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La pasión por el rey de los deportes que siente el presidente Xi Jinping lo ha llevado a desarrollar políticas de gobierno para impulsar su desarrollo desde los colegios, como materia obligatoria
El fútbol chino, un proyecto de Estado
Que el presidente Xi Jinping concretara a finales de 2015 la derogación de la “política del hijo único” no solo marcó un cambio en la dinámica del control poblacional de la República Popular China. El desarrollo económico del gigante asiático competía con la naturaleza, y es así como se había encaminado peligrosamente a ser un país de viejos, antes que uno de ricos.
Abierta la posibilidad de que se conciban dos hijos por matrimonio, quedó estéril aquel modo de vida que desde 1978 -cuando se aprobó la antigua ley- se caracterizó por el individualismo en todos los aspectos, incluyendo el deporte.
China nunca se destacó en los deportes de grupo. Sus exponentes de talla olímpica se dieron a conocer en disciplinas como el tenis de mesa, el ajedrez, el bádminton o el atletismo. El fútbol siempre quedó relegado a un segundo plano y no solo por cuestión de preferencias, pues desde el núcleo familiar existían limitaciones para establecer la relación de interdependencia que exige este deporte.
Hoy el fútbol en China es una política de Estado y, como tal, requiere de la participación de todos los actores que lo componen. Mientras Xi Jinping -amante confeso del balompié- trabaja junto al poder Legislativo desarrollando normativas, como la de instaurar el fútbol como materia obligatoria en los colegios, el sector industrial potencia las ligas profesionales con el fichaje voraz de las estrellas del mundo.
Para muchos se reduce a un desfile de chequeras durante el mercado de invierno, en el cual los equipos de la Superliga derrocharon más de $256’000.000 contratando ‘cracks’. El fichaje más costoso registrado hasta hora lo efectuó el Jiangsu Suning, poniendo $50 millones por el brasilero Álex Texeira. Pero detrás del deslumbrante poderío económico existe un propósito de la mano con la mencionada política de Estado. Aquellos jóvenes que hoy cultivan la pasión por el rey de los deportes necesitan referentes para inspirarse y si estos antes estaban en las lejanas ligas de Inglaterra y España, ahora pueden ser vistos de cerca en la Superliga de China.
Reformas integrales
El líder Xi Jinping no ha sido discreto en sus intenciones. Desde 2011 en China es de conocimiento público que su objetivo es ver a la selección masculina de nuevo en un Mundial, que el país pueda ser tomado en cuenta para la organización de dicho torneo y, por qué no, levantar la copa en su momento.
Su plan no solo se ha gestado en base al poder ejecutivo y económico con el que cuenta para lograrlo. La estructura de su proyecto se inició con cambios en la administración del deporte dentro de la nación, la que antes recaía totalmente en la Asociación Nacional de Fútbol. Dicha entidad había perdido el respeto popular ante una serie de escándalos por amaños y otros actos de corrupción en las competiciones profesionales.
El Presidente delegó la misión de potenciar el balompié al Ministerio de Educación, y fue así como consiguió que constara entre las asignaturas obligatorias. Una publicación del Washington Post de febrero de 2015, resalta que parte del plan de potenciación incluye construir hasta 2017 al menos 20.000 escuelas de fútbol que garanticen la producción de una base de 100.000 jugadores con miras al profesionalismo. Dicho artículo ya preveía la llegada de 35 estrellas mundiales al país como una estrategia de captación de adeptos, además de planes de intercambio de estudiantes que practiquen el deporte en países más futbolizados.
La iniciativa de los clubes también ha sido importante. El Guangzhou Evergrande, por citar un ejemplo, llegó a un acuerdo con el Real Madrid de España para que este le cediera su imagen de marca y su metodología de trabajo. El objetivo fue crear la mayor escuela de fútbol en la república. El proyecto emprendido en 2014 vio sus primeros frutos a mediados de 2015, cuando consiguieron enrolar 2.400 niños y 100 niñas, de entre 7 y 15 años, en la academia. La aspiración es pasar de los 10.000.
El impulso industrial
Si el desarrollo de la Superliga se hubiera basado en la rentabilidad que deja el torneo probablemente faltarían muchos años para la publicación de este artículo. Dejando de lado el hecho de que los equipos alcanzaron la profesionalización hace apenas 20 años, la capacidad financiera de los clubes en base a sus ingresos por el rubro deportivo es menos que limitada, pero al rescate han salido los magnates chinos y sus emporios.
La Liga de primera división China cuenta con 16 equipos. Todos ellos gozan del respaldo financiero de entidades estatales y privadas que han diseñado sus propios planes de crecimiento sostenido. Cinco de los clubes (Yatai, Shandong, Henan, Tiajin y Shanghai SIPG) son financiados por empresas públicas (ver infografía) dedicadas al desarrollo inmobiliario, energías y actividad portuaria. Se trata de conglomerados que generan ganancias anuales por encima de los $1.000 millones.
Los equipos restantes han conseguido atraer la inversión de poderosos magnates chinos que normalmente compiten en los rankings de Forbes y Fortune por un lugar en el top de los más ricos del país.
El club Guangzhou Evergrande, pentacampeón reinante del torneo, es la entidad con mayor respaldo económico en el país. A sus arcas llega el financiamiento del holding Evergrande Group, del billonario Hui Ka Yan, sexto hombre más adinerado de la nación. Se suma el aporte del propietario del gigante de las compras en línea Alibaba,
Jack Ma, el cual según Forbes es la trigésima segunda persona más poderosa del planeta.
Para esta temporada el Evergrande, pese a ser el más poderoso, no pudo vencer en materia de fichajes a su rival de chequera, el Jiangsu Suning. El club de la ciudad de Guangzhou gastó $42 millones por el colombiano Jackson Martínez, convirtiéndose al inicio de la semana pasada en un traspaso histórico. Pero el Suning se llevó esta cantidad por delante al fichar a Álex Texeira (ex-Shakhtar Donetsk) por $50 millones.
Los clubes han contratado caro el talento extranjero, pero también han apreciado a los jugadores nacionales; es así como el chino Lu Zhang pasó del Liaoning FC de primera (al que llegó por $ 35.000) al Tianjin Quanjian, del ascenso, por $11.9 millones. (I)