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Paúl Ambrosi Zambrano, exfutbolista y actual empresario

“El descenso de Liga fue una ‘bendición’ para nosotros”

“El descenso de Liga fue una ‘bendición’ para nosotros”
Foto: Álvaro Pérez / ET
12 de mayo de 2019 - 00:00 - Redacción Fanático

La herencia futbolística de Paúl Ambrosi la recibió de su padre Franco y su tío Rodrigo, quienes jugaron, aunque no de manera profesional, como lo hizo el lateral zurdo nacido de Guaranda (provincia de Bolívar, centro) hace 38 años.  

Esos genes, reflejados en la pasión que siente por el balompié, se notan en cada una de las paredes de la casa del exfutbolista de Liga de Quito y Olmedo de Ecuador, Rosario Central (Argentina), Cerro Porteño (Paraguay) y la selección nacional, con la que disputó el Campeonato Mundial Alemania 2006.

Los cuatro títulos internacionales, Copa Libertadores 2008, Recopa Sudamericana en 2009 y 2010 y la Copa Sudamericana 2009, son los máximos logros que alcanzó “El Tano” o “El Checho”, como lo conocen. 

El primer club profesional fue Liga de Quito, ¿cómo llegaste a esta institución?

Me inicié jugando en la barrial en el Juventus de Carcelén, con el que aún juego aunque ya más tranquilo que antes (sonríe). De ahí me descubrió se podría decir así el profesor José “Petiso” Romanelly, quien me vio jugar en la selección de la Academia Militar Borja 3 en un intercolegial y me preguntó que si quería ir a Liga y yo le dije que claro.

¿Qué dijeron tus padres, porque a veces se oponen y dicen que primero son los estudios?

Nada de eso, más bien me apoyaron y mi papá estaba contento porque le gusta el fútbol, incluso decían que él tenía buenas condiciones pero no lo tomaba muy en serio y por eso no fue profesional, Y también estaba mi tío quien tuvo una propuesta de Emelec, pero por ese arraigo familiar decidió permanecer en Loja, donde nacieron los dos.

Y mi mami (Victoria Zambrano) también respaldó mi decisión, claro que me dijo que no deje de estudiar y por eso me gradué en ingeniería comercial en la Universidad Técnica Particular de Loja.

¿Alguna vez rompiste un vidrio por jugar a la pelota?

(Piensa un momento) Algunas (sonríe). Una vez estaba jugando en la cama de mis papás, junto a ella estaba mi hermana menor en la cuna. Entonces di una chilena y la pelota golpeó en un cuadro de la Virgen, los vidrios gracias a Dios no cayeron donde mi ñaña sino en el piso, pero yo por la desesperación que mi papá no me hable me escondí debajo, cuando llegó él se asustó más porque me pude haber cortado, antes que enojarse por la travesura que hice. Así también, mi mamá tenía una papelería y con mi hermano siempre rompíamos los vidrios de los escaparates, pero ellos no eran de pegarnos, solo nos regañaban y aconsejaban. Eran mucho de hablar con nosotros. 

¿Cómo fue el salto al profesionalismo?

Llegué a Liga en 1996, fui llamado a la selección sub-17, pero no me llevaron al Sudamericano por un tema de documentos, tenía todo en regla pero no sé qué paso a último momento, después regresé al equipo y la seguí peleando. Hasta que en 1999 ascendí al primer equipo, donde empecé como volante ofensivo, pero el profesor Fernando Díaz, quien era asistente técnico de Manuel Pellegrini me puso como lateral y yo no sabía defender y le dije que quería aprender a marcar, poco a poco fui creciendo en esa posición que me dio tantas alegrías.

¿Recuerdas tu debut en primera división?

Claro, fue en el 2000 contra El Nacional, ganamos creo 4-1. En primer lugar no sabía que iba a estar en la lista de concentrados y peor que luego iba a jugar, por eso estaba nervioso, me tomó de sorpresa que el “profe” Pellegrini me dijera que iba  a ingresar. Ese año también jugué la Copa Libertadores, creo que le gustó el trabajo que hice.

En 2000 Liga descendió a la Serie B, ya eras parte del primer plantel ¿cómo tomaron esa circunstancia?

Para nosotros, los jóvenes que veníamos de las formativas fue una “bendición”, porque de ahí salimos algunos jugadores, como Franklin Salas, Néicer Reasco, Carlos Tenorio. Y eso nos sirvió para que en 2001 subamos a la A.

Además de ser una “bendición” para ustedes a Liga le sirvió para reestructurarse y lograr los títulos que logró después ¿lo consideras así también?

Claro que para los hinchas, dirigentes y jugadores fue una gran tristeza bajar de categoría, pero algunos hasta agradecen porque de ahí salió un grupo que al final terminamos con una consecución muy importante para el fútbol ecuatoriano y para Liga también como fue la Libertadores en 2008 y las subsecuentes estrellas internacionales.

¿El título de la Libertadores es tu mayor logro?

Puede ser, pero también tengo otros recuerdos importantes como el ascenso a la Primera A, los campeonatos nacionales y las Recopas y la Sudamericana, es decir no me quiero quedar con uno solo porque todos tienen su importancia. También valoro haber jugado un Mundial de Clubes (2008 en Japón) y Campeonato del Mundo en Alemania 2006.

¿Crees que Liga dio la pauta con esos logros internacionales para el fútbol ecuatoriano?

Considero que el crecimiento venía ya desde antes con la selección que clasificó a dos Mundiales absolutos. De ahí nosotros fuimos dejando cosas interesantes desde 2003, es decir veníamos marcando el camino tras lo que hizo la Tricolor. Y el balompié local puede seguir dando más cosas y buenos resultados.

¿Cuánto benefició la llegada de Jorge Fosatti y su cambio de sistema del 4-4-2 al 3-5-2, incluso en tu posición, que te hizo más un volante ofensivo?

El “profe” cambió totalmente la filosofía de juego en Liga, porque nos gustaba más la línea de cuatro y esta variación fue quedándose en los jugadores y la hinchada. Al principio me incomodó un poco, pero fuimos acoplándonos y pudimos explotar las condiciones que teníamos, junto con Néicer (Reasco) por la derecha, empezamos a marcar muchos goles.

A propósito de Néicer ¿es tu compadre?    

Sí, soy padrino de Mell (quien es una de las mejores tenistas juveniles de Ecuador) y mi esposa (Silvia Pardo) es madrina de Djorkaeff (también futbolista), entonces somos compadres por los dos muchachos.

Por los títulos alcanzados por Liga, ¿se puede decir que está fuera del lote de los demás clubes ecuatorianos?

Liga lo logró por el sacrificio que hicieron la dirigencia y los jugadores y así lo puede lograr otro equipo nacional, pero lo que sí creo es que dejamos la vara muy alta, será muy difícil llegar a eso.  

Después de esos triunfos ¿los “albos” se conformaron?

Para nada, más bien fuimos madurando y convirtiéndonos en un equipo, no tanto europeo digamos, pero sí que quiere reflejarse en ellos. Por ejemplo se trabaja en tratar al jugador como se lo hace en Europa y eso es fundamental para seguir creciendo.

¿Qué tal la experiencia en Rosario Central y Cerro Porteño?

Bauza me recomendó para ir a Rosario, no me pude quedar mucho tiempo porque el club argentino le debía dinero a Liga y no se pudo extender el contrato. Apenas llegué me dijeron que no se podía perder el clásico contra Newell’s Old Boys, por suerte los dos que jugué empaté así que la saque fácil (sonríe).

Y en Cerro solo estuve seis meses por cuestiones más familiares, mi esposa no se adaptó a Asunción y tomé la decisión de volver.

Tras jugar en Olmedo tuviste la propuesta de actuar en Deportivo Quito, acérrimo rival de Liga ¿Por qué no se dio?

Quería quedarme jugando en Quito, pero no en ese equipo (refiriéndose a los “chullas”) y no porque no quería estar con ellos, sino porque ya veía que la situación económica de ellos no era buena y a mí no me gusta entrar en juicios por dinero que me deben. Olmedo me quedó debiendo.

En la selección absoluta ¿la experiencia del Mundial 2006 fue la mejor?

Bonita. Me fui ganando espacio en la selección desde el profesor (Hernán Darío) “Bolillo” Gómez, luego con (Luis Fernando) Suárez quien me llevó al Mundial.

Jugar un torneo de esa magnitud es el sueño de todo jugador.

¿Es comparable disputar un Mundial con ganar una Libertadores?

Son sensaciones diferentes. Todo futbolista quiere estar en un Mundial y llegar a ganar una Libertadores, pero son cosas distintas y se disfrutan por igual.

¿Fuiste parte de la trifulca entre jugadores de Liga y Barcelona en 2006 en Casa Blanca?

Sí estuve, lancé una patadita que gracias a Dios nadie vio sino me abrían suspendido como a (Agustín) Delgado. Lo que pasó es que un jugador lo trató de “viejo” al “Tin” y en la última jugada del partido se cruzaron este futbolista, de quien no quiero dar su nombre, y Agustín y empezó la bronca.

Yo estaba del otro lado de la pelea, cuando se acercó el colombiano Elkin Soto, pensé que me iba a pegar, pero me abrazó y me dijo “quédate aquí y no hagas nada”, eso me sorprendió pero fue bueno porque evitó que me sancionen.

Tras el retiro en 2014 ¿por qué no seguiste la carrera de entrenador?

En ese momento no quería, quién sabe y luego me decida. Más deseaba dedicarme a mi familia y profesión, es más lo estoy haciendo en la empresa que formé con mi padre que se llama Ambromayor, que se dedica a avalúos, catastros y bienes raíces.

De los casi 45 goles que marcaste ¿cuál es especial?

Varios. Uno contra Santos de Brasil en la Libertadores, otro contra Tacuarí que lo hice con una media tijera, así como uno con Barcelona en 2011. También los que hice en la Serie B. En Rosario anoté uno pero no sé si me lo dieron porque fue un centro que terminó en autogol de Juan Sebastián Verón; los compañeros corrieron a abrazarme y felicitarme.

Con la selección nunca pude marcar oficialmente, convertí unos en amistosos.

Te conocen como “El Tano” o “El Checho” ¿cuál te gusta más?

Los dos, no tengo problema, Tano por la ascendencia italiana de mi apellido y Checho por un periodista que era amigo de mi padre y le decían así.

¿Cómo conociste a tu esposa?

En el barrio (Carcelén). Al principio no le caía bien porque decía que no le paraba bola por estar pensando solo en el fútbol y era cierto, pero después ya me fueron interesando las mujeres y la conocí a ella, nos enamoramos y nos casamos por el civil y luego de seis años por el eclesiástico. (I)

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