En 2000, el cineasta peruano Francisco Lombardi estrenó Tinta roja, una película basada en la novela homónima de Alberto Fuguet. La cinta se centraba en la historia de Alfonso (interpretado por Giovanni Ciccia), un estudiante de periodismo que llegaba a hacer una pasantía en un diario sensacionalista llamado El Clamor. Alfonso se desilusiona por ser colocado en la sección de judiciales, y no la de espectáculos, porque creía que en esta última, hablando de libros, cine y teatro desarrollaría sus habilidades como escritor. Pero de pronto descubre que sus crónicas de drogas y asesinatos le resultan una experiencia útil para empezar a escribir su primera novela, y sus compañeros del periódico lo empiezan a llamar ‘Varguitas’, por su admirado paisano Vargas Llosa.

A la profesión del periodista de prensa escrita se la relaciona con la literatura (Queremos tanto a García Márquez, diría Cortázar), y los ejemplos sobran: desde Rodolfo Walsh, Truman Capote, Tom Wolfe y el nuevo periodismo, pasando por los escritores del boom latinoamericano, hasta nuestros cronistas de indias (como les llama la FNPI), como Leila Guerriero, Alberto Salcedo Ramos, Diego Fonseca y no nos alcanzan las líneas para hablar de todo el mundo.

Pero hay otros escritores que se ganaron la vida (de forma perpetua o temporal) ejerciendo trabajos que no tenían nada que ver con las letras, y que de todos modos terminaron siendo grandes plumas de la literatura mundial: desde exitosos vendedores de seguro como Franz Kafka, cuyos jefes deliraban por su trabajo, hasta pintores de brocha gorda como Roberto Arlt, cazadores de ballenas como Herman Melville (¿no era obvio?) o parejas de baile por contrato como Jerome David Salinger.

En Ecuador tenemos también nuestras versiones de autores que trabajan lejos de la pluma, como Hans Behr, un autor de cuentos infantiles y juveniles que durante mucho tiempo trabajó en la industria farmacéutica. Esta edición de CartóNPiedra repasa esos “oficios del oficio” que permiten a los escritores ganarse la vida, y seguir escribiendo.