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El Telégrafo

Cuando los imanes tocan el cuerpo

La terapia puede durar cerca de una hora. Los imanes se colocan en diferentes partes del cuerpo.
La terapia puede durar cerca de una hora. Los imanes se colocan en diferentes partes del cuerpo.
20 de julio de 2014 - 00:00 - Andrea Rodríguez

No importaba si los efectos se producían al colocarse la pulsera o semanas después. Tarde o temprano el milagro llegaría; solo había que asegurarse de que el brazalete permaneciera en la muñeca. La pulsera magnética prometía curar el reumatismo, como por arte de magia. Si no era esta, eran otras dolencias.

Bastaba que alguien difundiera sus beneficios a los siete vientos para que su eficacia se considerara un hecho irrefutable. Mientras algunos lucían la pulsera por meses, incluso años, otros buscaban evidencias científicas para desmentir el poder de los brazaletes. Después de su auge, varios investigadores desmontaron la farsa: las pulseras no producían efectos positivos ni negativos en la salud.

Más tarde aparecieron otros modelos, más innovadores. Los hermanos Toy y Josh Rodarmel se volvieron famosos por inventar una pulsera con hologramas que, en contacto con el cuerpo, proporcionaría equilibrio, fuerza y flexibilidad. Sus pulseras tuvieron tanta acogida que incluso el jugador Cristiano Ronaldo lució una pulsera holográfica durante un partido de fútbol. Aunque se fueron un fenómeno social, muchos científicos las consideraron un fraude.

Con estos antecedentes, hay razones suficientes para descartar cualquier accesorio magnético, incluso si lo luce el mismo Cristiano Ronaldo. Para quienes han profundizado en el conocimiento del cuerpo humano, no hay razones para desencatarse de las terapias que se basan en campos magnéticos. Irina Andrade es médica y practica la terapia del biomagnetismo desde hace 4 años. “Es verdad que durante mucho tiempo se puso de moda la pulsera, la cobija y hasta el gorro magnético, pero, en realidad, estos objetos no producen ningún efecto en el organismo como muchos creían. En estos temas, hay que tener mucho cuidado con los engaños”.

A través del biomagnetismo, explica, los terapeutas buscan equilibrar el pH de la sangre y de los líquidos del cuerpo que se alteran debido a la presencia de enfermedades infecciosas. En ese caso, el pH cambia: se torna muy ácido o muy alcalino y en esas condiciones los virus, bacterias y hongos que están en nuestro cuerpo proliferan y causan enfermedades.

Andrade explica que el pH del cuerpo puede cambiar por diversas razones, entre ellas, la alimentación, problemas emocionales y el contacto permanente con equipos tecnológicos. “La parte magnética de estos aparatos también influye a nivel celular, al punto de cambiar el pH”.

Para que el biomagnetismo tenga eficacia, se utilizan imanes con una carga superior a los 1.000 gauss (unidad de medida de los campos electromagnéticos).

La aplicación de los imanes, uno positivo y otro negativo, en diferentes partes del cuerpo generan un cambio a nivel bioquímico que neutraliza el pH y la acción de los microorganismos responsables del desequilibrio.

“Los seres humanos somos eléctricos y magnéticos; todas las reacciones químicas que se producen en el cuerpo son eléctricas. Además, las células tienen membranas que funcionan como canales de electricidad. Todo es un circuito”.

En el caso de los seres humanos, la electricidad funciona con iones, es decir, átomos a los que les faltan o sobran electrones. Las células dejan entrar y salir estos iones —y sus electrones—, y así transportan electricidad.

Irina Andrade compara al organismo humano con un cableado de luz: cuando se desconecta en un punto, se apaga en el resto. La función de los imanes es reconectar las partes donde se produjo el apagón.

Aunque la especialista ha conseguido buenos resultados con sus pacientes, es cauta al hablar de las enfermedades que es posible tratar con este método. “Me ha ido muy bien aliviando problemas respiratorios en niños, como amigdalitis, faringitis, otitis. También tuve una paciente con problemas de esterilidad que logró embarazarse, pero hasta hoy no he tenido casos de cáncer”.

Manuel León, terapeuta del centro Biolíder, en Quito, también aplica el biomagnetismo con resultados alentadores. David C. cuenta que su hijo pequeño terminaba hospitalizado cada vez que contraía el virus de la gripe. “Cuando empezaba con los síntomas, se le complicaba al punto de sufrir de bronquitis”.

Desde que el niño empezó a acudir a las sesiones de biomagnetismo su cuadro mejoró y desde hace varios años no conoce la sala de un hospital. León explica que la evaluación comienza cuando el paciente se coloca en la camilla y el terapeuta toma sus pies para juntarlos. Con frecuencia, un pie está más corto que el otro; la diferencia en algunos casos es de solo 1 o 2 centímetros.

Los especialistas pueden determinar si el pH del paciente está más ácido o alcalino, al constatar qué extremidad está más corta. Durante la sesión, el terapeuta nombra, uno a uno, los pares biomagnéticos (órganos, glándulas), como una forma de conectarse con el paciente. A través de este proceso, es posible establecer en qué órgano hay que colocar el imán para que neutralice el pH. El tratamiento es relajante y no es invasivo. Las sesiones duran alrededor de 60 minutos, tiempo en el cual el paciente permanece acostado con los imanes colocados en diferentes partes de su cuerpo.

María Isabel Ayala, de 56 años, se sometió a esta terapia hace 5 años. Sufría de migrañas y en la época de verano, estas se hacían más agudas. “Los dolores eran insoportables, en especial, cuando hacía mucho sol. Me recetaban analgésicos, pero el dolor solía volver”. Su hija le sugirió acudir a la terapia de biomagnetismo y aceptó. En la tercera sesión con los imanes, los dolores desaparecieron por completo y desde entonces no ha vuelto a tomar analgésicos.

TESTIMONIOS

‘Con el biomagnetismo conseguí embarazarme’

Diaña Proaño, periodista.

Acudía con frecuencia al Centro de Biolíder, para tomar clases de yoga. Sabía que en este lugar también aplicaban terapias alternativas, así que cuando comencé a sufrir de quistes de agua en los senos, decidí someterme a la terapia del biomagnetismo. Mi ginecólogo quería extraerlos, pero gracias a este método evite la cirugía. Con la tercera sesión se disolvieron los quistes, mi médico como pudo constatarlo a través del eco.

La eficacia del biomagnetismo me dejó sorprendida. Esta fue una de las razones por las cuales, un tiempo después, decidí acudir nuevamente a este centro. Aunque tenía una hija de 13 años, quería volver a embarazarme, pero no lo conseguía. Me había casado por segunda vez y quería procrear. El ginecólogo me diagnosticó menopausia prematura, un cuadro que me impedía quedar embarazada. Entonces recurrí a la terapia con imanes. Manuel León, mi terapeuta, me indicó que las trompas de falopio estaban tapadas y aplicó los imanes. Al finalizar las sesiones me dijo que estaba lista para concebir. Al poco tiempo me embaracé. Después de las experiencias, recomiendo esta terapia.

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