Tras 17 años de fidelidad a toda prueba, el capitán de los ‘reds’, Steven Gerrard, pasó de niño prodigio del club a embajador viviente del Liverpool. Ayer disputó con 34 años su último partido en Anfield, contra Crystal Palace.

El doloroso fin de carrera del centrocampista, que se apresta a imitar al ícono del glamour, David Beckham, pasando a Los Ángeles Galaxy la próxima temporada, recuerda las dificultades superadas para convertirse, con 708 partidos, en el tercer jugador más utilizado de los ‘reds’ detrás de Ian Gallaghan y Jamie Carragher.

Pero es innegablemente el que habrá dejado la mayor huella en el juego del equipo de la camiseta roja, llevando el brazalete de capitán  durante 12 años.

“Pienso que Gerrard es el mejor”, reconocía así su excompañero Jamie Carragher en 2012. “Dalglish, Souness, Rush (los otros ídolos) jugaban juntos en un equipo inmenso, él no siempre”, añadió.

Antes, había llegado con ocho años al club, justo después del drama de Hillsborough, en el que había muerto su primo de 10 años, una de las 96 víctimas que perecieron en la tribuna.

Con el club del que es hincha (Liverpool), Gerrard ganó casi todo, incluida la Liga de Campeones de Europa en 2005, marcando un gol en una final épica y el título de mejor jugador, salvo la Premier, que siempre se le ha resistido.

Este auténtico ‘scouser’, como se llama a los habitantes de Liverpool, nacido a 10 kilómetros de Anfield, creyó que su hora llegaba en 2014, pero un traspié contra Chelsea, a tres jornadas del final de la liga, le alejó del título.

La eliminación de Inglaterra en primera ronda del Mundial brasileño poco después le forzó a reconocer que se trataba de los “tres peores meses de su vida”.

Pese a sus 114 partidos internacionales, el tercer jugador con más encuentros, no ganó nada con la selección inglesa, con la que disputó tres mundiales y otras tantas eurocopas. Aunque todo había comenzado de forma ideal con un primer tanto espléndido en 2001 cuando golearon a Alemania (5-1).

El resultado final no fue el mejor

El público que llenó el estadio de Anfield no solo fue a ver un partido de fútbol. Su intención fue principalmente despedir a su ídolo: Steven Gerrard. En las gradas la palabra ‘capitán’ se dibujó, así como su número y nombre.

Sus compañeros de Liverpool, y los futbolistas del Crystal Palace le ofrecieron una calle de honor, por donde hizo su ingreso acompañado de sus tres hijas.

En lo futbolístico, el resultado no fue el mejor para la despedida de Gerrard, ya que los visitantes ganaron a los ‘reds’ 3-1. (I)