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Entrevista / ricardo armendáriz / director técnico

“Fue un lujo ver a Maradona en plenitud”

Foto: Miguel Castro/El Telégrafo
Foto: Miguel Castro/El Telégrafo
31 de mayo de 2015 - 00:00 - Elías Vinueza Rojas

“Es mejor dejar el fútbol en lugar de que el fútbol te deje”. Ciertos jugadores, bajo esta premisa, deciden retirarse no tan ‘viejos’ -entre los 30 y los 32 años- y en condiciones en las que periodistas e hinchas aún aclaman su presencia en las canchas.  Prefieren irse por su cuenta y no esperar a que quienes los pedían a gritos luego les señalen la puerta de salida del estadio. El babahoyense Ricardo Armendáriz fue uno de ellos. Tenía 31 años y sus pases en callejón aún lograban el fin deseado: que el delantero se quedara mano a mano con el arquero.

El ‘Bocha’ -apelativo que se ganó porque su juego se asemejaba al de Ricardo Bochini, figura del balompié argentino y de Independiente de Avellaneda- jugaba para Aucas y decidió ponerle fin a su carrera en el último partido del torneo de la serie B en 1985. Se despojaba de los polines cuando entró al camerino el DT colombiano Leonel Montoya para convencerlo de que regresara a Liga (Q), pero ya estaba decidido, no había marcha atrás. “Le agradezco, pero estoy cansado, ya no quiero”, le respondió.

¿Se cansó del fútbol? No. Se cansó de entrenar, de correr, de concentrarse, de viajar, pero siguió vinculado, de casi cualquier forma, al fútbol. Ymeses después de colgar los botines disfrutó de una de las mejores experiencias de su vida... ¡como espectador! Vio la mejor versión de Maradona en el Estadio Azteca, desde los cuartos hasta la final del Mundial de México 1986.

Un 10 talentoso del fútbol ecuatoriano viendo al mejor 10 del mundo, cuéntenos cómo fue esa vivencia. ¿Cómo así decidió ir a disfrutar del Mundial?

Mi primo Jacinto Aspiazu, que era gerente de Fediscos acá, me dijo: “Viajemos a Miami a comprar una máquina impresora de discos, pero antes pasamos por México viendo el Mundial”. Me encantó la idea. Fuimos primero a Guadalajara para el Brasil-Francia, ¡el mejor partido que vi en mi vida, una locura de fútbol! Terminó 1-1 y Brasil perdió en los penales. Y yo, como hincha brasileño que he sido, me quería morir. Para mí se había acabado el Mundial, no quería saber nada más. Fuimos luego a ver el Argentina-Inglaterra, lo vi calentar cerquita a Maradona: pequeño, pero fornido de piernas y tren superior. Cuando comenzó a gambetear a los ingleses no nos imaginamos nunca que terminaría haciendo esa jugada de la que se hablará toda la vida (el 1-0, el mejor gol de los mundiales). En el otro gol no me fijé que fue con la mano. Contra Bélgica y Alemania, igual de extraordinario. Fue un lujo presenciar a Maradona en su plenitud. Fue un mundial hermoso.

Precisamente en ese mundial también estuvo Bochini, pero jugó muy poco porque competía con Maradona y Trobbiani. ¿Qué tanto se parecía su juego al de ese ídolo de Independiente?

Sí, tenía mucha similitud con su estilo, aunque Bochini fue un fenómeno, y yo no, pero el doctor Jorge Vargas (médico de Emelec) me puso ese apodo. Bochini era driblador, tenía visión para meter pases milimétricos por un huequito e hizo grandes delanteros con sus habilitaciones, uno de ellos, Alfaro Moreno. Gracias a Bochini, su equipo lo ganó todo. Con su retiro se acabó la generación dorada de Independiente.  

Ya que estamos hablando de cracks, ¿quién cree que ha sido el mejor futbolista de la historia?

Sin dudas, Pelé. Fue el más completo. Regateaba como Messi o Maradona, remataba como Di Stéfano, con derecha o izquierda... cabeceador, ‘chileneador’ y su pecho era un arma.  

Y el crack del banquillo...

Rinus Michels, por cómo revolucionó el fútbol con su Holanda del 74, fue un equipo maravilloso. Él era un adelantado a la época, le llevaba 20 años de diferencia a todos. El maestro Oswaldo Zubeldía (entrenador argentino de Estudiantes de La Plata) también.  

El fútbol ecuatoriano ha crecido y ya no solo se habla de Spencer, sino también de Álex Aguinaga, Agustín Delgado, Antonio Valencia... ¿Cuál es el mejor jugador ecuatoriano de todos los tiempos?  

Yo me quedo con Alberto Spencer, porque fue un goleador de talla internacional, incluso llegó a reforzar a Uruguay e hizo un gol en Wembley (el estadio más famoso de Inglaterra). Lo vi jugar acá contra Chile, era un maestro. Nadie lo ha superado como líder de goleo de la Copa Libertadores (54 tantos) y parece imposible que alguien lo haga. Fue extraordinario. También lo tuve como profesor, me dirigió en Emelec y se generó una gran amistad, era una excelente persona. Tengo una anécdota con él: me enseñó muchos conceptos del fútbol, cosas interesantes. Me fui a Liga en el año 81 y debuté contra Técnico Universitario, que era dirigido por Alberto. Iban 80 minutos del partido y no pasábamos del 0-0 hasta que saqué un zurdazo y ganamos 1-0. Al final del partido se me acercó y me dijo riéndose: “Cría cuervos y te arrancarán los ojos”.

Se sabe por la prensa local y extranjera que Spencer fue un futbolista excepcional, pero se ha hablado muy poco de él como DT. ¿Como entrenador también fue destacado o solo cumplió?
Tenía un gran preparador físico, Alfredo Estavillo. En esa época, más que directores técnicos, había entrenadores (la preparación se centraba más en lo físico). Hubo dos cosas que me marcaron de él. Decía que cuando un jugador ataca, la pelota es un imán para los defensas, te atrae, pero no es lo único importante, que siempre se  debe estar atento a la pelota y al jugador. Y lo otro que nos mencionaba siempre es que no existe eso de conducir la pelota con la cabeza levantada, sino con cabeza baja, mirando la pelota, pero teniendo claro el panorama, lo que se llama visión periférica. Dos cosas de Spencer que, como DT, ahora predico.

¿Al Spencer entrenador le daba por jugar en las prácticas?

Tuvimos la suerte de verlo en acción en unos picados, tenía la particularidad de receptar la pelota con el borde externo, la paraba, la tocaba y la volvía a buscar, era rapidísimo, una centella. Yo lo vi jugar en Barcelona, tenía un pique demoledor y una definición  fantástica. Ypara cabecear era magnífico, pedía la pelota más baja, más alta, como le llegara le daba.

Un número 10 es el llamado a abrir los candados defensivos del equipo rival para llegar al gol o para facilitárselo a un compañero. ¿Cuál fue la cerradura más compleja?

Pepe Páez, la ‘Estrella’ Páez. Yo creo que no fui tan malo porque él era un jugadorazo y le gané la mitad de los duelos en los clásicos. Fue el mejor jugador que enfrenté, vino de 8, luego fue 5 y terminó de central, hasta de centro delantero lo utilizaron alguna vez. En todos los puestos era extraordinario.

¿Qué características tenía Páez que lo convertían en un gran futbolista?

Tenía una gran técnica, una gran visión del juego y manejaba de excelente forma el panorama. Hacía daño jugando corto o largo, le pegaba bien al balón -que no era de los mejores esa época- y logró hacer de (Washington) el ‘Chanfle’ Muñoz un mejor jugador. Y a mí también me obligó a ser mejor para superarlo.  

Como jugador, usted vivió el Clásico del Astillero desde las dos veredas. ¿Qué definición nos puede dar de ese partido?

Es un partido soñado, nadie se lo quiere perder y se le pone un énfasis especial. Yo sentí la misma emoción de jugar en Emelec o Barcelona, incluso pude hacer goles para ambos equipos. El aliento del público es permanente. Me acuerdo de la gente que iba al Modelo. Se me erizaba la piel al ver a 50.000 hinchas vibrando, más por Barcelona que por Emelec, que fue creciendo con los años.  

¿Tuvo problemas con el miedo escénico en los clásicos o en encuentros decisivos?

Los jugadores sienten nervios y tienen el miedo de dar un mal pase; en mi caso, las mejores actuaciones se dieron en los clásicos. Jugar contra Barcelona fue especial, siempre fue el ‘Ídolo’ y al ‘Ídolo’ uno siempre le quiere ganar. Desde el domingo anterior me preparaba mentalmente para el juego. Soñaba cómo iba a ser, me imaginaba en la cancha y los nervios los convertía en energía positiva para jugar bien.

No solo usted dice que los clásicos son partidos especiales, ¿pero de qué manera los jugadores deben afrontarlos para que esos encuentros sean diferentes a los demás? ¿Es cuestión de garra?

Los clásicos se deben jugar con intensidad y con mucha inteligencia para manejar los ‘tiempos de los partidos’ que a veces son comprometidos porque el otro equipo crece. El fútbol es de circunstancias, en los equipos se alternan los mejores momentos de un partido y uno debe saber manejarlos para hacer daño o no dejarse hacer daño. Hay que jugar con corazón, pero también con cabeza fría porque, si te pasas de revoluciones, puedes salir expulsado y eso, a veces, termina siendo determinante.

Después de ser figura de Emelec durante 7 años llegó a vestir la amarilla, aunque con un paso previo por Liga (Q). ¿Le recriminaron los hinchas azules ese cambio de camiseta?  

No, porque precisamente tuve esa transición en Liga, si hubiese recibido una oferta de Barcelona estando en Emelec no la aceptaba. Soy emelecista, pero cuando jugué para Barcelona fui un barcelonista más. Incluso, cuando hice un gol contra Emelec, me abracé con mis compañeros y lo grité.

¿Cómo eran las hinchadas en esa época? ¿Cuánto han cambiado?

Cuando Emelec hacía un gol una partecita de la general y otros hinchas regados en las otras localidades gritaban, pero cuando el gol era de Barcelona vibraba el estadio. Bien se podía escuchar hasta Pascuales. La hinchada de Emelec ha crecido, pero la de Barcelona, mucho más.

¿Se fue a los golpes con algún compañero o rival por la pasión que genera el fútbol en la cancha?

Con el ‘Chino’ Guayamabe, que jugaba en Barcelona, coincidimos en una selección  juvenil. Yo lo molestaba con que jugaba mejor que él y me dijo que me iba a enseñar quién era en un partido. Bueno, me rompió la nariz en un clásico, me puse bravo y lo insulté a más no poder, pero luego me pidió disculpas y todo quedó ahí.

Como DT tuvo la posibilidad de dirigir a los equipos del Astillero y después solo ha pasado por equipos denominados chicos. ¿Por qué los dirigentes no creen tanto en el entrenador ecuatoriano?

El dirigente es así. Por ejemplo, en el 96 Emelec tenía perdido el año, (Ángel) Castelnoble renunció y don Enrique Ponce me dio el equipo. Quedamos vicecampeones cuando nadie creía en el conjunto, pero al año siguiente Omar Quintana nunca habló conmigo y contrató al ‘Palillo’ (Carlos Torres Garcés). Le iba a pedir al peruano Percy Olivares de refuerzo. En Barcelona, en cambio, estuve unos partidos, eliminamos al Wilsterman en la Copa Libertadores, yo le decía a (Leonardo) Bohrer: “Contrata a Duffer (Alman) de preparador físico y dame una etapa; si no funciono, traes otro DT”, pero no me dio la oportunidad.

Ahora es comentarista radial de fútbol y deja de serlo cuando aparece una oferta para dirigir nuevamente. ¿Desde que condujo a Ferroviarios en 2013 ya no ha sonado el teléfono?

Me llamaron hace unas semanas para ofrecerme un club de la serie B, pero les dije que no, no era el momento para ir a ese equipo, tengo compromisos con la radio (Huancavilca) por la Copa América.

Un equipo que está último...

Así es, pero ahí es más fácil porque uno trabaja bien y no es tan duro subir unos puestos, con llegar al quinto puesto ya quedo como (Carlos) Gardel.

Es cierto que no tomó a Emelec en las mejores condiciones, pero ese plantel contaba con Coronel, Ángel Fernández, Ivo Ron, Carlos Alberto Juárez y Ariel Graziani. ¿Qué necesitaba arreglar si había jugadores de renombre?  

Me tocó debutar en un clásico, con el Monumental lleno y la última práctica que habíamos tenido fue terrible, la peor de mi vida. Emelec tenía problemas porque a los jugadores no les pagaban y no querían entrenar. Fui nervioso a la charla técnica antes del partido, los jugadores me molestaban, bromeaban y se reían porque yo había forjado una gran amistad con todos como asistente técnico. Conforme fui avanzando con mi discurso se fueron poniendo serios, cuando les dije cómo íbamos a ganar les cambió el semblante. Ganamos 1-0 con gol de Graziani un miércoles y la revancha se jugaba el fin de semana en el Modelo. Ahí les dije a los muchachos:“Si les hacemos uno, les marcamos tres”. Así salió (3-0).

¿Está a gusto con el Emelec actual?  

El club ha hecho un proceso con un buen DT (Gustavo Quinteros) y sigue esa huella el ‘profe’ (Omar) De Felippe, cuenta con buenos jugadores y una dirigencia que trabaja bien. Dijo De Felippe: “No es fácil sostener a un jugador bueno”. Y ese es el mérito de la directiva de Emelec, porque todo el mundo quiere a (Ángel) Mena y a Miller (Bolaños) y Neme los aguanta. Hay un equipo competitivo.

Hay jugadores y técnicos que dicen que termina el partido y el resultado se queda en el estadio. ¿Usted es así?  

No. Cuando jugaba y perdía me amargaba, yo era de dormir poco, quedaba excitado y a las 3 o 4 de la madrugada ya me levantaba. Si no conseguíamos buenos resultados pasaba mal hasta el lunes, sea cual fuere el equipo en el que jugara. Pasaba pensando qué había ocurrido y recién el martes cambiaba el chip y me recuperaba.

¿Qué le dio el fútbol que no le han dado otras actividades?  

El reconocimiento de la gente, generar muchos amigos y que se me abran muchas puertas. La fama nunca me mareó, mi círculo me importaba mucho, comer un asado en familia y con allegados, como (los uruguayos) (Nelson) el ‘Pocho’ Moraes y (Héctor) Loureiro. Es bonito reunirse y contar anécdotas, me gustaría juntarme en Quito con la gente de Liga en algún momento. Ojalá se dé.  

Solo obtuvo un título, con Emelec en el 79, ¿no lograr más vueltas olímpicas lo frustró?  

No creo, lo que sí me faltó fue jugar en la selección, solo estuve en preselecciones. En el 81 debieron considerarme porque tuve un gran año, pero no pasé de amistosos. La lucha era difícil porque en esa época brillaban (José) Villafuerte, Polo (Carrera) y (Carlos) Torres Garcés. Ycomo DT me faltó dirigir más tiempo a los equipos grandes, me hubiese gustado tener mejores oportunidades, porque creo que tengo capacidad. En Argentina, el que dirige a Boca y River después no para de dirigir a otros equipos importantes, acá no pasa eso.  

Tiene 61 años, ¿aún tiene físico y ganas para jugar con amigos?  

El año pasado ya me quería retirar, me dolían mucho las rodillas, pero me he recuperado. Algo tenemos por mostrar aún.

¿Se anima a dar un equipo histórico del fútbol ecuatoriano?

Alexander Domínguez; Ulises De la Cruz, Iván Hurtado, Hólger Quiñónez y Luis Capurro; Alfonso Obregón, Édison Méndez, Antonio Valencia, Álex Aguinaga; Agustín Delgado y Alberto Spencer. (I)

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