Doña Felícita Egüez desconoce qué tan antigua es la hacienda Las Habras, un terreno de 400 hectáreas ubicado en el km 5 de la vía a Olmedo, adquirido por su padre hace varias décadas.

Su recuerdo más remoto tiene como protagonistas a los miles de guayacanes, enormes árboles que pueden alcanzar los 25 metros de altura. “Los más antiguos tienen cinco décadas”, afirma doña Felícita.

Las especies con más años destacan por la robustez de su tronco y el ancho de sus copas que, durante esta semana, florecen de amarillo con las primeras lluvias de diciembre.    

Es un proceso que toma cinco días, explica Nelson Burgos, quien labora como gestor turístico en Las Habras. Los guayacanes no requieren de mucho cuidado en un clima seco, pero con las lluvias brotan los capullos que se transforman en flores amarillas.  

Es un espectáculo que llama la atención de los turistas que por decenas llegan en estos días. El sitio fue acondicionado para ofrecer un lugar de descanso, alimentación y recreación.

Burgos indica que la iniciativa de convertir Las Habras en un sitio turístico cumplió cinco años. “Cada año aumenta el número de visitantes”, manifestó sin precisar la cifra de la afluencia.

Un grupo de guías ha sido capacitado por el Ministerio de Turismo (Mintur) para brindar información adecuada a visitantes que llegan, incluso, desde países como Brasil, Colombia y Chile.

Una de las personas que ayuda en esta tarea es Raisa Palacios, joven de 20 años y colimeña de nacimiento. Su jornada incluye extensas caminatas acompañando a las personas que recorren un sendero de aproximadamente 4 kilómetros.

El camino, de un solo sentido, atraviesa el bosque conformado en el 85% por guayacanes amarillos y negros. El 15% restante corresponde a plantas ornamentales, es decir, especies de orquídeas que crecen en los troncos de los árboles, aseguró Palacios.

Durante el recorrido, que puede durar entre 30 y 45 minutos, se conocen las diferencias entre las especies botánicas. “Tanto el guayacán amarillo como el negro son maderables, pero el negro es más apreciado por su durabilidad”.

La aparición de capullos amarillos se inicia luego de tres o cinco días de lluvia y el florecimiento toma tres días más. Tras ello empiezan a caer de forma natural, casi inmediatamente. El espectáculo botánico es corto y hay que aprovecharlo desde el primer día, dijo Palacios.  

Este jueves 27 de diciembre, por ejemplo, algunos turistas formaban letras con los pétalos caídos. Uno de ellos era Ramiro Jaime, quien disfruta fotografiar de la naturaleza. Vestía ropa de camuflaje para -según dijo,- hacer gráficas de la fauna de la zona.

Foto: José Morán / El Telégrafo

En la hacienda, desde las copas de los árboles brotan los sonidos que emiten las aves del sector. Basta un momento de silencio para apreciar el cántico de las especies que hacen nidos en el sitio.

El costo del ingreso a Las Habras es de $ 3 para adultos y $ 1,50 para niños y personas de la tercera edad. También existe la oportunidad de comprar plantas ornamentales y matas de guayacán.

El proyecto a mediano plazo es implementar nuevas zonas recreativas para que el turismo sea sustentable todo el año, pero siempre teniendo como protagonistas a la fauna y la flora local. (I)

Los visitantes pueden recorrer un sendero de 4 kilómetros, donde se aprecian aves y otras especies botánicas, como las orquídeas. Foto: José Morán / El Telégrafo