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Con 68 años, el otrora púgil recuerda su paso por los cuadriláteros

Ángel Sánchez, un ‘Petiso’ con historia grande (VIDEO)

En su vivienda, ubicada en la urbanización La Florida,  Ángel ‘Petiso’ Sánchez tiene un rincón dedicado a los recuerdos de su carrera boxística. Aquí realiza ejercicios con la pera loca.
En su vivienda, ubicada en la urbanización La Florida, Ángel ‘Petiso’ Sánchez tiene un rincón dedicado a los recuerdos de su carrera boxística. Aquí realiza ejercicios con la pera loca.
03 de marzo de 2014 - 00:00 - Por Javier Tamba Guzmán

A su madre le dio un infarto en el bus durante el retorno a Quito, venían desde Santo Domingo.    En el momento de su muerte lo cargaba en brazos. Su hermana Inés evitó que cayera Ángel.

“Mi vida infantil no fue fácil”, dice el exboxeador Ángel ‘Petiso’ Sánchez (68 años), mientras observa las fotografías, recortes de periódico y carteleras que adornan la sala de su casa. La propiedad, ubicada en la urbanización La Florida, en el norte de la capital, es un sitio amplio y agradable. “Comprada con el fruto de las peleas que realicé en mi época dorada”, asevera.

‘Petiso’ no conoció a sus progenitores. Aunque no le aclararon las causas del deceso de su padre (Alejandro Sánchez), quien murió en un accidente cuando ‘Petiso’ tenía 7 meses. Su madre (Aurora Bustos) falleció dos meses después. Su corazón falló en pleno viaje, viaje que para él y su hermana no terminó en la parada del colectivo, sino en un orfanato.
“Mi abuelita (Rosario Sánchez) nos contó que alguna persona nos llevó al orfanato. Ella nos retiró. A mi hermana, de 5 años en ese entonces, la encontró asustada. Desde ahí nos criamos con mamá ‘Charito’”, relata sin terminar de hurgar en los recortes de prensa.

Basta verlo de pie para entender su apodo. No cuesta imaginar la cantidad de veces que su pequeña estatura (1,56 metros) constituyó una ventaja para los adversarios.

“Por eso me especialicé en la pelea corta, cuerpo a cuerpo. Me gustaba golpearlos en el hígado y dejarlos sin respiración”, afirma. Ángel era una ‘fiera’ en el cuadrilátero. Su estilo de pegada lo llevó a colgarse la medalla de oro de los Juegos Bolivarianos en 1965 y a ceñirse la corona sudamericana en 1967.

La presea dorada la conquistó en el peso mosca (112,44 libras), en su etapa amateur. Y el título surcontinental, en la serie gallo (118 libras), en su faceta profesional. Esos son sus mayores logros deportivos, pero no los más importantes de su vida. De reojo observa a Piedad Solá (65 años), su esposa, ella lo ayudó a “enderezar” el camino y a ser lo que es: un padre abnegado, abuelo cariñoso y respetado expúgil.

Trayectoria
- ¿Te acuerdas cómo les pegabas a guambras más grandes que vos? Eras bien peliaringo.

- ¡Fucha! Han pasado tantos años Bolívar.

- Ángel, vos siempre fuiste bueno para pelear. No te quedaba más que hacerte boxeador.

Para comprender los inicios de su carrera, una semana después de visitar su domicilio, ‘Petiso’ invitó a EL TELÉGRAFO a entrevistar a su mejor amigo Bolívar Pazmiño (81 años), el hombre que lo empujó al pugilato.

El punto de encuentro es el puesto 52 del mercado de Santa Clara, localizado en el centro-norte de Quito. En ese sitio, hace 62 años, trabaja vendiendo frutas.

Al ver a ‘Petiso’, Bolívar agita el brazo derecho. Saludan, se abrazan, se estrechan las manos. En muchas ocasiones esas manos trabajaron juntas. Bolívar era el asistente oficial de Sánchez: le vendaba las manos, le calzaba los guantes, le pasaba la toalla y lavaba sus heridas.

También hacía las veces de “contador personal”. ‘Petiso’ le encargaba el dinero que ganaba en las contiendas y se quedaba a celebrar. Bolívar retornaba a casa.

“A mí nunca me gustó el trago, al Ángel sí, en especial el whisky y la cerveza. Tampoco me quedaba cuando llegaban las admiradoras”, dice.

Todo empezó cuando ‘Petiso’ tenía 14 años. Los vecinos del barrio San Roque solían reunirse en el local de futbolines de Bolívar o se juntaban entre las calles Ambato y Barahona, donde no era difícil que los juegos terminaran en riñas.

Aquellas disputas constituyeron los primeros ensayos del futuro peleador. Sánchez se daba puñetazos con chicos más grandes y siempre ganaba. Pazmiño se percató de ese talento y lo convenció de que entrara en el gimnasio Atahualpa, situado en la terraza del Mercado Central.

“Su primer entrenador fue Pepe Bonifaz. Ángel era buen trompón, debía aprovechar esa cualidad”, narra Pazmiño en tanto acomoda los guineos de su estantería.

El siguiente paso de ‘Petiso’ fue cumplir la conscripción. A los 16 años se presentó voluntariamente en el Batallón de Infantería Vencedores, donde impulsaría su trayectoria deportiva, al consagrarse campeón militar de la categoría mosca.

“Después de servir en el Ejército me enrolé en el gimnasio Argentina, ahí conocí a Daniel ‘El Esgrimista’ Guanín, mi verdadero maestro en este arte de pelear”, asevera ‘Petiso’.

A partir de 1962, Sánchez fue seleccionado nacional amateur, período que cerró con éxito en diciembre de 1965 durante los Juegos Bolivarianos que se celebraron en Quito. Ese mes alcanzó el cetro de la división mosca al vencer en la final al peruano Luis Torres.

A partir de ese momento, con la ambición de superar lo hecho, Ángel decidió incursionar en el profesionalismo. Debutó con victoria ante el capitalino Segundo Pérez.

“Este guambra desde chiquito era fajador”, interrumpe don Bolívar. “Me llamó para que lo acompañara, quería a alguien de confianza en su esquina”. Salvo las peleas internacionales, Pazmiño fue el compañero incondicional de ‘Petiso’, quien en medio de la gloria conoció a varios personajes famosos, sin olvidarse de su “pana sanrroqueño”.

“Me hice amigo del cantante Julio Jaramillo. Yo iba a verlo cantar y él iba a verme pelear. También me llevaba con el actor Ernesto Albán y en lo posterior conocí a Carlos Michelena”, rememora el otrora púgil.

En el ‘menú’ vivencial de ‘Petiso’ constan refriegas contra prestigiosas figuras internacionales, por citar algunas: los panameños Enrique ‘Maravilla’ Pinder, Luis Carlos Urrunaga, Adolfo Osses, Carlos Real. Los mexicanos Lorenzo ‘Halimi’ Gutiérrez y Julio Guerrero. Los colombianos Bernardo Caraballo y Álvaro López, el chileno Jaime Silva, el brasileño Waldemiro Pinto, el argentino Enrique Barroso y el nicaragüense Eduardo ‘Ratón’ Mojica.

Su triunfo más sonado se propició el 21 de mayo de 1967 frente a Waldemiro Pinto en la Plaza de Toros Quito. Esto le permitió alzar el campeonato sudamericano del peso gallo. “Aún recuerdo a los aficionados llevándome en hombros y lanzándome flores”, añora.

Un dolor inesperado
Presto a conversar sobre su padre, Patricio (33 años) responde amablemente a la llamada telefónica. Aunque nunca observó terciar a ‘Petiso’ dentro del cuadrilátero, no le faltó oportunidad de verlo pelear en la calle. “Alguna vez se enfrentó a un señor que obstruyó el garaje de la casa con su auto y no salía a retirarlo. En otra forcejeó con los policías por no dejarse revisar la mochila para ingresar al estadio. Pese a su carácter fuerte, nunca agredió a mi mamá y menos a nosotros”, enfatiza.

Pero ese temperamento se derrumbó en diciembre de 2001. Sofía, su segunda hija, murió por mala práctica médica. Tenía 32 años.

Cuando hablamos por teléfono con ‘Petiso’ respecto al tema, traga saliva. Sofía, psicóloga infantil, falleció a causa de una septicemia. La infección atacó su boca, luego de que le extrajeron las cuatro muelas cordales. La intervención se hizo por recomendación de un médico naturista, supuestamente, para curar la artritis de la paciente.

El caso derivó en un juicio. La familia Sánchez-Solá ganó la querella y logró que suspendieran al galeno dos años. Sin embargo, nada compensó la irreparable pérdida.

Esa experiencia de Ángel se suma a las que sintió ante las muertes de su abuela en 1982 y su tío Rafael Minda hace dos años. Minda, suboficial de la FAE, fue quien apoyó económicamente a ‘Mamá Charito’ para que pudiera criar a él y a su hermana. No obstante, Ángel se siente afortunado. Le agradece a Dios por haber puesto en su senda a Piedad, quien lo alejó de los vicios y lo ayudó a administrar el dinero. El periodista Carlos Efraín Machado (+) jamás la perdonó por obligar a ‘Petiso’ a dejar el pugilato.

“Nunca asistí a una pelea. Me angustiaba imaginarlo enfermo o muerto debido a un mal golpe. Por eso, tras el combate contra Urrunaga en 1972, cuando Ángel terminó con el hombro izquierdo dislocado, le puse a escoger entre la familia y el boxeo”, revela Piedad.

Tras analizar el pedido de su cónyuge, ‘Petiso’ se retiró en 1974, después de superar al ecuatoriano Jaime ‘Winnipeg’ Cabrera. En la actualidad, Sánchez lleva una vida tranquila. Subsiste de la pensión vitalicia que le otorga el Estado. Le encanta cuidar a su nieto Matías (10 meses), a quien sueña ver convertido en un gran deportista.

Datos

Alejandro Sánchez, padre de Ángel, era militar. Tenía una finca en Santo Domingo, por lo que cuando murió la propiedad debía pasar a nombre de su esposa e hijos.

Cuando la madre de ‘Petiso’, Aurora Bustos, retornaba de la finca falleció en el viaje a causa de un infarto.

La abuela de Ángel, Rosario Sánchez, recibía una mesualidad por la producción de la finca. Con ese dinero mantenía a sus dos nietos. No obstante, el mensual solo le llegó un año. ‘Petiso’ cuenta que el mayordomo de la finca entró en una disputa legal por el terreno y les ganó el juicio.

El mánager de ‘Petiso’ Sánchez era Numa Pompilio Castro, propietario de la desaparecida radio Cosmopolita y tío político de Piedad Solá, quien se convertiría en esposa del entonces boxeador.

En noviembre de 2013, Piedad Solá y Ángel Sánchez cumplieron 45 años de casados. Sus hijos son Jenny (44 años), Sofía (+), Margarita (39 años) y Patricio (33 años). Tienen 9 nietos, la mayor es Cristina Gutiérrez (23 años) y el menor Matías Sánchez (10 meses).

Sofía, quien falleció en 2001, dejó tres hijos, Cristina, Iván (17 años) y Juan Pablo (15 años). Ángel y Piedad se dedicaron a la crianza de sus nietos.ingún hijo de Ángel se inclinó por el deporte. Quien sí lo hizo fue su nieta Cristina, quien actúa como delantera en el club de fútbol femenino Universidad San Francisco de Quito.

Ángel ‘Petiso’ Sánchez es un ferviente hincha del Aucas. Suele acompañar al equipo ‘oriental’ durante sus presentaciones en el estadio de Chillogallo, ubicado en el sur de la capital ecuatoriana.

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