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Análisis: Barcelona fue por un invicto y perdió el suyo

Hernán Barcos amagó algunas veces a Banguera antes de patear, al final remata al centro;  el arquero amarillo se lanza a su derecha y la pelota entra.
Hernán Barcos amagó algunas veces a Banguera antes de patear, al final remata al centro; el arquero amarillo se lanza a su derecha y la pelota entra.
Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO
30 de abril de 2018 - 00:00 - Elías Vinueza

Unos dicen Hernán Barcos y 10 más. Otros, Gabbarini, Barcos y nueve más. Pocos hinchas albos estaban a gusto con las actuaciones de Liga (Q) en el campeonato ecuatoriano de fútbol pese a ser segundo en la tabla de ubicaciones. La teoría era que si no fuera por los dos futbolistas argentinos antes mencionados, la ‘U’ estaría algunos escalones más abajo. Pero ayer, tras el triunfo sobre Barcelona, uno más -el número 31- en 21 años de historia del estadio de Ponciano los hinchas azucenas se fueron cantando a todo pulmón, motivados por el “Pirata”.

Quienes no son seguidores de Liga dirán que no es para tanto, mas lo conseguido por el equipo del uruguayo Pablo Repetto ha significado un envión anímico en el difícil camino para ganar la primera etapa ante Barcelona, Independiente, Universidad Católica, Emelec o Delfín.

La “U” recortó diferencias en la tabla, de estar a cuatro puntos se quedó solo a uno y  le quitó un invicto de 10 partidos a su rival. El logro, tal vez, gracias a un planteamiento de Repetto que ahogó a Barcelona, acostumbrado a desbaratar a sus adversarios a costa de desbordes de Marcos Caicedo, Ely Esterilla, chispazos de Érick Castillo y la eficacia de Juan Ignacio Dinenno en el área. Virtudes de las cuales el elenco de Almada  careció en el césped del estadio “Rodrigo Paz Delgado”, el nombre del máximo dirigente albo que a lo mejor ya tendrá elogios para un cuerpo técnico y un plantel que ha cuestionado duramente.

Repetto acumuló jugadores en media cancha y generó doble marca por los costados. Con José Quinteros y Anderson Julio anuló en muchas ocasiones a Marcos Caicedo en la banda derecha, mientras Cristhian Cruz y Johan Julio hicieron lo mismo con Esterilla en la izquierda.

Édison Vega y Jefferson Orejuela, en cambio, generaron muchas molestias a Gabriel Marques y Matías Oyola, que aportaron poco en la labor creativa. Y como Castillo fue absorbido entre los centrales y los mismos volantes de corte, el conjunto visitante atacó sin brújula.

La escasa construcción de juego del “Ídolo” evitó que Dinenno volviera a ser ese atacante peligroso que busca incesantemente golpear la pelota dentro del área. No fue sino hasta el segundo tiempo que su presencia pesó más ante el ingreso de Nahuelpán.

Liga no solo se cuidó con su esquema, cuando tuvo la pelota, casi siempre, llegó con facilidad y peligro constantemente a las inmediaciones del arco de Máximo Banguera. Y los zagueros amarillos sufrieron más de la cuenta para cortar las paredes y arremetidas blancas lideradas por Barcos, un jugador que hace ver el fútbol tan simple como vistoso.

El “Pirata” encontró esta vez un gran socio en Fernando “Chiqui” Guerrero, el segundo dolor de cabeza de los jugadores barcelonistas. Desde que arrancó el encuentro amenazó con hacer daño.

A los 14’ ya insinuó por segunda vez que si sus rivales no estaban concentrados y atentos no perdonaría. Gambeteó a dos zagueros y su remate alto debió ser desviado  por Banguera.

Si no era Guerrero era Barcos, que en dos jugadas seguidas (16 y 20) metió en la onda a los hermanos Anderson y Johan Julio y puso en aprietos a Barcelona.

Hasta ese momento el invicto no dio indicios de mejoría ni defensiva ni ofensivamente. Y fue en medio de ese letargo que el “Pirata” inició una pinturita cuchareteando la pelota para luego habilitar al insistente “Chiqui” que definió con clase tras ganarle la espalda a Pedro Pablo Velasco que apostó más a ver la banderita del juez de línea en alto que en cerrar la acción.

El penal de los 53” no fue tan claro, pero lo cierto es que hubo mucho mérito albo en la jugada en la cual Anderson Julio rompió la trampa del fuera de juego y enfrentó solito a Banguera. Fue la oportunidad para que Barcos decore su actuación. También fue la situación que obligó a Barcelona a levantar y atacar. Nahuelpán entró, lideró ese accionar y solo le puso drama al partido que unos sí y otros no consideran Clásico. (I)

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