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El Telégrafo

El argentino será el amuleto del FC Barcelona en la final de la Champions League ante la Juventus que se jugará este sábado (14:00)

Leo Messi , el dios del Olimpo

Leo Messi , el dios del Olimpo
02 de junio de 2015 - 10:55 - Gorka Castillo. Correponsal en España

No hubo color. O sólo existió uno: el blaugrana de la camiseta del Barça. El Athletic de Bilbao no logró hacerle ni cosquillas. De nada sirvió que 50.000 seguidores vascos rugieran sin cesar desde la grada para mantener intacto el sagrado espíritu de lucha de un león superado en todas las facetas del juego.

En realidad, la victoria culé formaba parte de la lógica más elemental del fútbol. Sobre todo cuando Leo Messi está inspirado, como sucedió el sábado pasado en la final de la Copa del Rey. Entonces, ganar al FC Barcelona se convierte en una tarea imposible. La derrota cae sin remisión y al equipo contrario sólo le queda aceptarla como se acepta la ley de la gravedad.

Lo cierto es que el Athletic peleó y puso entusiasmo pero futbolísticamente no fue rival de un Barça que se encamina al triplete de la mano de un futbolista irrepetible. El gol con el que Messi abrió el partido y puso a su equipo en el camino de la victoria ocupa ya un lugar entre los mejores de la historia.

El conjunto vasco sólo logró sostener el pulso del partido durante los 10 primeros minutos de la gran final, los que tardó la máquina de Luis Enrique en calentar sus piezas. A partir de entonces, el mejor futbolista de la historia comenzó su particular repertorio de regates, amagos y pases perfectos de banda a banda. Así hasta que el minuto 20 completó una obra maestra.

Tras irse de su marcador por fuera, dejó sentados a dos rojiblancos con un autopase increíble, driblando a un tercero y soltando un zurdazo perfecto a la base del palo. Todo ello en tres o cuatro segundos, los que durarían los rayos que lanzaba Zeus desde el Olimpo. Digamos que el Athletic tuvo verdadera mala suerte: El único futbolista del planeta capaz de hacer esa jugada estaba allí para hacérsela.

El gol, que quedará en la memoria por su belleza y su extrema dificultad técnica, tuvo un efecto demoledor en los leones vascos. El equipo rojiblanco quedó desarbolado y ya no levantó la cabeza. Hay que comprender también a sus jugadores. Habían llegado para jugar contra el mejor equipo del mundo en su propio estadio, lo que ya era un desafío colosal, pero no contra los elementos, contra esa fuerza de la naturaleza incontenible como es Leo Messi.

Lo que sucedió durante el tiempo restante entra dentro de lo humano. El Barça siguió a la suyo, acelerando en los momentos juntos, para taladrar el arco rojiblanco en dos ocasiones más, una renta escasa para la diferencia en el juego pero suficiente a seis días de la final de la Champions.

Los últimos minutos del partido se fueron consumiendo como la llama de un cerillo hasta que Neymar surgió de la nada. Una sobrada del brasileño ante su jovencísimo marcador con el partido completamente decidido, casi concluye en bronca.

Tuvo que intervenir Xavi Hernández, el capitán blaugrana que ayer se despidió para siempre del Camp Nou, para sacar a su compañero de la leonera en la que se había metido. El propio DT culé mostró su disconformidad con la actitud del astro brasileiro durante la rueda de prensa posterior al encuentro: “Entiendo el enfado de los jugadores del Athletic.

Si yo hubiera estado en su lugar también hubiera respondido a Neymar incluso de peor manera”, selló Luis Enrique rebosante de deportividad y gratitud hacia un club como el Athletic de Bilbao que siempre ha admirado. A su homólogo rojiblanco, Ernesto Valverde, no le quedó más que rendirse a la evidencia y reforzar la argamasa sentimental que cincela al equipo vasco.

“El milagro somos nosotros, el Athletic”, zanjó con emoción su mensaje, dirigido a los miles de seguidores de un club que juega sin extranjeros pero nunca cejaron en la pelea por un sueño imposible: Aniquilar a las fuerzas inexorables del destino para tener alguna posibilidad de arrebatar la Copa de las manos del FC Barcelona. Pero entonces surgió Leo Messi y Morfeo se desvaneció.

Para los culés ha comenzado la cuenta atrás para su gran cita del año. Será en Berlín, el próximo sábado, ante la Juventus de Turín. Pero aquella será otra historia. (D)

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