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Grandes plumas: Adolfo H. Simmonds
El exilio de Simmonds
El 28 de noviembre de 1936, el regimiento Calderón se subleva en Quito. Los combates entre las partes dan como vencedores a los cuerpos leales al gobierno de Federico Páez. Los contrarios al régimen tienen raigambres con los comunistas.
Al día siguiente, el encargado del Mando Supremo de la República, Federico Páez, envía a todos los medios de comunicación un mensaje para las portadas de los diarios, relatando y rechazando el acto.
El 2 de diciembre se emite una ley contra los sediciosos del 28, con orden de prisión y de exilio para quienes le hicieron eco a este evento.
El 3 de diciembre, Adolfo H. Simmonds, editorialista del diario, escribe contra lo actuado por el gobierno a través del editorial titulado ‘La Ley Extrema’. El texto, ubicado en la página dos, hace una crítica a esta emisión. El 4, Simmonds es perseguido para ser capturado y desterrado, pero es protegido por amigos y propietarios de medios de comunicación.
Finalmente, el 5 de diciembre, luego de los múltiples intentos de los propietarios de los medios con el gobierno para que no sea desterrado, el jefe supremo de la República, Federico Páez (recuadro), niega la petición. (I) et
→ Velatorio de cuerpo presente de Adolfo H. Simmonds, en el primer piso de EL TELÉGRAFO.
Algo más del personaje
Últimos homenajes de afecto y respeto a su memoria
→Traslado del féretro desde las instalaciones del diario, donde trabajó por 47 años.
→Justino Cornejo: “Dura tarea me habéis impuesto, una vez más habéis querido que sea yo, quien traduzca vuestro pesar, ante la muerte de uno de nuestros compañeros”.
→Juan Emilio Murillo: “Tuvo encendido amor por la verdad, fervorosa devoción por la justicia y noble pasión por la libertad”.
→Eduardo Castillo Barredo: “Desde muy niño observé en la redacción del Diario a un hombre enjuto y alto, aunque siempre encorvado; de pantalón y leva oscuros, quizá más largo y menos planchados de lo que correspondía”.
→Francisco Huerta Rendón: “Conversar con él, escucharlo contando anécdotas de los más diversos intérpretes de la comedia nacional o universal, llenas de sátira, de fina ironía rabelesiana, era ver transcurrir el tiempo, perdiendo, por completo, la noción de su paso”.
→Teodoro Alvarado Garaicoa: “Adolfo Simmonds fue un arquitecto de ideas, su muerte no es el ordinario final de una vida. Su partida únicamente señala el desvío de lo mortal hacia la eternidad en el recuerdo”. (I)
→Traslado del féretro desde las instalaciones del diario, donde trabajó por 47 años.