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¿Hasta cuándo dar el pecho a los hijos?

¿Hasta cuándo dar el pecho a los hijos?
30 de julio de 2016 - 00:00 - Verónica Endara

La lactancia materna es recomendada máximo hasta los 2 años. Pasado ese tiempo, no le suministra al menor los nutrientes necesarios para su desarrollo, más bien, le quita el hambre y evita que el niño consuma otro tipo de alimentos.

Así lo afirma el pediatra Marcelo Meza, quien agrega que la lactancia materna exclusiva debe ser hasta los 6 meses, posteriormente, el niño debe ingerir poco a poco otros alimentos. De este modo los niños van disminuyendo la cantidad de leche que ingieren y aumentan el consumo de comida. De ahí que muchos de ellos dejen el pecho de su madre en su primer año de vida.

La leche materna, que contiene proteínas, carbohidratos y grasas, es fundamental para el desarrollo del recién nacido. A través de la lactancia la madre le transmite a su hijo anticuerpos y defensas, algo que ninguna leche artificial hace. 

Al principio, la lecha materna es  inmadura, amarilla, oscura y con mayor cantidad de grasa. A medida que la leche madura, se hace blanca hasta quedar transparente.

El niño crece y aumentan sus necesidades nutricionales, a la par, la leche va perdiendo su componente calórico; la leche vieja o madura no mantiene la misma energía que la inicial. Por eso es indispensable que el niño coma otros alimentos desde los 6 meses.

El factor indispensable para que la madre siga produciendo lecha es que el niño lacte. Si no hay este estímulo, no se produce la leche.

“La succión es un mecanismo de inducción que llega hasta el cerebro, activa las hormonas necesarias —la prolactina— que van directo a las glándulas galactóforas que tienen las mujeres en el pecho para producir leche”, explica Meza.

La cantidad de leche producida depende de cada mujer, incluso de la tranquilidad que tenga mientras da el pecho.   

De acuerdo con el especialista, la lactancia prolongada se trataría tan solo de una mala costumbre de las madres, pues muchas de ellas le dan el pecho al menor para que no llore o se duerma. Pero el problema es que pasados los 2 años del niño, la leche prácticamente es solo agua y no provee nutrientes; si el menor solo consume leche y no otros alimentos, deja de crecer y carece de vitaminas y proteínas.       

La lactancia prolongada no solo afecta en el ámbito físico, sino en el ámbito psicológico y emocional. De acuerdo con la psicóloga Carolina Espinosa, directora del centro psicoterapéutico Ansuz, la lactancia, además de alimentar al recién nacido, cumple una función primordial: crear vínculos afectivos entre  madre e hijo.

En la etapa oral, que es en los primeros meses de vida, los niños se relacionan con el mundo con su boca, con la succión, y su primer mundo es su madre. De ahí que la etapa oral es un período de dependencia de la madre. Pero, si no es bien llevada esta fase de lactancia —como dar el pecho al niño para que no llore para que se duerma o a penas se despierta —le puede generar posteriormente problemas psicológicos al menor.

Según la especialista, psíquicamente, a partir del año, el niño necesita empezar la etapa de primera maduración, que es la de desvinculación de la madre. Desde lo psicológico, lo adecuado es que la lactancia sea hasta el año de vida, tal vez unos meses más, dependiendo de cada niño, pero no sobrepasar los 2 años.

Además, por lo general, desde el año de vida, el menor  empieza a caminar, lo que psicológicamente le trae muchos beneficios porque le da la posibilidad de sentirse a sí mismo y empezar a estructurar un ‘yo’ definiendo lo que le gusta y no le gusta, empiezan a aparecer las características propias de quién es como ser humano. El problema radica en que si el menor sigue lactando alarga la etapa de oralidad y dependencia a la madre y retrasa el inicio de las nuevas etapas de su vida. 

“El niño debe romper el cordón que le tiene ligado a la mamá y la forma de hacerlo es soltando el seno, si sigue lactando, el niño va a continuar unido a la madre, va a querer dormir con el seno, va a querer seguir tocándolo para sentirse tranquilo”, dice Meza.

De acuerdo con Espinosa, a partir de los 4 o 5 años, el menor inicia una etapa de desarrollo psíquico-sexual, se empieza a dar cuenta de las diferencias genitales entre los sexos.

A partir de los 3 años —comenta la especialista—, cuando el menor tiene más conciencia de su cuerpo, se le debe explicar los límites y restricciones entre el cuerpo suyo, el de su madre y el de los demás. Si esto no se cumple más adelante tendrá conflictos.

“El niño que sigue lactando no tiene límites y los va a trasladar a otros ámbitos, podría empezar a tocar a sus compañeros o a mostrar sus genitales en público. Además, son niños que tienden a ser agresivos o tímidos, se van a los extremos, no hay el desarrollo psíquico normal”, dice Espinosa. 

La lactancia perpetúa los lazos entre madre e hijo, y este sentirá la necesidad de la presencia de su madre para sentir seguridad, si ella no está, tienden a buscar a otras personas para aferrarse y vivirán siempre con este conflicto.

Muchas veces son las madres las que buscan mantener estos vínculos con sus hijos por lo que se niegan a cortar la lactancia. Pero, según Espinosa, se deben considerar todos los daños que se le causa al niño a lo largo de su vida.

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