La creatividad es el motor del desarrollo personal y la base fundamental en el auge de toda cultura. Cuando en el país contamos con jóvenes que, a través de diferentes manifestaciones artísticas, se abren paso en mundos tan competitivos como la literatura y el cine miramos el futuro con optimismo.

Una joven escritora guayaquileña, Mónica Ojeda, acaba de obtener el premio internacional Prince Claus 2019 Next Generation por su obra literaria calificada de “visionaria” e “innovadora”. En 2018 ya fue considerada como una de las escritoras revelaciones por el influyente Diario El País de España.

Un joven cineasta, Korwin Quiñónez, se ha colocado en el exclusivo grupo de ¡seis finalistas! para el Óscar Estudiantil 2019 con un cortometraje realizado desde la temática LGBTI. Su obra competirá con piezas de autores de países con reconocida tradición cinematográfica como Reino Unido, México, Noruega y Suiza, seleccionados entre 1.600 trabajos.

No es un secreto que, aunque en los últimos años se ha dedicado mayor atención a la cultura, todavía hay que luchar contra criterios que la ven más como un gasto, sin percatarnos de que, como la educación, es una de las mejores inversiones del futuro.

Es significativo que la Ley Orgánica de Cultura haya sido toda una “gesta” que le tomó casi una década a nuestra Asamblea Nacional. El ministro Juan Fernando Velasco dijo, hace casi tres meses, recién posesionado, que una de sus prioridades será lograr su cumplimiento.

El estímulo al desarrollo de los servicios artísticos y culturales ya está en marcha en el país a partir del Decreto Ejecutivo 829. En virtud de esta decisión se benefician, entre otros, servicios de preproducción, producción y postproducción audiovisual, así como otros de la publicación, edición, traducción, impresión y comercialización de libros.

Estos avances permitirán que surjan más jóvenes como Mónica y Korwin, exponentes de un arte que hoy rompe tabúes y que ponen en alto el nombre de Ecuador en el ámbito de la cultura mundial. (O)