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La relación con la suegra no siempre es fácil

La relación con la suegra no siempre es fácil
14 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción de7en7

Las suegras, esos personajes arquetípicos, no siempre han gozado de popularidad y la razón parece sencilla: al estar pendientes de sus hijos o hijas, terminan por opinar de temas que solo le atañen a la pareja. Aunque se las ha calificado de entrometidas, controladoras, imprudentes y conflictivas, hay suegras y suegras.

Según la psicoterapeuta Alicia Moreno, en la familia quien está más presente en la vida de los hijos es la madre y a muchas de ellas les resulta difícil compartir al hijo o a la hija, a quienes han cuidado y educado durante tantos años.

“Hay que recalcar que entre madre e hijo se da una relación de sobreprotección que no se da con las hijas”, puntualiza la psicoterapeuta.

Desde el campo de las constelaciones familiares también se ha analizado esta relación.

En ese sentido, se dice que suegros, yernos y nueras forman parte también de la constelación familiar, y para que todo fluya, cada uno debe estar en su sitio. El alemán Bert Hellinger, filósofo, teólogo, pedagogo, apuesta por los órdenes del amor, es decir, por dar importancia al lugar que cada uno ocupa dentro de la constelación, que es el sistema familiar.

Para que las relaciones fluyan, la nuera no debe ‘destronar’ a la madre ni esta debe entrometerse entre su hijo y su esposa. Como señala Hellinger, en el orden del amor hay jerarquías que es necesario considerar, si se quiere mantener intacto el sentido de pertenencia y una sana compensación entre el dar y en el recibir. Según un artículo publicado en The New York Times, el problema real en la pareja no empieza cuando la suegra ‘ataca’ por primera vez, si no cuando el hijo o la hija dejan que ella lo haga.

También ocurre que el suegro, la suegra o ambos presentan una conducta de ‘recelo’ respecto de la pareja de su hijo o hija, que les lleva a considerar a la otra parte como un extraño cuya presencia se tolera, pero no es digno de ser considerado como uno de la familia.

La psicóloga ecuatoriana Lucía Noboa explica que los problemas surgen cuando la suegra se inmiscuye, como autoridad, en asuntos de pareja. Incluso —dice— a veces subestiman a la nuera frente a su marido y a sus nietos. También hay algunas suegras que están convencidas que su nuera no era la mejor mujer para su hijo y se encargan de hacerle la vida imposible. Cuando la nuera no pone límites —comenta Noboa— los problemas pueden agravarse al punto de comprometer la relación entre la pareja. La psicóloga indica que cuando la relación es insostenible, es mejor guardar distancia y procurar visitar a la suegra solo cuando es estrictamente necesario.

En ocasiones, también recomienda ponerse en lugar de ella y tratar de comprender su comportamiento. “Las nueras no tienen por qué buscar la aprobación de su suegra, porque son personas diferentes, así que solo hay que mantener una relación de muto respeto”. La especialista comenta que entre la nuera y la suegra no siempre existe empatía, y si ese es el caso —dice— lo mejor es tratar de mantener una relación diplomática.

A Sandra O. le cuesta mucho estar con su suegra, sobre todo si se quedan a solas por mucho tiempo, porque siempre tiene algún comentario malintencionado contra ella.

Para evitar enfrentamientos o discusiones, Sandra prefiere quedarse callada y cambiar de tema de conversación, pero en una ocasión decidió contárselo a su esposo y lo único que logró fue que este se ponga a favor de su madre.

“Una vez mi suegra se refirió a mi apariencia física. Aunque mi esposo insistió en que ella no tenía ninguna mala intención, me pareció que su comentario estaba fuera del lugar. Me dijo que tenía que maquillarme más y ponerme aretes”.

Para Noboa, cuando un hijo decide convivir con una mujer y formar una familia, la suegra tiene que ser consciente de que la situación familiar ha cambiado: ella ya no es la dueña de la casa en la que vive su hijo, ahora ese lugar lo ocupa la pareja de este.

Cuando los psicólogos hablan de fijar límites, se refieren a dar a los padres unas pautas. Lo más probable es que al principio no les guste o se enojen, pero si se hace con respeto, sin agresividad pero con firmeza, pronto entenderán o aceptarán las nuevas reglas familiares.

Hace solo unas décadas, a la suegra se le tenía miedo y, en especial, recelo. Ahora muchas de las relaciones son de amistad, señala Hilda Levy, psicóloga y autora del libro Suegra, nueras y cuñadas.

Las suegras asisten a cursos, salen con amigas, tienen una vida social activa y están más actualizadas. Ya no es tan importante la casa y la comida, como sucedía en generaciones pasadas. La suegra reconoce en su nuera a una mujer que, además de ser madre, también trabaja y tiene una carrera, y aplaude que no solo se dedique a la crianza de sus hijos.

El esfuerzo por llevarse bien está repartido entre las 2 partes, porque ambas son más conscientes de que una mala relación puede afectar, y arruinar, la relación entre marido y mujer. La relación entre nuera y suegra o entre yerno y suegra no es un juego de poderes. Para que las cosas funcionen hay que hacer puentes, no destruirlos.

Para Alicia Moreno, lo mejor es guardar silencio ante comentarios que consideramos hirientes, porque si le hacemos notar a nuestra suegra que dijo algo indebido, ella se sentirá ofendida y dirá que no tuvo la intención. Lo más probable es que se resienta y que la relación empeore. Por eso, cree que lo más conveniente es ser pacientes y tolerantes. Lucía Noboa considera que siempre hay fórmulas para lidiar con una suegra difícil. Una opción es pensar en ella como si fuera solo una conocida y no como la ‘otra madre’, porque con ella es un poco difícil tener la confianza que le tenemos a la mamá.

Si el conflicto es imposible de evitar, lo mejor es seguir adelante y responder con honestidad, sugiere la psicóloga, quien es partidaria de mantener una relación distante con la suegra cuando no hay confianza. No es necesario ser grosero, pero sí firme y diplomático.

Hay psicólogos que señalan que el problema se intensifica cuando los lazos entre madre e hijo han sido muy intensos por tratarse de ser hijo único o cuando no existe el padre en el hogar. En esos casos, es más difícil aceptar a la nuera y llevar una buena relación con ella. (ARB)

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