La Catedral, el Palacio Municipal, el barrio Las Peñas son referentes de la arquitectura del Guayaquil del siglo XX, en los que predominaron el estilo gótico o tradicional. Pero ahora la ciudad puerto ha ‘mutado’ hacia el modernismo.     

Consultores y académicos del ramo coinciden en que actualmente -a diferencia del pasado- no existe una tendencia definida en la identidad arquitectónica de la urbe y que hay una mezcla diversa en donde contrastan las propuestas tradicionales y modernistas.

Según Adriana Garibaldi, excolaboradora de la firma Durán-Ballén Arq. & Cía, la arquitectura moderna, que tuvo sus primeros referentes en Europa, es más visible en edificios contemporáneos como The Point. La obra se ubica en el puerto Santa Ana (centro de Guayaquil) y su particular forma cilíndrica ha hecho que algunos transeúntes lo denominen “el tornillo”.

Entre sus principales características modernistas están el uso de líneas y volúmenes ortogonales (perpendiculares), espacios abiertos y “empleo de superficies llanas desprovistas de elementos ornamentales”.

Las estructuras donde se asientan el Gobierno Zonal, Banco La Previsora, Banco Central, entre otros, también constituyen ejemplos de la tendencia modernista.

Douglas Dreher, arquitecto y autor de varios proyectos de regeneración urbana, considera que el proyecto Malecón 2000 influyó en propuestas recientes. Es decir, que los elementos usados en la obra formaron parte de una estrategia del Cabildo. El modelo arquitectónico (adoquines, jardineras y colores pasteles) fue considerado para otras gestiones cercanas como Las Peñas y el puerto Santa Ana.

Para Florencio Compte, decano de la facultad de Arquitectura y Diseño de la UCSG, uno de los desafíos actuales es romper el esquema moderno impuesto desde el siglo pasado. La complejidad de esta propuesta, asegura en una de sus publicaciones, está en insertar proyectos que tengan contexto patrimonial o histórico.

Anteriormente era común observar chazas (marcos con persianas de madera) en las ventanas de las casas “lo cual constituía un estilo”.

Mientras que ahora, estos elementos fueron reemplazados por balcones, ventanas de distintos tamaños y persianas metálicas.

Hasta mediados del siglo XX, las técnicas estuvieron marcadas por figuras españolas, francesas e italianas influenciadas por la técnica tradicionalista. El estilo se caracterizó por exagerar relieves y componentes en los pilares, balcones y portales.

Como resultado, se formaba una mezcla de motivos clásicos y otras referencias a lo antiguo. Impulsores de la tendencia son Américo Cassara, Pedro Fontana, Hugo Faggioni, Manuel Eduardo Gambarotti, Francesco Maccaferri, entre otros.

Uno de los problemas para las propuestas actuales, afirma Compte, está en desarrollar réplicas patrimoniales que se “camuflen” con las originales.

Rubén Muñoz, representante de la Sociedad de Arquitectos Paisajistas del Ecuador, considera que debe existir un “compromiso conjunto entre la parte gubernamental y ciudadana” que permita crear una imagen autóctona de la urbe sin que se afecte el impacto visual de estructuras vigentes.

Para Muñoz, la Plaza de la Administración, en el desaparecido Mercado Sur; el cerro Santa Ana; la calle Numa Pompilio Llona, en el barrio Las Peñas; el malecón Simón Bolívar, entre otros, son ejemplos que conjugan lo tradicional y moderno.

El arquitecto observa que dentro de los condominios, barrios y ciudadelas -incluso en proyectos de regeneración urbana- existe una tendencia de los moradores por tratar de personalizar sus inmuebles.

En este caso, agrega, la fachada de las propiedades debería mantenerse tal cual entrega la constructora o ente gubernamental. Además, existen ordenanzas municipales “que deben ser acatadas y que abarcan desde el aumento de cuartos hasta el cambio de una fachada”.