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Bastión Popular y su amalgama de habitantes afuereños

Bastión Popular  y su amalgama de habitantes afuereños
12 de enero de 2014 - 00:00

La historia de Bastión Popular empieza cuando en septiembre de 1986, un grupo de personas, lideradas por Carlos Castro Torres, realiza  la primera toma de tierras a la altura del  km 10,5 de la vía a Daule, en los potreros de una hacienda abandonada de la familia Herrera. Jacinto Lucca fue uno de ellos, junto a Ramón Luzárraga, Aidée Castro, Josefa Reyes, Ignacio Pino, Saúl Palacio, Zoila Cobo, Cruz Bajaña, Teodoro Pincay, Jorge Zamora, Frank Junco, Agapito Chaguay, Marcimina Chaguay, Armando Franco, entre otros. Así relata don Jacinto Lucca el acontecimiento inicial: “Hicimos el ingreso por la parte donde están las instalaciones de Radio Cristal, ahí había una cancha que era la única, dentro de la maleza estaba tapiñada la cancha.

Ingresamos golpe de cuatro o cinco de la tarde con el fin de que no nos vean muchas personas que no estaban de acuerdo. Por ejemplo, quien no estaba de acuerdo era el señor Sangurima, guardián de Radio Cristal, y por Radio Cristal precisamente mencionaban sobre lo que estaba pasando. Cuando ya nos tomamos esa partecita de ahí todo el mundo buscó lo que ya estaba limpio, y qué hicieron, ocuparon la cancha y vino un hijo del señor Sangurima, con machete en mano, a sacarnos de ahí; entonces, un compañero, Julio Yunga, también sacó su machete, tuve que yo meterme para que no haya una desgracia de dos compañeros que se disputaban esa cancha, situación que no pasó a mayor cosa, dándose por iniciado el arranque de la toma de posesión de estos terrenos de lo que ahora es Bastión Popular”.

Era 1986 y Guayaquil estaba bajo el dominio de los partidos populistas, con alcaldías que se sucedían sin ningún programa serio de planificación, en el contexto de la migración del campo a la ciudad, cuyos índices se habían disparado desde la década del setenta. Muchos de los migrantes que llegaron en los ochenta, pasaron a engrosar filas de subempleados en busca de un hogar para vivir.

Una tesis dedicada a Bastión Popular (1997)1 indicaba que el 50% de los habitantes de Bastión Popular provenía  del agro, mayoritariamente de Manabí y Los Ríos, y que un 40% de los habitantes del barrio vivía  en la desocupación. No obstante, otro estudio sostenía que Bastión había sido poblado, en su mayoría, por personas procedentes de otros sectores de Guayaquil como el Suburbio, el Guasmo y Mapasingue. 2

Mireya Delgado es partícipe de esa historia y ofrece su testimonio: “Yo era originaria del Guasmo Norte, pues mi padre fue el guardia de la hacienda, él trabajaba con Juan X. Marcos quien era el dueño de todos esos terrenos. Cuando se inició el Guasmo con Carlos Castro, yo di el plano donde estaban todos esos terrenos vacíos. En esa época yo tendría 15 o 16 años. A los 17 años me hice de compromiso y fui a vivir al Guasmo Norte, no tenía casa, a los 23 años me decidí tener mi casa, mi terreno. Ahí fue que mi hermana me visitó, ella ya vivía en Bastión y me dijo: vamos que están regalando terrenos en el cerro. Justo yo cobraba una mensualidad de mi papá, venía cobrando unos 700 sucres, mi hermana también, y como teníamos plata, me vengo. Cogimos el carro que venía a la penitenciaría, nos quedamos en Pascuales, tuvimos que caminar todo lo que es Paquisha, Asaad Bucaram (todavía no estaba la Perimetral) y cruzamos el cerro hasta la segunda etapa del Bloque 10”. Y continúa su relato sobre el intento de desalojo: “Vinieron los militares y dijeron, “ustedes tienen que salir de aquí porque hay una orden, estos terrenos pertenecen al Banco de la Vivienda”.

Bueno compañeros, vamos, tenemos a la compañera María Chimba, me fui en el año 1987 cuando mi hija tenía año y medio y les digo: compañeros, nosotros somos ecuatorianos, vamos cantando el himno nacional y comenzamos a cantar el himno nacional y los militares retrocedieron, pues nosotros solo necesitábamos un pedazo de tierra para vivir, no le estábamos haciendo mal a nadie. Y nos dejaron tranquilos ese día. Entonces comenzaron a construir las casas, agrandándose más y más”.

Este entrañable relato de lucha tenaz por la sobrevivencia y el ejercicio de los derechos humanos es el de miles de personas que llegaron en busca de mejores condiciones para ellos y sus familias. “Bastión Popular”, el nombre escogido del asentamiento, alude a un baluarte y fortaleza en que se convertiría, tiempo después, cuando ocurrieron los intentos de desalojo. Así lo recuerda Juan Quimí: “se denominó Bastión Popular porque el nombre quiere decir muralla (bastión) y humana (popular), pues, cuando hubo los dos desalojos resistimos a la policía y de ahí se denominó Bastión Popular porque fue por la defensa que tuvimos nosotros”.

Pese a las dificultades, la toma de tierras siguió en 1987, con la ocupación de los terrenos adyacentes a Cerro Colorado y San Colombano, estos últimos pertenecientes al Banco Ecuatoriano de la Vivienda. A la par, conforme se avanzaba, se iban organizando las etapas 1 (bloques 1-5) y 2 (bloques 6-11). La idea de “etapas” y “bloques” fue de Carlos Castro, quien para entonces ya era el cacique indiscutible del nuevo asentamiento.

La etapa de Castro es recordada por los ciudadanos y ciudadanas de Bastión Popular con sentimientos encontrados. Por un lado, se celebra su paternalismo y defensa de los pobres, al estilo “Robin Hood” –el trío de Carlos Castro, Jaime Toral Zalamea y Paco Oñate era conocido como “la Santísima Trinidad”-, pero también se recuerdan los constantes abusos de poder que se ejercieron durante los cinco años que duró su ejercicio caciquista, entre 1986 y 1991, año en que murió asesinado.

Carlos Hidrovo rememora esos días de la siguiente manera: “en ese tiempo nadie podía opinar,  ni decir nada en contra de lo que él decía, ni organizarse. Con decir que en una calle, en una esquina, no nos podíamos reunir dos o tres personas a conversar, era prohibido, todo el mundo tenía que estar dentro de sus casas, y al que le encontraban por ahí le daban palo, lo sacaban de ahí, si salía vivo”. Y Jacinto Tomalá lo corrobora: “soy uno de los que sufrió vejámenes e insultos para obtener una casita. Yo vivía en la Octava entre Colón y Aguirre, hubo un rumor de que Carlos Castro estaba dando solares  por la vía a Daule, cogí a mis hijas que estaban chiquitas, a mi esposa, a mis hijos y nos venimos. Así comenzamos nosotros, hemos luchando tanto por tener y hemos sufrido tanto, porque aquí la mujer era abusada por los seudodirigentes, pues no se podía estar conversando en la esquina con otro compañero. Para celebrar un santo u onomástico o porque nació un niño o niña porque el que no pedía permiso a la oficina, simplemente los guardias iban, les sacaban el techo y ¡fuera de aquí! Cuando uno no daba dinero, los dirigentes cortaban la luz o les sacaban el techo”.

Carlos Hidrovo, uno de los primeros moradores, se refiere al proceso de legalización de las tierras: “nos unimos en un solo grupo, pidiéndole a cada compañero un sucre porque no teníamos para el pasaje para ir a Quito, un sucre que dio cada compañero para legalizar las tierras de Bastión Popular. En Quito, Raúl Patiño con toda honestidad nos ayudó porque dormimos en las alfombras del Congreso Nacional, luego de eso se ofreció ya nuestra petición. Estaba el señor Averroes Bucaram, que fue el primero que nos dio el visto bueno a favor de nosotros, luego la mayoría nos dio el visto bueno y nos firmó para la legalización de las tierras.

Entonces los socialcristianos no quisieron firmar y ningún socialcristiano firmó por la legalización de las tierras y yo oigo a algunos que cuando viene Nebot dicen que él ha legalizado las tierras, es falso, yo tengo documentación del libro del Congreso Nacional, donde en ese tiempo de presidente estaba Fabián Alarcón y él nos hizo legalizar las tierras y nos dio el visto bueno, aún con ese visto bueno, el señor alcalde no nos quería legalizar”.

Luego de la muerte de Carlos Castro, el 6 septiembre de 1991, vinieron mejores días para Bastión Popular, pues sus 40.000 moradores 3 lograron “independizarse” de ese caciquismo al que los había sometido, según  cuenta Glenny Viteri: “A los ocho días de muerto Carlos Castro, los dirigentes empezaron a matarse entre ellos porque creían que Bastión Popular era la gallina de los huevos de oro y se iban a seguir enriqueciendo.

Nos botamos y el pueblo dijo: no más dirigentes, aquí nos vamos a organizar y fue cuando formamos la Comisión Coordinadora de Bases. Hay que hacer un recordatorio de las personas que tanto lucharon para hoy vivir felices en una casa propia, pero no fue tan fácil porque en Quito nos vejaban de la manera más cruel: hacernos subir y bajar las escaleras del Congreso Nacional, pues no nos dejaban entrar al ascensor porque éramos cholos, porque éramos montubios, porque éramos negros y, sin embargo, nosotros tercos allí”.

En marzo de 1992, Bastión Popular logró del Congreso Nacional la legalización de sus tierras, estableciéndose el pago de 100 sucres por metro cuadrado. A partir de entonces, el barrio ha crecido en número de “bloques” y se han pavimentado muchas calles. Sin embargo, falta más infraestructura, como lo expresan sus moradores: “nos preocupamos de conseguir los servicios básicos, comenzando con FODUR, que nos dio agua; la siguiente lucha fue porque no podíamos seguir haciendo redes comunitarias, pues estábamos sobre las tuberías matrices de La Toma, entonces, había que hacer las redes domiciliarias y en el gobierno de Sixto Durán-Ballén se dio esa obra; luego, la lucha por el alcantarillado, pues había mucha contaminación en Bastión y nos dimos a la tarea de recoger 10.000 firmas, de igual manera como lo habíamos hecho para la legalización, presentamos al Municipio y se nos ofreció terminar la obra de alcantarillado y agua potable para el año 2006, pero esa obra está inconclusa” (Carlos Hidrovo López, 2013).

La legítima lucha de los ciudadanos y ciudadanas de Bastión Popular aún no termina. Falta mucho por hacer y nadie como ellos sabe que, como resultado de su propio esfuerzo, los logros son más gratificantes cuando el beneficio es para todos.

1 Omar Jaramillo Travieso y Beatriz Vinueza González, Mercado Minorista para Bastión Popular 1, Guayaquil, Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, 1997.

2 Cristina Larrea Killinger, “Un caso: Bastión Popular (Guayaquil)”, en Derechos del Pueblo, No. 101, Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, septiembre de 1997.

3 Cristina Larrea Killinger, “Cosas de mujeres” y “cosas de hombres”: Género y reciprocidad en el ámbito doméstico Sub-urbano de Guayaquil”, en Ecuador Debate, No. 56, Quito, agosto del 2002, p. 91.

"Los contenidos de este artículo son parte del Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica del cantón Guayaquil, desarrollado por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social".

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