Unidos somos más, es un principio básico para el convivir humano. Desde los pequeños grupos de nuestros antepasados nómadas, hace 200.000 o 300.000 años, grupos familiares de aproximadamente 30 personas recorrían, para después poblarlos, los amplios territorios deshabitados del planeta. Su supervivencia dependía de la unidad familiar, cada miembro del minúsculo grupo cumplía una función, y una hormona, llamada del amor o de la empatía, impartía bienestar y felicidad a todos, porque cada uno sabía que la vida dependía de que todos coordinadamente desarrollasen la función a ellos encomendada para bien de todos.

Pasaron los tiempos, cientos de miles de años hasta llegar a los días actuales, en la cúspide del desarrollo de la raza humana, en el tercer milenio D.C. Hoy, cuando debería pensarse que los humanos han aprendido la lección de todo el sufrimiento causado por la desunión y los salvajes enfrentamientos a lo largo de nuestra historia, lamentablemente estamos más alejados, confundidos y desorientados que nunca. Alejados de la Madre Naturaleza, hemos construido una sociedad de seres fácilmente manipulables por el marketing político y comercial de la actual sociedad globalizada. Las redes informáticas difunden impunemente miles de falsas noticias que son tomadas por verdaderas por los inconscientes adictos a internet. Así fue como en la ‘Primavera Árabe’, luego de algunas justas protestas políticas, se anarquizó a toda la región del Medio Oriente, en lo que el papa Francisco llama “el inicio de la Tercera Guerra Mundial”. La madura democracia norteamericana, luego de 250 años de práctica, cayó vencida por la guerra fratricida de los infernales tuits basados en denuncias y ataques, en la mayoría de casos, sin fundamento alguno. El Brasil de Dilma, la Argentina de Kirchner y ahora de Macri, el Chile de Bachelet, el Perú de Kuczynski y Fujimori, la Colombia de Santos, la Francia de Hollande, la Alemania de Merkel, la España de Rajoy y Podemos, para solo mencionar unos pocos ejemplos, enfrentan el mayor de los peligros: el del ataque mentiroso, anónimo e irresponsable que puede destruir las bases mismas de la civilización y de la convivencia humana.

Estamos más desunidos que nunca, cada irresponsable se siente un medio de comunicación impune, con derecho a destruir todo lo que esté a su alrededor.

Es hora de reflexionar profundamente el enorme peligro que enfrentamos todos los habitantes de la Tierra, y recordar que solo trabajando juntos, tolerantes, reconociéndonos en el otro, rechazando todo tipo de falsedades y violencia, podremos sanar las heridas e ir construyendo una sociedad más justa, más humana y más libre. Incansablemente hay que buscar reencontrarnos, abrazarnos y saber que un mejor futuro solo es posible en armonía y cooperación. Y que era verdad lo que decían los abuelos de los abuelos a lo largo de los tiempos, que solo unidos somos más. (O)