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El Telégrafo

Este Mundial consiguió una asistencia de 1,35 millones de personas en los estadios

La presión ofensiva fue clave en el éxito de Estados Unidos

Christie Rampone (izq.) muestra el trofeo a su llegada a Los Ángeles. La acompaña Becky Sauerbrunn. Foto: AFP
Christie Rampone (izq.) muestra el trofeo a su llegada a Los Ángeles. La acompaña Becky Sauerbrunn. Foto: AFP
08 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Fanático y Agencia AFP

La séptima Copa Mundial Femenina de la FIFA fue sin duda una edición cargada de récords. Y no solamente porque el cuadro del torneo escenificado en Canadá presentara más selecciones en busca del trono, con un total de 24, sino porque las flamantes campeonas estadounidenses establecieron una nueva plusmarca: con 3 títulos, el conjunto norteamericano es el más laureado en la historia del certamen. Además, con sus 112 tantos en las 7 ediciones, ha desbancado a Alemania (111) como equipo más goleador.     

En una final espectacular, el combinado de las barras y las estrellas pasó por encima de Japón, defensor del título, al que arrolló por 5-2. A los 16 minutos de partido, el marcador ya reflejaba un esclarecedor 4-0. Con su tripleta, Carli Lloyd se erigió en la figura más destacada del encuentro. Ironías del destino: hace 4 años falló una pena máxima en la final contra el equipo nipón.   

Nada menos que 14 futbolistas estadounidenses se han tomado ahora la revancha de aquella derrota en 2011. Lloyd, distinguida como mejor jugadora del torneo con el Balón de Oro Adidas, habló al término del choque de una actuación legendaria, mientras que la arquera Hope Solo describió el triunfo como “el momento más hermoso de su vida”.

La trayectoria del combinado norteamericano fue aplastante a lo largo de todo el torneo. Solo encajaron dos goles en el primer encuentro del Mundial y en el último, y Hope Solo, la bella guardameta, llegó a acumular antes de la final cinco partidos sin recoger el balón dentro de su portería.

Este detalle ratifica la afirmación de la defensa Becky Sauerbrunn, quien antes de la final dijo: “Los ataques ganan partidos, las defensas ganan títulos”.  Estados Unidos volvió a demostrar que trabaja como un auténtico bloque. La presión que ejerció desde el principio del torneo impidió a sus oponentes entrar en los partidos. Todas las piezas de la selección empujaron en la misma dirección y se compenetraron.

A los rivales les resultó imposible encontrar huecos. Las norteamericanas mostraron solidez en su defensa y mucha audacia ofensiva. El mismo Norio Sasaki, entrenador del seleccionado de Japón que perdió la final, reconoció que la fortaleza y la velocidad de las estadounidenses sorprendieron a sus jugadoras.

Esta edición del Mundial fue la más vista en la historia en EE.UU., y consiguió mejores cifras desde la final femenina celebrada entre Estados Unidos y China en 1997, cuando 18 millones de espectadores no se perdieron el partido. Una cifra similar a la que cosechó el pasado año el partido entre Estados Unidos y Portugal del Mundial Brasil 2014, con 18,2 millones.

Los partidos disputados por las estadounidenses en Canadá promediaron una audiencia de 5,3 millones de espectadores, una cifra significativa teniendo en cuenta la media inferior que obtiene la cadena Fox, y más aún si se compara con los 2 millones que promedió el Mundial de 2011. En cuatro años, el fútbol femenino ha conseguido duplicar sus audiencias en el país.

Este Mundial consiguió una asistencia total de 1,35 millones de personas en los estadios y una suma de 146 goles marcados. La mayor asistencia de aficionados se registró en el encuentro de cuartos de final, celebrado en Vancouver, entre Canadá e Inglaterra, con 54.027 personas, según datos de la FIFA. (I)

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