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Guayaquil carece de políticas para cuidar árboles antiguos

En la calle Portete y Assad Bucaram (la 29), personal del Municipio trabaja en el retiro de árboles y palmeras que están ubicados en los parterres.
En la calle Portete y Assad Bucaram (la 29), personal del Municipio trabaja en el retiro de árboles y palmeras que están ubicados en los parterres.
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
18 de abril de 2019 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

“Hace dos años cayó uno, cerca de aquí y ahora este... En cuatro décadas de vivir aquí no vi nada parecido”, menciona con cierta nostalgia Flor María Pesántez, de 57 años, quien habita en Las Acacias, sur de la urbe.

La ciudadana hace referencia a dos samanes que, según recuerdan los habitantes más antiguos del sector, estaban desde la creación de la ciudadela, a finales de la década de 1970. Dos fuertes estaciones lluviosas bastaron para poner fin a las imponentes especies que cayeron sobre cerramientos cercanos y ocasionaron daños.

Sectores de la ciudad como Las Acacias, Guasmo, Sauces, Alborada, Bellavista, se caracterizan por tener árboles  grandes (samanes, ceibos, guayacanes), con edades que oscilan entre 30 y 60 años.

Incluso son más antiguos, refirió el biólogo Xavier Cornejo, profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil. Además es director del herbario que se encuentra en esta unidad académica.

Para el docente, no existe una regulación que proteja las especies endémicas de la zona urbana, ni a las más antiguas. En este sentido han existido acercamientos con la Alcaldía, pero sin que hayan resultados visibles.

“Quito, Cuenca y Ambato tienen árboles patrimoniales con declaratorias que los protegen legalmente. Guayaquil sigue esperando... si casi no hay árboles antiguos es porque no existe una ley que los proteja”, señaló Cornejo.

El problema va más allá del marco legal. Según Francisco Martínez, director de la Fundación La Iguana, no hay un programa de mantenimiento para las especies nativas, salvo excepciones como en el caso de las plantas que se encuentran en las zonas regeneradas.

A Martínez le preocupa que el número de ejemplares antiguos haya disminuido significativamente y se indigna por el quemeimportismo que percibe desde el Cabildo cuando se ejecutan obras que agreden al patrimonio natural de la ciudad.

Cita un ejemplo: en la zona colindante con el cementerio general existía un ceibo de aproximadamente 75 años. El árbol fue retirado en medio de una controversia, para dar paso a la construcción de una estación de la Aerovía.

La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) afirmó en los estudios previos a la obra que “no se observaron especies de mayor importancia ecológica para la zona”.

Cosas así pasan frecuentemente, afirma Martínez. “No se valora mucho el aporte que  dan estos árboles”, dijo. Otro ejemplo está en el suburbio, donde los arbustos son retirados para construir paradas de la Metrovía.

La Fundación La Iguana ha elaborado una propuesta de ordenanza para la protección de especies patrimoniales. Esperan presentarla al próximo Concejo Cantonal.

Roberto Jiménez Santistevan, biólogo graduado de la Universidad de Guayaquil, también ha elaborado publicaciones acerca de las especies endémicas que son agredidas, incluso, por la misma ciudadanía.

Recurrentemente, cita Jiménez en una de sus publicaciones, las personas agreden a árboles grandes que albergan otras especies más pequeñas como las orquídeas. Señala a la ciudadela Bellavista donde se talaron guayacanes para construir nuevas viviendas.

Hace 15 días, este Diario buscó alguna declaración de funcionarios del Cabildo, pero hasta el cierre de esta edición no existió respuesta alguna. (I) 

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