Ecuador posee una rica historia que vemos reflejada materialmente en sus múltiples museos, sitios arqueológicos, edificaciones, pero también espiritualmente en sus creencias, costumbres y tradiciones. Precisamente, la relación de estas últimas con la cultura constituye un rasgo distintivo de nuestra sociedad que ha resistido la influencia, a veces avasalladora, de la globalización y el embate de otras culturas.

Complace sobremanera el esfuerzo que las diversas ciudades del país hacen para mantener vivas sus tradiciones, expresadas desde pequeñas manifestaciones artísticas y culinarias hasta las fiestas populares masivas, donde la cultura, el folclor y la sabiduría popular adquieren dimensiones insospechadas, con altas dosis de entrega y creatividad.

Los medios públicos informan con regularidad sobre estos eventos y hasta sus instalaciones llegan representantes de diversos rincones del país para mostrar su riqueza expresada en bailes, vestuarios, ferias y comidas. Por ejemplo, en los últimos días, autoridades de la comunidad de Machachi promocionaron su famoso Paseo del Chagra, una manifestación que, por sus altos valores, integra la lista de los patrimonios culturales inmateriales de Ecuador y que se celebrará este sábado 20 de julio de 2019.

Pero mantener las tradiciones va mucho más allá de un colorido evento, aunque aquello ayuda a preservarlas y desarrollarlas.

Tradición también se llama a los patrones que forman idiosincrasias, de los que hay ejemplos destacados en la historia, como los casos de las culturas egipcia, griega y romana. Mantener intactos ciertos valores a lo largo del tiempo implica un serio esfuerzo que, en ocasiones, algunos asocian a posturas conservadoras. Sin embargo, estudios sociológicos advierten que, además de conservarse -su principal esencia y también su reto-, la tradición debe renovarse e incorporar nuevas expresiones.

Cultivar las tradiciones estimula el sentido de pertenencia con un grupo de personas, aspecto importante en la conformación de nuestra identidad. (O)