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Uruguay, Chile, Colombia, Perú, Argentina y Paraguay disputarán los tres cupos directos y uno de repechaje
El último tren a Rusia resume todos los miedos: infierno, purgatorio y paraíso
Buenos Aires.-
La desdicha se posó sobre Argentina y Lionel Messi está a 90 minutos de quedarse sin Mundial. Paraguay sumó una vida más al asestarle a Colombia una derrota inesperada. Chile recuperó el aliento y Uruguay prepara una fiesta en Montevideo.
La clasificatoria sudamericana mostró una vez más que es la más difícil del mundo, porque la decimoséptima y penúltima fecha disputada el jueves transitó por todos los estados que describe La Divina Comedia de Dante Alighieri.
En el purgatorio, expiando los errores de una eliminatoria errática en la que ha tenido a tres entrenadores y apenas ha anotado 16 goles -el segundo promedio más bajo detrás de la eliminada Bolivia-, Argentina es un mar de angustias y preguntas sin respuestas.
Ni con el mejor del mundo moviendo los hilos, la Albiceleste no ha podido edificar 90 minutos a lo largo de 17 partidos que se acerquen a la calidad individual de sus jugadores, codiciados y figuras en sus clubes en Europa.
La Albiceleste está a punto de quedarse sin Mundial. El empate 0-0 que Perú le arrancó de la Bombonera la sacó del quinto lugar -el repechaje con Nueva Zelanda-, y ahora deberá utilizar todos sus caballos de fuerza en Quito ante la eliminada Ecuador para no terminar reducida a cenizas en el infierno.
“Con la convicción de hoy vamos a ganar a Ecuador”, advirtió Sampaoli, aunque el crédito para la ilusión cada vez es menor.
Otros que pueden quemarse
Pero la Argentina de Messi no está sola lamentándose por sus pecados. Colombia, con la derrota 2-1 en Barranquilla ante Paraguay, tiró al cesto de la basura una clasificación servida en bandeja de plata, porque ganaba cuando faltaban 12 minutos y respaldaba su paso a Rusia el empate a cero que estaba a punto de firmarse en Buenos Aires.
Falcao, en racha goleadora en Francia, puso a los ‘cafeteros’ a celebrar a los 78 minutos, pero la fiesta se aguó cuando el ‘Tacuara’ Cardozo empató un minuto antes de que finalizara el partido y Arnaldo Sanabria le dio la vuelta al marcador en el último minuto del tiempo añadido.
La selección ‘cafetera’ arrancó la fecha en la tercera posición y ahora es cuarta, con los mismos 26 puntos de Chile, que le arrebató el lugar luego de una angustiada pero vital victoria de 2-1 ante Ecuador en el estadio Monumental de Santiago para meterse en puestos de clasificación directa tras partir sexto.
“Vamos a seguir peleando”, soltó como grito de guerra Juan Antonio Pizzi, porque sabe muy bien el entrenador de Chile que ante Brasil, el todopoderoso líder del premundial y clasificado a Rusia, será a matar o morir el martes en Sao Paulo.
Después del vino tinto, champán
Uruguay prepara en Montevideo una celebración solo con champán. Y no es para menos: la Celeste se había acostumbrado a ir a las Copas del Mundo de 2002, 2010 y 2014 -perdió la de 2006- sufriendo en el repechaje, pero a Rusia llegará caminando por el paraíso.
Con 28 puntos e igual número de goles anotados -el mejor promedio detrás de los 38 que contabiliza Brasil-, los alumnos del ‘maestro’ Óscar Washington Tabárez quedaron a un empate del Mundial luego del 0-0 ante la colista Venezuela en San Cristóbal. Y todo hace pensar que ese ‘puntico’ lo sumarán sin contratiempos cuando reciban a la eliminada Bolivia en el Centenario.
Si bien el paraíso lucía entre verde y amarillo hace tres jornadas por la sobrada clasificación de Brasil, ahora comienza a tornarse celeste, porque Uruguay va camino a su decimotercera Copa del Mundo.
¿Y habrá lugar para Perú en el paraíso? Es posible. Después de 36 años los ‘incas’ están a punto de volver merecidamente al Mundial. Le robaron un 0-0 a Argentina en la Bombonera, a donde los habían llevado para que se murieran del miedo, y se jugaran ante Colombia en Lima el partido de su vida con el ánimo fortalecido.
Las calles de Perú aún sueñan con el Mundial
Perú esperaba un terremoto en Buenos Aires, pero solo consiguió un temblor, con epicentro en Lima, donde la tierra tembló con el aliento de los hinchas. Las principales plazas del país se tiñeron de blanco y rojo, con banderas y gritos de miles de ciudadanos que anhelan ver a su país en un Mundial.
“Dependemos de nosotros en la última fecha, llegar a una clasificatoria dependiendo de nosotros es importante, es muy valorable”, dijo el jueves el DT de Perú, el argentino Ricardo Gareca, quien durante este proceso creyó y apostó por jóvenes valores, muchos de ellos de equipos humildes, pero con hambre de gol.
En la previa, un periodista argentino llamó al peruano Pedro Gallese “arquero de medio pelo” y fue ese portero que tapó la boca y los gritos de gol argentinos.
“San Pedro (Gallese) es un gran arquero, nos salvó. Ahora vamos a definir nuestra clasificación con Colombia en Lima”, dijo Mónica Dávila a radio RPP, desde la tradicional calle de las Pizzas en el distrito limeño de Miraflores, donde cientos de peruanos se congregan a ver sus duelos deportivos.
“Me preparé para este partido y las cosas me salieron bien”, contó Gallese, quien se había lesionado semanas antes. Lejos de celebrar con euforia, la escuadra ‘inca’ recibió el empate con humildad, una actitud que impacta a los hinchas, que en las últimas décadas se han acostumbrado a un triunfalismo que ha jugado en contra.
La fiebre de un renacido Perú en eliminatorias invadió las principales ciudades con pantallas gigantes para ver el juego. En Lima, la única línea de metro y las estaciones de bus del Metropolitano colapsaron con extensas filas para llegar a tiempo a sus casas y bares para ver el partido por televisión.
“Sí, se puede, sí, se puede”, “Porque yo creo en ti, vamos, vamos, Perú” gritaban los peruanos, mientras sonaban las bocinas de sus autos. El tiro libre que disparó Paolo Guerrero en el último segundo de juego, que finalmente desvió el portero argentino Sergio Romero, arrancó el “ufff...” en las calles.
“¡Gran partido, muchachos! Un último esfuerzo y estamos en Rusia. ¡Arriba Perú!”, escribió en Twitter el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski.
La alegría se contagió desde temprano: hospitales, municipalidades y hasta el embajador de Estados Unidos en Lima se puso la camiseta de Perú para dar su aliento. Indígenas amazónicos se pintaron el rostro de rojo con tinturas naturales y chamanes lanzaban hojas de coca con predicciones de triunfo.
El precio de la camiseta en las calles, que hace algunas semanas se remataban en 2x1, se disparó. Los supermercados se llenaron en busca de bebidas. Era una fiebre que nadie esperó, que nadie imaginó.
La actitud de Perú, acostumbrado por año a derrotas y decepciones, cambió por completo con la llegada de Gareca. Sacrificó ‘vacas sagradas’, como Claudio Pizarro y Juan Vargas, e instauró un compromiso para que los nuevos integrantes murieran peleando en la cancha. Claro que también ayudaron los puntos que perdió Bolivia por alinear irregularmente a un jugador.
La situación no fue fácil para Gareca: un campeonato local pobre, clubes con problemas económicos, desorganización. Pese a ello hizo su tarea: rescató lo mejor que encontró, pese a que en algunos resultados, la prensa ‘especializada’ lo quería crucificar.
Le devolvió a Perú el juego a ras del suelo y armó un cuadro defensivo que no había y que se lució frente a Argentina, desactivando varias bombas de ‘Lio’ Messi, cuyo valor de mercado supera con creces al de toda la selección peruana. (I)
La fiebre de un renacido Perú en eliminatorias volcó a los hinchas a las calles de las principales ciudades del país, donde se colocaron pantallas gigantes. Foto: AFP