisieran que toda la familia esté afiliada con solo pagar una cuota extra, pero así nunca mejoraría el servicio de salud, siempre habría un déficit de camas y las jubilaciones serían pobres. Entonces, desde el punto de vista técnico, cada afiliado debe pagar su cuota -aunque se puede plantear un programa de descuentos- porque de lo contrario sería imposible ampliar la cobertura y ofrecer un buen servicio con los mismos ingresos.

Exigir las dos cosas sería una incongruencia: pedir por un lado medicinas, trato digno, más médicos, atención inmediata; y del otro que el número de afiliados crezca con un solo pago -que las familias de los afiliados  sean aseguradas por la misma aportación- es incompatible y los usuarios deben priorizar si les interesa una buena atención con medicina oportuna o que toda su familia sea cubierta con una serie de carencias.

En cuanto a la jubilación, aunque no sea un discurso político muy “vendible”, es necesario analizar técnicamente la edad en que una persona debe retirarse: la medicina está muy desarrollada y cada vez la población es más longeva. El discurso político es reducir el tiempo de jubilación, pero la tendencia en el mundo es ampliar el margen de  edad porque la esperanza de vida de la gente ahora  bordea los 70 años, y mientras más pronto se jubilen más tiempo recibirán una pensión. De ahí que el reto para el nuevo gobierno es manejar al IESS con un esquema técnico para mantenerse solvente.