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El Telégrafo

ARGENTINA DESISTIÓ ESTA SEMANA DE COMPETIR COMO SEDE

Chile y Uruguay quieren organizar el Mundial 2030

El estadio Nacional de Chile tiene capacidad para 48 mil aficionados, cifra que no cubre las exigencias de FIFA. Foto: Internet.
El estadio Nacional de Chile tiene capacidad para 48 mil aficionados, cifra que no cubre las exigencias de FIFA. Foto: Internet.
06 de noviembre de 2014 - 00:00 - Alejandro Tapia

“Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”. Ese fue el eslogan que utilizó Chile para organizar el Mundial de Fútbol de 1962, uno de los eventos deportivos más importantes en la historia de Sudamérica. Para ese Mundial, Chile debió construir el Estadio Nacional y otros recintos que aún son utilizados en el campeonato local. En aquella época el país no contaba con una infraestructura apropiada y todo se hizo con una mística y profesionalismo que hasta hoy se destacan. 

Pero ahora Chile va por más. La idea de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) es que el país organice el Mundial de 2030, junto a Uruguay. Ese año se cumplirán 100 años desde el primer gran evento futbolístico ‘charrúa’, y qué mejor para Chile que intentar sumarse como anfitrión de esa fiesta. Hasta ahora, 5 países se han ‘repetido el plato’ como organizadores de un Mundial: Italia, Francia, Brasil, México y Alemania.   

Como en 2030 la sede mundialista le correspondería a Sudamérica (después de Rusia 2018 y Qatar 2022), el plan de Chile es volver a ser sede del Mundial, emulando lo que ocurrió con Corea del Sur y Japón en 2002. Es decir, que el hecho de no tener fronteras no sea impedimento para que se lleve a cabo el evento futbolístico más importante del planeta. En avión, entre Santiago y Montevideo hay apenas dos horas de viaje.

Esta semana, el presidente de la ANFP, Sergio Jadue, anunció la apuesta chilena, con bombos y platillos. “La posibilidad de una opción legítima de organizar solos o a la par con Uruguay es real”, dijo Jadue.   

Las aspiraciones de Chile no solo se basan en buenas intenciones. Las conversaciones para que el Mundial vuelva a Sudamérica -después de la reciente Copa del Mundo en Brasil, que tuvo un costo de $ 14 mil millones- están avanzadas. Tanto así que Jadue ya conversó con el nuevo presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Wilmar Valdez. “Los uruguayos saben las circunstancias económicas y de infraestructura de su país y que no pueden realizarlo solos”, afirmó Jadue.

En medio de este ambiente de optimismo, las posibilidades se abrieron aún más para Chile y Uruguay después de que Argentina desistiera de intentar competir como sede para 2030.  

El vicepresidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Miguel Ángel Silva, le dijo al diario chileno La Tercera: “Argentina no está pensando en el Mundial de 2030. Ni siquiera lo contemplamos todavía. Si me lo pregunta concretamente, Argentina no se postula a organizar esa Copa del Mundo”. Estas declaraciones han generado grandes expectativas en Chile y la propuesta formal será presentada en las próximas semanas al mismísimo presidente de la FIFA, Joseph Blatter, en Suiza.

Experiencia como anfitrión

A su favor, Chile cuenta con el hecho de haber organizado un Mundial en 1962 y posteriormente los mundiales Sub-20 en 1987 y 2008. Pero, además, Chile será sede del Mundial Sub-17 en 2015, al igual que de la Copa América. Por eso es que los dirigentes chilenos han puesto énfasis en que la Copa del Mundo de 2030 depende de cómo resulte la organización de estos dos importantes eventos deportivos.    

Para llegar a buen puerto, Chile y Uruguay tendrán que hacer millonarias inversiones en recintos deportivos, pero también en los lugares de entrenamiento. La FIFA exige que la final debe ser jugada en un estadio con 80 mil asientos, pero ni el Centenario ni el Estadio Nacional cumplen con ese requisito. El primero tiene capacidad para 65 mil personas y el chileno para 48 mil. Por eso, la idea es construir un nuevo coloso.  

Al mismo tiempo, la FIFA exige al país anfitrión un mínimo de 12 estadios para 40 mil personas. Durante el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) se construyó una serie de nuevos estadios y se remodelaron 12, tanto en Santiago como en otras regiones, aunque sus capacidades no llegan a 40 mil. De todos modos, son estadios modernos que perfectamente podrían ampliar su capacidad.

Sin embargo, una de las mayores exigencias tiene que ver con que Chile y Uruguay necesitarían al menos 64 complejos deportivos de primer orden como base de operaciones de las selecciones de los 32 países participantes, además de otras 48 en las sedes por si un país deba jugar en una ciudad diferente a la de sus prácticas. Y es más, el país anfitrión debe tener 60 mil habitaciones de hotel habilitadas.

El desafío, reconocen las propias autoridades chilenas y uruguayas, es mayor, pero no imposible. Ya está el precedente de Corea-Japón y, además, tanto Chile como Uruguay han sido sedes mundialistas e incluso los ‘charrúas’ han ganado dos veces la Copa del Mundo. Así, podría repetirse el “porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”. Tiempo hay de sobra.

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