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El sol nuestro de cada día

El sol nuestro de cada día
20 de junio de 2016 - 00:00 - Freddy Ehlers Zurita

El Sol es una estrella, la más importante para nosotros; tan grande que un 1’300.000 planetas Tierra cabrían en él. Se formó hace 4.660 millones de años y queda a 150 millones de km de distancia de nosotros. Es la principal fuente de energía de la vida. Se pueden establecer mil y una explicaciones científicas sobre su formación y estructura, pero para nosotros, diminutos seres humanos que habitamos el Universo, el Sol ha sido y será siempre motivo de inspiración y adoración, y la poesía, la fuente inagotable para referirse a él. El hermano Sol fue cantado por el Santo de Asís: “Loado seas mi Señor, con todas las criaturas, especialmente el señor hermano sol, el cual es día y por el cual nos alumbras”.

Diógenes, filósofo griego, dice la leyenda, que cuando Alejandro Magno lo encontró y le preguntó, “¿qué puedo hacer yo por ti?”, este simplemente le respondió: “Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol. No necesito nada más”.

El poeta John Donne dice: “Sol, tu edad pide descanso, y ya que tu deber es calentar el mundo, brilla para nosotros y será como estar en todos lados”. Cervantes le dedica uno de sus sonetos: “Y al tiempo cuando el sol se va mostrando por los rosados puertos orientales, con suspiros y acentos desiguales voy la antigua querella renovando”. El otro gigante de la literatura  William Shakespeare, lo relaciona con el amor que “consuela como el sol después de la lluvia”. Y para Pablo Neruda, “a plena luz del sol sucede el día, el día sol, el silencioso sello extendido en los campos del camino”. Jorge Carrera Andrade escribe su historia del Ecuador con el nombre de El Camino del Sol. Federico García Lorca le incluye en uno de sus más hermosos poemas al preguntarse: “¿Qué será de los poetas y de las cosas dormidas que ya nadie las recuerda? ¡Oh sol de las esperanzas! ¡Agua clara! ¡Luna nueva! ¡Corazones de los niños! ¡Almas rudas de las piedras! Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas y todas las rosas son tan blancas como mi pena”.

Es el tiempo del Sol, el solsticio, la gran fiesta del Inti Raymi. El sol brilla en el Ecuador más cerca que en ninguna otra parte del mundo. La celebración, como en los tiempos de nuestra primera historia, es importante para entender el Sumak Kawsay, el Buen Vivir, la armonía del hombre con la naturaleza, consigo mismo y con todas las estrellas del firmamento. (O)

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