“No tengo por qué pedir (seguramente quiere decir ofrecer) disculpas porque no hemos hecho nada que sea incorrecto”,  aseguró ayer Gonzalo Marroquín, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en una entrevista concedida a Ecuadoradio. Él se refería al contenido de la carta abierta del secretario nacional de Comunicación, Fernando Alvarado, en la que le sugería “presentar disculpas y respetos al país”, por injurias lanzadas el pasado 10 de junio en Guayaquil, las mismas que calificaban al Gobierno  de mantener una actitud intolerante y autoritaria, con el único fin de “seguir disfrutando las mieles del poder”.

Su presencia en Ecuador obedece a una presunta audiencia con el presidente Rafael Correa. El Mandatario aseguró, el sábado pasado, que una delegación del organismo había pedido audiencia y que se la concedería, pero no con él sino con algunos de sus colaboradores. Ante la respuesta, Marroquín aseguró que no le parece contradictorio  pedir una cita, a pesar de que, según él, los derechos de comunicación en el país están vulnerados por el mandatario.

También aclaró que no ha llamado dictador a Rafael Correa: “Yo lo que he dicho es que es autoritario e intolerante”.
Marroquín  y el vocal del directorio de la SIP, Claudio Paolillo, creen que el Gobierno del presidente Correa tiene un “corte dictatorial”, quiere manejar la justicia del país y volverse millonario con el juicio contra diario El Universo, por ochenta millones de dólares. Durante una improvisada rueda de prensa concluyó que la “libertad en Ecuador está bajo acoso constante”.

Posteriormente,  se reunió por separado con el presidente de la Corte Constitucional, Patricio Pazmiño, y con el defensor del Pueblo, Fernando Gutiérrez. Su agenda también incluía visitas al Consejo de la Judicatura y a la Comisión de Comunicación de la Asamblea Nacional, además de  reuniones  con asambleístas de oposición y periodistas de medios privados.

El titular del organismo de prensa estuvo hace pocos días en Guayaquil, invitado como expositor en la sesión solemne de la Cámara de Comercio, espacio que aprovechó para impartir lecciones sobre lo que los propietarios de los medios  consideran “libertad de prensa”.

Gonzalo Marroquín, titular de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), pertenece a una familia de  dueños de diarios en Guatemala. Durante 15 años fue director editorial del matutino Prensa Libre, el más conservador de Guatemala,  cuya dirección dejó el pasado 31 de enero y hoy preside la Corporación de Noticias S.A., productora de los matutinos Al Día y Siglo Veintiuno. Es nieto de Clemente Marroquín, fundador del diario La Hora y dos veces vicepresidente de Guatemala, una en el período de Julio César Méndez, presidente de la extrema derecha que firmó el “Pacto Secreto” con el Ejército.

En Guatemala  fue demandado por negarse a entregar un espacio en televisión luego de que se le venciera el contrato a un telenoticiero en Canal 7  y tuvo que ser cesado, por orden judicial, pues no quería respetar la conclusión del mismo. También utilizó su posición para lanzar acusaciones contra Ángel González, dueño del canal en donde le revocaron su contrato como director de “7 días”  y actual propietario de “RTS” (canal 4 de Guayaquil).

También fue procesado por    estafa cometida contra el patrimonio de Televisiete Sociedad Anónima, por lo que se le impuso la pena de un año de prisión, conmutable a  un quetzal diario  y una multa de dos mil quetzales. En caso de insolvencia debería  cumplir un día de prisión por cada cinco quetzales y se le suspendería en el ejercicio de sus derechos mientras dure la pena de prisión.

Según Víctor Leopoldo Martínez, periodista argentino del diario La Nación de Buenos Aires, si bien es cierto que la SIP reúne a los dueños de los grandes medios periodísticos de la prensa escrita del continente, no es menos cierto que como empresario, y tomando como ejemplo a Gonzalo Marroquín, quien estuvo en Argentina hace casi dos meses, “dejan mucho que desear y se parecen más a los ‘burros con plata’, según nuestros decires populares, que a empresarios bien educados”.

Al comunicador bonaerense le llamó mucho la atención la marcada pobreza puesta de manifiesto en los fallidos intentos por construir un discurso -ya que su incoherente y deplorable sintaxis se lo impedían-,  en las escasas requisitorias periodísticas por él permitidas, interpelaciones que fueron realizadas por profesionales que no respondían a los dueños de los medios que él vino a defender. Esta marcada “ignorancia sobre la situación de la libertad de prensa y de expresión existente en Argentina y el pretendido impacto político que se buscó dar resultó patético”.

La libertad de prensa y el mito del periodismo independiente, según Martínez, son falacias que los dueños de los medios  han utilizado por décadas como paradigmas de un periodismo serio. Pero con la pobreza de vocabulario mostrada por Marroquín  da a entender que el Comunicado de la SIP  fue elaborado y escrito por algunos columnistas testaferros argentinos.