Más allá de la coyuntura por el busto de LFC, ¿qué motivó realizar un análisis jurídico de lo ocurrido entre 1984 y 1988?

Considero que será siempre un debate actual el discutir lo que ha sucedido en democracia reciente, sobre todo cuando hay gente que todavía festeja esos hechos como valiosos. A mí me surgió a partir de la lectura de un libro, “La Cuestión Criminal”, y ese texto tiene referencias acerca de las cinco técnicas de la neutralización de los valores que justifican el cometimiento de una masacre.

¿Cree que en el caso de la administración de Febres-Cordero también se dieron estos cinco puntos?

Tuve que realizar una investigación sobre los hechos y buscar datos que pudieran ser contrastados. Y pude encontrar declaraciones del propio Febres-Cordero y de actores de la época para realizar mi trabajo.

¿Considera que lo hecho por AVC se lo puede considerar como actos de terrorismo?

Alfaro Vive cometió actos de terrorismo y por supuesto que merecieron una sanción penal. Yo no tengo ninguna simpatía con alguien que ha cometido un secuestro, eso no me hace ninguna maldita gracia. Pero si se iba a combatir al terrorismo se lo tenía que hacer con las herramientas legales, lo que  estaba obligado a cumplir el Presidente de aquella época (...). El propio Febres-Cordero, cuando salió el informe de la Comisión de la Verdad, confirmó que él lideró ese “combate al terrorismo” y aceptó que ciertas cosas se le fueron de la mano en esa época.

El eterno debate al que tienen que acudir los defensores de los derechos humanos es cuando alguien les sale al paso y cuestiona cómo respetar a una persona que está vinculada a robos, asesinatos y secuestros. El propio Nebot dijo, en aquella época: “Ya saldrán las cotorras a defender los derechos humanos”...

El problema es que en ese discurso funciona todo muy bonito hasta que aparecen los Restrepo (...). Tú puedes presentar un discurso aduciendo que es un combate al terrorismo y que los excesos no son  tu responsabilidad, pero cuando te llevas por delante a dos pelados -que no tienen ni arte ni parte en esto- te das cuenta de que ya la cosa se pudrió. El valor del caso Restrepo es que no fue Cuvi ni Mireya Cárdenas -que son eternamente estigmatizados-. En ese momento, el discurso de que están haciendo bien las cosas para combatir el terrorismo se desnuda como lo que era: una maquinaria política y criminal, de alguna manera, que ejecutaba ciertos actos a las espaldas de la ciudadanía, amparados bajo un discurso que magnificaba tanto a los actores que combatías como a los actos que tú ejecutabas.

Al final de su texto habla sobre las incoherencias actuales. ¿Considera que colocar un monumento en memoria de LFC es una incoherencia?

A mí me parece que sí. Yo respeto la decisión de un cuerpo colegiado, como el Concejo Cantonal, siempre y cuando respeten las leyes. Pero mi idea personal es que ese señor no se merece un monumento, pero si otro lo decide hacer es cuestión de ellos, pero siempre cumpliendo con las leyes.