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El Telégrafo
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Los Amarillos, cuna de las carrocerías de madera

El uso de los tipos de maderas es controlado por el Ministerio de Ambiente. Se evita la tala indiscriminada.
El uso de los tipos de maderas es controlado por el Ministerio de Ambiente. Se evita la tala indiscriminada.
Foto: Karly Torres / El Telégrafo
01 de julio de 2017 - 00:00 - Edward Lara Ponce

Un letrero colgante que se puede observar a unos 100 metros de distancia avisa de un negocio de carrocerías en el recinto Los Amarillos, en la T de Daule. Ha estado ahí desde hace más de 20 años.

El dueño del emprendimiento es Jesús La Rosa. Tiene 24 años de experiencia en este oficio que comparte con su esposa y sobrinos.

Su especialidad son los baldes de camionetas y camiones de pocas toneladas que circulan por haciendas o sembríos del perfil costero.

La Rosa, de 58 años, revisa los acabados de las obras que están listas para la venta. Cuenta que en este negocio la familia tiene prioridad para aprender y laborar.

El taller tiene un ambiente propio de estos lugares. Polvo  y el ruido  de las cortadoras, el martilleo y el lijado constante de las maderas de chanul, rosado, madero negro. A esos sonidos se suman los cánticos cristianos evangélicos que suenan en el altillo.

“Los clientes nos buscan por la responsabilidad que tenemos para realizar los encargos. Además por la forma honesta en que atendemos y porque nuestros precios son muy competitivos”. La Rosa recuerda que empezar  en este oficio fue complicado. Además no contaba con todas las herramientas necesarias. Inició con algunas prestadas.

“La vida se complica cuando no estás preparado por eso decidí tener mi título de carrocero profesional y lo logré. Con ese ejemplo busco que mis hijos y nietos vean la importancia de estudiar”.

En el taller se respetan las normas legales y tributarias que rigen en Ecuador. “Aquí tenemos 3 operarios que están asegurados al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). El resto de personal son trabajadores eventuales a quienes se les paga por hora o trabajo”.

La inversión para construir la carrocería de un camión de hasta 5,5 toneladas es de $ 1.200 y se lo puede vender hasta en $ 2.200. 

Arrimado a una de las paredes de metal del sitio, con la cara cubierta para evitar respirar los residuos de la madera cortada, está David Castro, uno de los operarios. Él tiene 7 años aprendiendo este oficio. Su tío —La Rosa— siempre le gustó enseñar el trabajo del negocio.

“Al principio fue complicado aprender, más de un martillazo me cayó en los dedos, pero de a poco comprendí la forma de trabajar”. Cuenta que desde hace 3 años se impuso que dentro del taller nadie diga groserías, aseguró Castro quien continúo lijando.

Las nuevas tecnologías en la industria automotriz mermaron el desarrollo artesanal de la construcción de carrocerías de madera en Ecuador.

El medio día llegó y con ello la salida de los estudiantes. Una buena parte de ellos se reúne cerca del taller, unos atraídos por el trabajo y otros por el agua de coco que vende Felícita Morán, esposa de La Rosa.      

La mujer es conocedora de emprendimientos aunque no todos han resutaldo buenos, dice.

 Recuerda que hace unos años  decidió criar cerdos, pero los precios bajaron tanto que recuperar el dinero fue imposible.

“Vendo a $ 1 el agua de coco. También colas y golosinas esto sirve para mi independencia económica. Si estoy con tiempo ayudo en el taller, por lo menos colocando tornillos. Un trabajo sencillo pero con ello ayudo a mi esposo”. 

Por ahora los vendedores de maderas de cantones como Baba, Quevedo, el Empalme, Mocache y otros sitios, saben del buen uso que dan a estos materiales donde el respeto a Dios es primordial para trabajar.  Es una forma de vida. (I)

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