Del rumor a las pruebas. Football Leaks dio ese salto en menos de cinco meses en la red, develando documentos confidenciales que ponen a la luz nombres, entidades y cifras que manejan los ‘patrones’ de la actual industria del fútbol.

¿Qué hacen? Revelar ‘la letra pequeña’ de los millonarios acuerdos por jugadores y técnicos. ¿Quiénes son? Se presume que ‘hackers’ de internet. ¿Dónde se originaron? Probablemente en Portugal, pero también se los ha  referido en Rusia. ¿Por qué lo hacen? La respuesta podría sonar un tanto romántica.

Desde el 29 de septiembre de 2015, Football Leaks sube en la web -potenciada por wordpress.com- copias de los contratos de fichajes de jugadores y directores técnicos en formato PDF. Los documentos han captado la atención del mundo por ser evidencias del despilfarro en tiempo de crisis mundial, la competencia desleal y el acaparamiento del mercado en el fútbol. También dejaron a la luz banalidades que en este deporte profesional se cumplen por contrato.

Fue el estratega portugués Jorge Jesús el primero en quedar expuesto. De allí el origen luso que se le atribuye al portal. El 4 de junio del año anterior, el amadorense llegó a Sporting Lisboa con un gran cartel de 13 títulos nacionales. Esto hizo suponer que se trataba de una fuerte inversión, pero la realidad se separaba de toda presunción.

Football Leaks reveló el contrato que se firmó sobre los cinco millones de euros anuales, con premios de entre un cuarto y medio millón por logro alcanzado. Es claro que hay técnicos que ganan más, pero pocos pueden decir que representan el 20% del presupuesto anual de su plantel.

El escándalo ha puesto bajo la lupa la gestión del presidente Bruno de Carvalho, quien fue el primero en la lista de dirigentes, empresarios y agentes, que actualmente persiguen a la web. Tras la conmoción en el club lisboeta, los cables siguieron propagándose. La sobrevaloración de Falcao, una cláusula que obliga al Arsenal avisar a Real Madrid sobre las ofertas que le lleguen por Özil y el compromiso de una empresa asiática de promocionar productos a la altura de la imagen de Neymar son algunos de los ‘bombazos’ (ver infografía) más sonados.

Lo documentos colgados en  footballleaks2015.wordpress.com suelen desaparecer a pocas horas de su publicación, por lo que la herramienta ‘share’ (compartir) se ha vuelto el principal recurso de los responsables de la red, quienes han revestido de heroísmo su propósito de ser. “Se trata de una organización creada en busca de la verdad, convencida de que solo a través de la presión pública se puede destapar la parte oculta del fútbol”, declararon los dueños del portal a Marca.com (España), medio que junto a The Times (Reino Unido) son los únicos en haber tenido contacto con ellos por vía e-mail.   

De estas entrevistas cortas se han establecido otros tres aspectos de la organización: tienen alrededor de 500 gigabytes en documentos a revelar, no se consideran ‘hackers’ porque aducen que la información fue recibida de fuentes directas, y se han negado a recibir sobornos por su silencio, de parte de empresas aludidas en los cables. En medio del aparente ‘altruismo’ que denota la labor de Football Leaks, resulta normal que se hayan ganado enemigos de peso.

A la caza de los ‘topos’

Lo que divulga la red ha puesto en apuros a más de uno. Los mismos autores del portal presumen que sus documentos darán pie a investigaciones en torno a agentes y fondos privados que se aprovechan de clubes con problemas de liquidez y les  imponen cláusulas abusivas en los contratos que firman con ellos, destruyendo sus economías. Algo muy parecido al delito de usura.

El agente Jorge Mendes, representante de Cristiano Ronaldo y una constelación de estrellas, ha quedado expuesto en sus millonarios y disparatados traspasos. Lo mismo ha ocurrido con el presidente de Real Madrid, Florentino Pérez. Ellos, sumados a otros emporios afectados como Doyen Sports, han contratado espías, defensa informática, y asesoría jurídica para combatir a Football Leaks. El tema investigativo no solo ha quedado en manos privadas, la inteligencia británica (Scotland Yard) y las fiscalías de España y Portugal están tras la pista de los responsables.