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El Telégrafo

Rusia abre el Mundial como un anfitrión sin ilusión

Jugadores de la selección de Rusia escuchan la charla técnica de su entrenador, Stanislav Cherchesov, en el centro de la cancha del estadio Luzhniki.
Jugadores de la selección de Rusia escuchan la charla técnica de su entrenador, Stanislav Cherchesov, en el centro de la cancha del estadio Luzhniki.
Foto: EFE
14 de junio de 2018 - 00:00 - Agencia EFE

Pocos dudan en Rusia que el Mundial que empieza hoy será un éxito organizativo, pero igual de pocos son los que creen que la selección nacional superará la primera fase (grupos), en la que sus rivales serán Arabia Saudí, Egipto y Uruguay.

“Antes había futbolistas, pero también había conflictos en el seno de la selección. Ahora no hay ningún tipo de conflicto, pero tampoco hay futbolistas”, comentó Igor Rabiner, el más famoso columnista deportivo de Rusia.

Según una encuesta realizada por la web de su propio diario, dos tercios de los fanáticos rusos creen que su selección no superará la primera fase, aunque el grupo A es considerado el más fácil del torneo.

Esto no había ocurrido nunca con el anfitrión de una Copa Mundial, ni siquiera con selecciones débiles y sin mayor tradición futbolística, como Estados Unidos en 1994, Corea del Sur y Japón en 2002 o Sudáfrica en 2010.

Sin talento, pero con mucha ilusión, Estados Unidos alcanzó los octavos de final en su Mundial y los surcoreanos, estimulados por su público y por la magia del holandés Guus Hiddink, llegaron hasta las semifinales tras eliminar a Italia y España.

Es verdad que la última gran generación del balompié soviético -Mostovoi, Shalimov, Kanchelskis, Karpin o Tsimbalar- fue una pléyade perdida que fue víctima de la caída de la URSS en 1991 y nunca llegó a superar la primera fase de una Copa del Mundo o de una Eurocopa.

Pero es que desde que Arshavin y Hiddink lideraran a la selección rusa hasta las semifinales de la Eurocopa de 2008, todo ha sido una decepción tras otra: eliminación en la repesca mundialista en 2010 y caída en la primera fase en 2014 -con Fabio Capello en el banquillo- y en las Eurocopas de 2012 y 2016.

Desde entonces, el nuevo seleccionador ruso, Stanislav Cherchesov, tuvo dos años enteros -sin participar en la fase de clasificación- para armar un equipo para el Mundial, con el paréntesis de la Copa Confederaciones en la que los eslavos fueron también superados en la primera fase, demostrando un pobre nivel futbolístico.

Los amistosos disputados en los últimos 12 meses no han alimentado el optimismo de los hinchas locales, sino todo lo contrario, ya que el único momento positivo fue el empate logrado en noviembre ante España en San Petersburgo (3-3), encuentro que es verdad que los rusos merecieron ganar, tras demostrar un mejor nivel.

Desde entonces, dos derrotas abultadas ante Brasil y Francia en marzo, una derrota por la mínima hace dos semanas en Austria y un pobre empate en casa ante una selección turca llena de suplentes.

Con esa mala racha, Cherchesov ha establecido un nuevo récord negativo en la historia de la selección rusa al sumar siete partidos consecutivos sin ganar, un resultado doloroso para una nación que ganó la primera Eurocopa (1960) y alcanzó las semifinales de la Copa del Mundo de Inglaterra 1966.

Rabiner admite que él esperaba una mejoría de la selección en las últimas semanas, pero que, visto lo visto, ahora considera que es difícil imaginar que Rusia vaya a pegar un cambio radical con vistas al encuentro inaugural de hoy ante su similar de Arabia Saudita.

En particular, destacó que contra los turcos el anfitrión disparó “una vez entre los tres palos” y apenas hubo alguna combinación ofensiva que estuviese cerca de llegar al arco.

Al hecho de que la generación actual “no es muy buena” se suman las lesiones en la línea defensiva -Vasin y Dzhikiya-, que han dejado un agujero en la retaguardia rusa de tal tamaño que ha sido convocado de nuevo el veterano Ignashévich, de 38 años.

Por ello, el periodista cree que si Mohamed Salah (última figura de la Champions League) se recupera, Rusia -que ya no la tendrá fácil ni ante la “cenicienta” del grupo, la Arabia Saudita de Juan Antonio Pizzi- pasará muchas dificultades frente a Egipto.

Una derrota en ese partido ante los pupilos del argentino Héctor Cúper comprometería la clasificación de Rusia para los octavos de final de su propio torneo, ya que el último partido de la primera fase los enfrentará a Uruguay, uno de los favoritos.

Los aficionados y la prensa critican a los jugadores por su falta de compromiso, pero en su mayoría cargan contra Cherchesov, lo que Rabiner considera injusto, ya que los problemas del fútbol ruso son mucho más profundos que una alineación.

Famosos rusos, además del exinternacional y actual técnico Valeri Karpin, han roto una lanza en favor de Cherchesov con una campaña llamada “El bigote de la esperanza” -el DT es famoso por su calva y bigote-, pero la afición no los ha secundado.

El único que parece mantener la ilusión es el más insospechado, el presidente Vladimir Putin, quien expresó su confianza en que, a la hora de la verdad, la selección de Rusia dé en el blanco y se consagre en su Mundial. (I)

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