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Ancianos inician nueva vida en un “club” de baile

Ancianos inician nueva  vida en un “club” de baile
14 de julio de 2011 - 00:00

A  paso lento y con la espalda un poco jorobada, Hilda Moyano   se dirige al salón de baile junto a tres de sus compañeras.       

La bailarina de pelo blanco,  que tiene 74 años,  nació en Chimborazo y al llegar a Guayaquil trabajó como profesora de primaria y secundaria casi toda su vida.    

Ella llegó a los talleres del Instituto Ecuatoriano del Seguro Social (IESS), hace 16 años, y junto con 20 apasionados del baile, creó el grupo Ilusión, un conjunto de danza folklórica exclusivo para personas de la tercera edad, pero que sean jubiladas o viudas.

Hilda decidió  tomar clases de baile cuando se dio cuenta de que sus hijos eran grandes y se estaba quedando sola.

“Cuando era estudiante me gustaba la danza y el teatro, y una vez que me jubilé decidí que no quería quedarme sin hacer nada”, dice la mujer, quien expresa que    ese lugar, ubicado en Luque y José Mascote , es un espacio para aprender a hacer algo que en la juventud nunca pudo hacer.     

En la institución, Moyano  toma clases de yoga y de tai chi para,  según ella,  mantenerse activa.

A las 08:00, dos veces a la semana,    los alumnos empiezan a llegar a las instalaciones del edificio de la tercera edad del  IESS. Los estudiantes, quienes vienen dos veces por semana,  son adultos mayores que buscan un espacio para realizar actividades recreativas que los entretenga y les dé alegría.           

Siempre con aires de coquetería y moviendo la cadera, Franklin Reitur, de 75 años,  entra  al salón. Para él, luego de que  perdiera a su esposa hace dos años,   bailar se convirtió en una liberación de los sentidos y una segunda oportunidad para ser feliz. 

Reitur, quien entre risas confesó que de joven era el alma de la fiesta, vive en Durán y llega al edificio de la tercera edad en bus todos los días desde hace casi 10 años.  

Con los ojos llorosos recuerda  cuando empezó a bailar en el grupo Añoranza de Durán, donde solo participaban tres hombres que poco a poco fueron retirándose. Él tuvo que dejar el grupo.

Al entrar a Ilusión, se encontró con “mujeres bellas” que lo convencieron de quedarse y formar parte de la agrupación. “Soy viudo,  soltero,  la verdad es que aunque aquí no me gusta nadie en especial, vengo a coquetear con mis amigas”.

Franklin afirma con una sonrisa, que al bailar, todos los dolores propios de la edad, desaparecen y se convierte en un personaje de teatro. “La distracción que me da el baile nunca la había tenido, antes vivía estresado; ojalá mi esposa me hubiera visto disfrutar tanto y ser tan feliz”.

“La bruja”, como  conocen a Azucena Rada, debido a que su cumpleaños es el 31 de octubre, es cofundadora del grupo y entró hace 22 años. La mujer, de aproximadamente 70 años, comenta  que cuando ingresó, no estaba muy convencida porque sentía que la tercera edad era un grupo de “viejos” sin nada que hacer.

Después se dio cuenta de que la gente aquí simplemente está buscando una nueva oportunidad de renacer y dedicarse a una actividad que le “llene el espíritu”.

Mientras saludaba a los bailarines, Sonia Vivanco, directora de la tercera edad del IESS, afirma que los talleres ayudan a los adultos mayores a sentirse mejor y a tener siempre algo que hacer.

“Estas clases brindan una nueva vida y les recuerda a los ancianos que nunca es tarde para aprender a hacer algo nuevo que quizás de jóvenes siempre soñaron”.

El baile, continúa,  es  terapéutico y los alegra. “Al estar en constante movimiento, las personas se sienten físicamente mejor. Cuando los señores se quedan en sus casas, les cae el mundo encima”. 

Eleonor Castro enviudó hace nueve años y empezó a bailar porque a su tercera edad  no quería estar sola. Después de trabajar durante casi 30 años, empezó a sentirse inútil.  “Soy la tesorera del grupo, por eso ahora siento que mi trabajo importa y la gente me necesita”, comenta mientras se  peina el cerquillo.   

En el caso de Ana Julia Gavilanes, una mujer  flaca y de brazos largos,  la danza es una oportunidad de aprender de sí misma y conocer los límites que tiene su  cuerpo.

Ana, de 79 años,  nunca se casó y siempre quiso dedicarse al arte, porque todo su tiempo lo dedicó al trabajo. Ahora toma clases de pintura, costura y baile en el IESS.

El lunes ellos llenaron el salón de baile, el cual es parecido al de las balletistas.      

En este mes, en promedio el grupo se presenta  cuatro veces por semana, por las fiestas de Guayaquil.

Según sus integrantes, se han presentado en Cuba, Argentina y Estados Unidos. 

El  jueves 21 de julio, el grupo Ilusión se presentará en el Teatro Simón Bolívar (MAAC) para hacer una exhibición de danza de melodías nacionales.

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