Qué no daría en esta vida por volver a pararme, por verme de pie? Esa frase cambió la vida de William Endara, un  joven mecánico que conoció a un hombre parapléjico durante un viaje a Puyo (Pastaza).

Aunque no lo volvió a ver, William no dejó de pensar en su impactante historia y asumió como un compromiso personal confeccionar sillas de ruedas que además de permitir que las personas con discapacidad física se movilicen sentadas, tengan la oportunidad de pararse y sentir nuevamente la sensación de verse de pie.

Considera que es importante pensar en la población que sufre paraplejia y cuadriplejia, y no ofrecer únicamente productos en masa, sino una gama personalizada que les permita algún otro tipo de movilidad.

Así que desde 2013 comenzó a diseñar sillas, tuvo que hacerlo en el mismo taller de cerrajería donde trabajaba, con autofinanciación y solo, porque pese a que presentó el proyecto en diversas instituciones, nadie le ofreció apoyo.

Los gastos eran grandes, aun así, no se rindió, tenía un objetivo por cumplir. Trabajó en diversos modelos de sillas, las hizo eléctricas, funcionales, de todos los tipos, pero no se sentía cien por ciento contento con los productos.

Hasta que diseñó el llamado ‘Modelo 10’, que es una silla de ruedas combinada con una funcionalidad que le permite a la persona ponerse de pie y, con la ayuda de alguien, desplazarse.

Ese diseño tiene 2 tipos, uno para rehabilitación y otro para uso diario. La creación de esta silla fue para William el cumplimiento de un objetivo, que le significó 5 premios a escala nacional y varios reconocimientos.

“Las mismas personas que rechazaron mi proyecto luego me llamaron”, aseguró el hombre de 30 años, que pese a no concluir sus estudios universitarios tuvo el ingenio para crear modelos que llamaron la atención, incluso, de grandes empresas.

“Me llamaron de Cuenca, me ofrecieron ser el jefe de producción, con un sueldo de $ 5 mil, pero tuve que rechazar la oferta porque prefiero seguir con mi emprendimiento”, aseguró el latacungueño.

Su sueño no está lejos de cumplirse, pues con el dinero que ganó en concursos y algunos ahorros está levantando su propio taller para la construcción de las sillas. Ya cuenta con el apoyo de seis profesionales de la mecánica con los que labora de 08:00 a 18:00 o en horarios más extendidos de acuerdo con la demanda de pedidos.

William y sus colaboradores hacen un promedio de 10 sillas mensuales, los costos de fabricación rebasan los $ 600 y los precios de venta van de acuerdo a las demandas del cliente, pues son sillas personalizadas, adecuadas a la estatura y peso del cliente.

Mientras se adecua el nuevo taller de William, su trabajo continúa en el mismo lugar donde lo ha hecho por 5 años, junto a la casa de sus padres en el barrio Ashpa Cruz (Latacunga). Unos palos de madera sostienen el techo de zinc sobre un piso de cemento. Ahí permanecen taladros, dobladoras y sueldas. “No tenemos gran tecnología, tenemos talento”, comenta el creador de la marca Sayani que significa “mantente de pie”. (I)

Algo más

El proyecto

William Endara desarrolló el emprendimiento destinado a personas con discapacidad siendo aún estudiante de la Universidad de Cotopaxi.

Cómo contactarlo

Aunque su emprendimiento está en desarrollo, los interesados pueden encontrarlo en Facebook como Sillas Sayani (@sillasayani). 

Dos tipos de sillas

Sayani ofrece dos tipos de sillas, la una para rehabilitación y la otra para uso diario.

Ganador de 5 concursos

Con la construcción de esta silla de ruedas, William Endara ganó cinco  premios a escala nacional y varios reconocimientos. (I)