Todo crimen es repudiable, pero quitarle a un recién nacido la posibilidad de crecer junto a su madre, de sentir el calor de su pecho y de alimentarse de ella definitivamente exacerba los ánimos hasta del ser más pasivo.

Con tan solo 10 días de nacido, un bebé fue arrancado del lado de su progenitora, una menor de edad, a quien le quitaron la vida para que no impidiera que se llevaran a su hijo y que no reclamara y denunciara posteriormente este caso que ocurrió el miércoles en Guayaquil.

Afortunadamente para la familia del pequeño, la Unidad Antisecuestros y Extorsión (Unase) de la Policía Nacional, actuó de manera eficaz e inmediata y logró recuperar al niño en la ciudad de Cuenca, en poder de una mujer que era conocida de la madre del bebé.

Al parecer, el menor fue requerido por una mujer que perdió a su hijo no nacido a cambio de dinero. Por este caso hay ahora siete personas detenidas y en investigación. Más allá del asesinato con premeditación y del secuestro, está el hecho de cómo hay personas que se envilecen y que por dinero son capaces de quitarle la vida a alguien y robarle a su bebé.

Bien dice el dicho: Caras vemos corazones no sabemos. ¿Cómo se iba a imaginar la víctima que una persona que llegaba a su casa y que era su conocida le iba a arrebatar a su pequeño? ¿Qué pasó en este caso? Las investigaciones lo aclararán.

Pero es preocupante que en esta sociedad, viciada por toda la información chatarra que llega de todas partes a nuestras manos, a través de las redes sociales, las personas no sepan discernir entre lo que puede servir para reconstruir la sociedad y entre lo que la puede terminar de destruir.

Las necesidades no son excusa para delinquir airadamente, sino que deberían ser un aliciente para buscar oportunidades emprendiendo en algún tipo de negocio como los miles que ahora hay en el país. Conseguir dinero fácil a costa de lo que sea, como la violencia, solo genera la destrucción del ser humano como tal. (O)