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El cosquilleo íntimo, aliado del placer

El cosquilleo íntimo, aliado del placer
27 de julio de 2014 - 00:00 - Andrea Rodríguez

El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír”. Esta célebre frase del director de cine Woody Allen no es del todo acertada para quienes hacen del encuentro sexual una experiencia en la que la risa nunca estará vetada. A través del tickling, las parejas pueden mejorar la capacidad sentir placer y, al mismo tiempo, expandir la sensación del orgasmo.

Hoy, el tickling es considerado como una técnica que conduce al clímax, a través de cosquillas eróticas en zonas sexuales. El método invita a explorar las diferentes partes del cuerpo donde la pareja se estimula más. Aunque parezca un locura, el tickling es solo una muestra de que existen otros caminos para alcanzar placer.

Por esa necesidad de descubrir nuevos estímulos, hay muchas parejas que sin necesidad del contacto genital, experimentan sensaciones placenteras. Alicia Garzón, sexóloga médica, explica que los genitales no son las únicas zonas que dan placer. “Con la estimulación adecuada, es posible tener un orgasmo sin penetración”. De hecho, los juegos previos permiten una amplia exploración del cuerpo de la pareja de una forma que muchos consideran lúdica y excitante. En ese caso, el tickling puede ser considerado un masaje erótico, en el cual se puede utilizar un plumero, un pincel, un cubo de hielo, los bordes de una bufanda e incluso el cabello para desatar la risa, a través de las cosquillas en zonas íntimas. La sexóloga recuerda que hace poco tiempo, uno de sus pacientes experimentó con un pedazo de algodón y, aunque al principio experimentó placer, más tarde tuvo problemas de alergia.

Por eso, sugiere probar con varios objetos. “Para algunos la pluma puede resultar incómoda. Hay otras personas que consideran que utilizar un pincel para practicar tickling es lo máximo”. Para Susana Bermeo, catedrática del Curso Abierto sobre sexualidad de la Universidad Andina Simón Bolívar, el hecho de jugar, a través de las cosquillas o de las caricias suaves —el toque cuántico— es uno de los mejores caminos para disfrutar del encuentro sexual. Asegura que la sexualidad no es solamente un acto, sino la energía que pulsa la vida. “Es la expresión primaria de nuestra capacidad corporal de producir y expandir placer.

Para experimentar nuevas sensaciones, las parejas deben estar dispuestas a romper con los esquemas; a despojarse de los tabúes. Hay quienes aseguran que en la cama los tabúes pesan más que los años. Diana P. se deshizo de ellos y comenzó a experimentar placer, mediante el tickling y otras técnicas sensoriales, desde hace varios meses. Comenta que la idea es identificar las zonas del cuerpo donde se siente mayor gozo. “Hay que disfrutar el proceso, los juegos previos y no obsesionarnos con la meta, el orgasmo. Me pregunto ¿hasta qué punto estamos dispuestos a invertir tiempo y energía en experimentar otro tipo de placer? Durante mucho tiempo no concebía otra forma de disfrute sexual que no fuera el sexo penetrativo. “No fue fácil ni para él ni para mí, porque como se suele decir, cuando no hay penetración no hay gracia. Alguien dijo una vez, es como tomar un Gin-tonic sin ginebra”.

Con la ayuda y la guía de un especialista, esta joven consiguió convencer a su pareja de incluir otras técnicas en su vida sexual.

Alicia Garzón advierte que, con frecuencia, se repiten los errores y los aciertos de las generaciones anteriores. “Aprendimos que el contacto genital debe estar presente para tener placer, pero esta es una verdad incompleta”. A ello se suma la presión social que otorga valor al sexo de ‘alto rendimiento’. “Los hombres se autoexigen y se autopresionan con regularidad. Creen que cuando no hay eyaculación no han hecho nada, lo cual no es cierto, porque lo que experimentan, a través de los sentidos, es diferente”. Las caricias, los susurros, el cosquilleo, el juego amoroso son, con frecuencia, consideradas expresiones que únicamente anteceden el acto sexual, pero no es el fin.

Para la sexóloga, el solo hecho de recurrir a la fantasía sexual y a la evocación de recuerdos eróticos, potencian aún más la capacidad orgásmica, aunque haya quienes lo descalifiquen. De hecho, cuando hay disfunción sexual, la pareja suele descubrir métodos alternativos de coito. Algo similar ocurre con aquellas mujeres que no resisten la penetración (vaginismo). De este modo, al explorar otras formas de disfrute no pierden la capacidad de sentir placer y de vivir su sexualidad a plenitud. Romper con la rutina es un ejercicio de apertura que permite conectarse de manera íntima con la pareja durante el acto de dar y recibir placer.

Susana Bermeo invita a las mujeres a invertir tiempo en el autoconocimiento del cuerpo. “Tenemos que aprender a sentirnos. Hay quienes se guían por el Kamasutra, pero de las 70 y más posiciones existentes, solo 3 permiten que las mujeres alcancen un buen orgasmo”. Con el tantra es diferente, aclara, porque no se trata de una filosofía para tener sexo, sino de una actitud de vida.

Varios especialistas coinciden que son pocas las parejas que disfrutan sus encuentros, sin prisas y presiones. Sobre este tema, un estudio, publicado por la BBC de Londres, reveló que la ansiedad por el rendimiento es una preocupación constante, sobre todo, entre los hombres, quienes se enfocan más en su respuesta eréctil. Por esta razón, es vital explorar otros caminos para conectarse con el otro. En este sentido, plantean la posibilidad de dar y recibir caricias de una forma incondicional.

La búsqueda de nuevas rutas para alcanzar placer es siempre personal y responde a los deseos de cada pareja. Para Alicia Garzón, la clave está en darse el tiempo para mejorar las experiencias sensoriales y conseguir lo que muchos desean: optimizar la vida sexual.

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