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Los cuerdos también hablan solos

Los cuerdos también hablan solos
Ilustración: Patricio Mosquera
03 de enero de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Hablar solos es una conducta más habitual de lo que parece. Tan común y tan recurrente que los psiquiatras no se preocupan demasiado, porque en la mayoría de los casos, los soliloquios no están acompañados de comportamientos extraños e incoherentes, como el bamboleo persistente del cuerpo.

Esta práctica casi inconsciente es tan frecuente que las personas la hacen en determinadas situaciones: para recordar un número de teléfono o enumerar las tareas que están pendientes. El hablar solos incluso puede considerarse una herramienta válida de autoaprendizaje utilizada para realizar una suerte de mapeo cognitivo.

Aunque puede considerarse un signo de locura, hablar solos es una necesidad propia del ser humano que puede manifestarse en la infancia y reaparecer en la adultez.

Incluso el hablar para uno mismo puede ser más usual cuando las personas están expuestas a estrés y a tareas muy exigentes.

Para los científicos, esta conducta tiene sus beneficios: estimula el cerebro humano y puede ayudar a otras personas a concentrarse mejor en una tarea determinada.

Esta fue una de las conclusiones de una investigación publicada en la revista Quarterly Journal of Experimental Pyschology.

Para llegar a esta conclusión, se solicitó a un grupo de voluntarios que encontraran diferentes objetos dentro de una habitación.

Los investigadores observaron que las personas que repetían en voz alta el nombre del objeto mientras cumplían con la tarea, conseguían finalizar la prueba en menos tiempo que los demás. Una de las conclusiones de la investigación, reveló que el repetir el nombre del objeto en voz alta, permitía la reactivación de la información visual, lo cual facilitaba la búsqueda.

Yolanda Villacreses Vinueza, psiquiatra, indica que hay personas que expresan pensamientos en voz alta porque es una forma válida para tratar de solucionar una situación. “Hay muchas personas que se encuentran tan estresadas o presionadas por una situación determinada que comienzan a buscar soluciones en voz alta, sin darse cuenta de que hay otras cerca que pueden escucharlas. Están tan sumergidos en su mundo de reflexión que se olvidan de las normas de privacidad”. Por esta razón ‒precisa la especialista‒ es importante que quienes se habituaron a mantener soliloquios sepan que hay momentos más adecuados, lejos de la presencia de otros, para hacerlo.

“Cuando las personas hablan solas en la calle, es probable que los otros crean que no está en sus cabales y seguramente llamará la atención. Por eso, es conveniente evitarlo, porque no estamos tomando en cuenta lo que es o no prudente, lo que es adecuado y lo que no”.

Villacreses explica, además, que hay personas que hablan solas en su habitación o en lugares donde nadie las puede escuchar. Aunque es un hábito que no revela problemas psicológicos, cuando esta conducta se repite todos los días y más de una vez al día puede requerir la ayuda de un especialista. “Si esta forma de hablar es frecuente puede convertirse en una enfermedad”, explica.

Es usual que las personas que rodean al que habla solo piensen que su conducta es una clara manifestación de un trastorno mental, al menos no hasta que compruebe que la persona lleva un manos libres para hablar por celular.

Para Yolanda Villacreses este tipo de conductas se da, en especial, en personas que se quedan solas y necesitan desahogarse, comunicar o expresar algo que les molesta, pero no por ello debe asumirse como un efecto de la soledad, sino como un “síntoma” del aislamiento temporal que se produce bajo determinados estímulos ambientales.

De acuerdo con un estudio desarrollado por Henry Quesada, psicólogo de conducta, es necesario dejar claro que los soliloquios pueden darse como consecuencia de privaciones de contacto humano o aislamientos prolongados, alteración bioquímicas, traumatismos, enfermedades o tumores en determinados puntos del cerebro, principalmente, si estos están localizados en las áreas responsables del lenguaje.

Se ha documentado que algunas enfermedades mentales, entre las que se destacan la esquizofrenia, la psicosis o el trastorno bipolar pueden llegar a producir soliloquios.

En esos casos, deben tomarse en cuenta la dificultad de manejar la información recibida del medio ambiente, es decir, la capacidad de estar y reaccionar ante la realidad se ve ensombrecida, como lo señala Quezada.

Al menos durante los estados de manía de las personas bipolares, en las fases activa de la esquizofrenia y la psicosis, o incluso durante períodos en que el sujeto se encuentra bajo los efectos de algunos psicotrópicos, no es extraño que los soliloquios reaccionen a alucinaciones auditivas, o incluso a cierto tipo de ideas y pensamientos delirantes.

Por ello debe tenerse en cuenta que es necesario consultar a un especialista.

El soliloquio durante la infancia

El niño que utiliza el soliloquio en pocas ocasiones le habla realmente a un amigo imaginario, en realidad hablan solos. Si esto ocurre tampoco debe catalogarse como un trastorno mental. No es inusual escuchar conversaciones de niños con amigos imaginarios.

Para muchos especialistas, el soliloquio en la niñez es sobre todo un juego y un aprendizaje, basado en la repetición de palabras nuevas que promueven la asimilación y la práctica. El habla privada, según un artículo publicado en el diario La Jornada de México forma parte fundamental del desarrollo cognoscitivo de todos los niños.

Los soliloquios infantiles, al parecer, se remontan a los orígenes del lenguaje y son vitales para ayudar a los niños a controlar su comportamiento y a adquirir nuevas habilidades.

“Hablar solos supone para los niños dirigir su propio comportamiento, desenvolverse en situaciones desacostumbradas y adquirir nuevas habilidades. Cuando un niño se enfrenta a una tarea nueva recitará en voz alta los aspectos del problema que le resultan complejos. Cuando van ganando en capacidad, el habla privada se convierte en murmuración inaudible. Cuando ya se han ejercitado las operaciones cognitivas necesarias para la realización de esta tarea, el niño piensa las palabras en voz baja”, señala un artículo publicado por el profesor español Andrés León Mallorquín.

En los niños y niñas sin problemas de aprendizaje identificados, las conversaciones a solas se van interiorizando de manera progresiva con la edad. Además, los niños con habilidades intelectuales más altas parecen interiorizarlos antes. Mientras estas conversaciones se van transformando en un nivel de razonamiento superior, van disminuyendo y el niño empieza a pensar en vez de formular en voz alta sus pensamientos, como lo señala un artículo publicado en el diario The New York Times.

Para Diego Chiriboga, psicólogo ecuatoriano, la mayoría de las ocasiones, el hábito de hablar solos responde, principalmente, a un diálogo interior. “Todas las personas en algún momento de nuestras vidas hablamos solas y está bien. Se convierte en una enfermedad (patología) en el momento en que se asocia a otros síntomas, por ejemplo, cuando la persona asegura escuchar voces, ver personas que no están presentes para los demás y se comportan de una manera diferente”. Cuando esta situación -precisa Chiriboga- es repetitiva y frecuente, se podría afirmar que la persona puede padecer una enfermedad.

Hay casos, en los cuales las personas que perdieron a un ser querido, buscan el momento propicio para estar a solas y hablar con él o la persona fallecida, porque es una manera de desahogarse.

Según Chiriboga, el mantener un ‘diálogo’ con alguien que ya dejó este mundo puede ser parte de una terapia psicológica que contempla diálogos con personas que amamos y que ya murieron.

“Se produce un fenómeno de catarsis, en el cual las personas están en capacidad de manifestar diferentes emociones, como pena, ira, impotencia, sentimientos de culpa. De alguna manera, aprenden a canalizar esas emociones, como el familiar fallecido como si él estuviera presente y eso es posible con ese diálogo que, en realidad, es un hablar a solas”.

Aunque se han desarrollado varias investigaciones sobre el tema, las funciones de las conversaciones en solitario no se han estudiado bien.

La experiencia común sugiere que los adultos continúan hablándose a sí mismos cuando están solos y se enfrentan a tareas nuevas o difíciles.

Julio Bobes, catedrático de psiquiatría de la Universidad de Oviedo, en España, en un artículo publicado en la revista Consumer, afirma que “no debemos preocuparnos por contarnos cosas a nosotros mismos, salvo porque socialmente no está bien visto.

A su juicio, hablar es tan humano, que todo el mundo puede experimentar en algún momento de su vida contestar a discursos que tiene dentro de su aparato psíquico, e insiste en que solo los prejuicios sociales y una “supuesta anomalía” en esta conducta hacen que una de las funciones propias del ser humano no esté completamente aceptada. “Cuando alguien habla a solas no siempre es porque tiene problemas o trastornos mentales, sino que todo el mundo en algún momento responde en voz alta a estímulos internos”, puntualiza el catedrático.

Si bien el habla privada no es una muestra de locura, cuando las situaciones son muy repetitivas y están fuera de contexto, los especialistas recomiendan la asistencia de un médico. En muchos casos, las personas deben someterse a un tratamiento con fármacos antipsicóticos, que son eficaces y hacen desaparecer estos diálogos.

Lenguaje

Este hablar con uno mismo también es considerado como “discurso interno”, y resulta beneficioso para organizar los pensamientos.

El lenguaje es una de las herramientas más poderosas del pensamiento, ya que provee de categorías y que nos ayudan a simplificar y estructurar experiencias complejas.

Hay estudios que revelan que los soliloquios permiten que los pensamientos prevalezcan en el tiempo. Es decir, ayudan a nuestra memoria a mantener los componentes del pensamiento en la mente.

Al hablar solas, las personas, sienten que tienen más facilidad para cumplir sus metas, porque centran su atención, refuerzan el mensaje, controlan sus emociones y, además, ponen sus proyectos en perspectiva y se motivan a lograrlos.

ESPECIALISTA

“Los niños utilizan este recurso para resolver dificultades”

Es necesario diferenciar entre las personas que tienen una esquizofrenia y hablan solas o personas con depresiones severas y, por supuesto, aquellas que solo recurren a la habla privada como un mecanismo para recordar, por ejemplo, donde colocó las llaves del auto o donde dejó el teléfono celular.

Hay personas que cuando están tristes y deprimidas hablan consigo mismas, como una manera de autoconsolarse o desahogarse. Mientras no interfiera con su vida no hay por qué preocuparse. El problema surge cuando surgen pensamientos negativos de tanto hablar solos. Hay casos en que estos pensamientos pueden derivar en ganas de suicidarse. También hay que decir que el mantener soliloquios es muy común en los menores de 7 años y es un recurso muy utilizado para resolver ciertas dificultades. Llega un momento en que los niños crecen y dejan de mantener este hábito, porque interiorizan el habla.

Paula Vernimmen, médica psiquiatra.

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