Independiente del Valle y Atlético Nacional jugaron la noche del miércoles a no perder. Mostraron con sus tácticas conservadoras que preferían mantenerse bien ordenados en la defensa y no dejarse hacer daño más que hacerlo. Para el espectáculo mal, para sus aspiraciones, talvez, bien, porque llegarán al estadio Atanasio Girardot de Medellín con las mismas opciones de levantar el trofeo de la Copa Libertadores 2016, pese a que los ‘verdiblancos’ serán locales y dieron una ligera mejor impresión que el rival. Quienes han disputado esta clase de partidos saben que en las finales, normalmente, los equipos tienen un comportamiento distinto al presentado en instancias previas. Los ofensivos se hacen cautos, los cautos se hacen defensivos y los estilos sufren ajustes o quedan en segundo plano. Ayer, los mejores cuadros del torneo continental del año acumularon mucha gente en la mitad de la cancha que defendían y atacaron con excesiva prudencia, aunque con ciertas diferencias: Atlético Nacional llegaba a las inmediaciones del área sangolquileña con cuatro o cinco hombres tocando la pelota con exactitud y poca velocidad para evitar perderla y exponerse a un contragolpe, mientras Independiente intentaba lo mismo, pero solo con 2 jugadores, Sornoza y José Angulo, que intentaban conectarse por medio de una pared que los zagueros colombianos impidieron, excepto la que terminó con un remate de zurda del goleador tras una habilitación de Julio Angulo. Sumar gente en ataque le permitió al conjunto de Reinaldo Rueda adelantarse en el marcador y luego hacer su negocio hasta el minuto 83 replegándose y mezquinándole la pelota al conjunto de Pablo Repetto, que no halló  en Sornoza, Bryan Cabezas y Julio Angulo a los futbolistas habilidosos y creativos que rompieran la rutina del partido: con Nacional tocando la pelota de un lado a otro y los locales sin la capacidad para sostener el balón y entrar al área con peligro. El campeón de la Libertadores de 1989 encontró su premio, a través de Orlando Berrío, sin practicar un fútbol vistoso, pero le bastó con su propuesta y con la genialidad del atacante de 25 años que superó a Arturo Mina y Luis Caicedo.

Y como los resultados en el fútbol no siempre dependen de merecimientos, Independiente también encontró un gol sin brillar, aunque sí por su intento de ser más ambicioso al final. Repetto confirmó, a los 70 minutos, que Cabezas y Julio Angulo no llegaron a su mejor techo futbolístico como contra Boca Juniors y se vio obligado a cambiarlos por Johnny Uchuari y Jonathan González, quienes aportaron con energía y ganas para levantar al equipo ‘rayado’. El gol salvador de Mina equilibró la definición para el encuentro de vuelta en Medellín y mantiene la ilusión intacta. Independiente no jugó tan bien, pero es berraco. (I)