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Los comerciantes peruanos viajaron 36 horas para vender en Quito

Maribel León (der.) y una de sus compañeras vendieron productos de la selección peruana en el bulevar de la avenida Naciones Unidas, junto al estadio.
Maribel León (der.) y una de sus compañeras vendieron productos de la selección peruana en el bulevar de la avenida Naciones Unidas, junto al estadio.
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El estadio Olímpico Atahualpa de Quito se transformó por momentos en el Nacional de Lima. Los comerciantes peruanos aprovecharon la oportunidad del partido de ayer, entre su selección y la ecuatoriana, y decidieron trasladarse a la capital.

La vecindad de los países facilitó aquello. Al menos unos 30 vendedores peruanos, de ciudades como Lima o Piura, se trasladaron vía terrestre. El recorrido fue de unas 36 horas, para los que salieron desde la capital peruana, pues tomaron un autobús desde Lima hasta Tumbes, en la frontera con Ecuador, y luego un transbordo para tomar otra unidad desde Huaquillas hasta Quito.

Xavier Gálvez, de 38 años, llegó a la capital junto con otros 5 compañeros. Pagó $ 22 para viajar desde su Piura natal hasta la sede del partido, con una pequeña maleta con su ropa diaria y otra más grande con 72 camisetas de la selección peruana, que las ofrecía a $ 10 por unidad.

No era la primera vez que venía a Quito para comerciar su mercadería. Con la de ayer, sumaba ya 3 viajes a Ecuador con ese objetivo; y a pesar de que los resultados deportivos no fueron favorables para su selección, logró una buena inyección económica.

“Quito es hermoso. Me encanta cada vez que vengo. Esta vez sí podré entrar al estadio para apoyar a mi selección y confío en un triunfo con goles de Cristian Cueva y Paolo Guerrero”. Los polos, como se llama a las camisetas en Perú, que más le solicitaban eran precisamente con los nombres de los 2 goleadores que para él marcarían en el estadio Atahualpa.

Cerca suyo, en una de las aceras para acceder al escenario, estaba Princesa Buitrón, de 25 años. A diferencia de Gálvez, para la limeña era la primera vez que viajaba a Quito y lo hizo con un amigo. El objetivo principal era alentar a su selección, pero también ofrecer unos cintillos de color rojo a $ 1.

Su viaje no terminaría después del partido como la mayoría. Ella tenía planeado hacer turismo hasta el viernes, por la serranía y si el tiempo le alcanzaba, visitar las playas en Montañita.

Los pronósticos de que Guerrero y Cueva serían los anotadores se multiplicaban como las camisetas que se comerciaban a lo largo de la avenida Naciones Unidas. Un punto donde se concentraron los aficionados visitantes fue en los exteriores del hotel Sheraton, donde se hospedaron los seleccionados.

Allí apareció José Marín, que parecía una estantería humana, por la cantidad de productos que ofrecía. Además de camisetas tenía bufandas, stickers, gorros, vuvuzelas y banderas. Antes del mediodía aún analizaba si entraba con sus compañeros al estadio, pero sí lo consideraba, pues la reventa vendía hasta en $ 15 la general, que originalmente costaba $ 22.

El movimiento por la mañana estuvo lento; había vendido 20 camisetas de las 80 que trajo desde su país. Nunca se imaginó que la competencia para comerciar fuera de su país se tornara tan intensa, por lo que debía moverse por todo el perímetro del estadio en la búsqueda de sus compatriotas.

No todos podían darse el gusto de quedarse más tiempo en el país. Maribel León llegó la madrugada de ayer a Quito, luego de un viaje de más de 30 horas y debía emprender el retorno ayer por la noche, después del cotejo.

“Es la primera vez que voy a ver a mi selección fuera de Perú, así que estoy muy emocionada. También aproveché para vender unos 20 polos, así que espero que mis compatriotas compren todo hasta antes de entrar al estadio”.

Mientras que Juan Palacios alargará su estancia unas horas más, para poder visitar hoy en la mañana el centro de Quito y por la tarde tomará el bus de regreso. “Me tardé casi 2 días para llegar acá, porque en Huaquillas hubo una demora. Vine con 3 amigos más, con la idea de trabajar y también respaldar a nuestra selección”.

Los aficionados de la selección ‘rojiblanca’ se ubicaron en la general nororiental, donde tuvieron una custodia policial permanente. Algunos vivieron el partido con varias camisetas adicionales, al no poderlas vender en la previa, mientras que otros sin ninguna de ellas y con la alegría de ver a su equipo en otra ciudad sudamericana.

El cansancio por la jornada intensa de la mañana no hizo mella para gritar en el estadio. Ya habría tiempo de descansar en el largo camino de regreso a casa. (I)

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