"El acceso a la música no garantiza que se valore"

Hace dos décadas, un melómano proveniente de Imbabura creó un programa radial que influyó en el gusto musical de dos generaciones. Hugo Beltrán Reyes había llegado a Quito con una colección de rock y metal que difundía en frecuencia modulada con comentarios que le fueron forjando un lugar en la memoria de quienes han adoptado las melodías de guitarras eléctricas como parte de su vida.

De 1996 a 2003, año en que falleció, Beltrán mantuvo el Programa La Zona del Metal en las radios Impacto, Planeta, Xs y La Luna. En esta última estación, los conductores Andrea Zumárraga, Araceli Rea y Santiago Parra le dieron continuidad al proyecto hasta 2012. De allí, pasaron a Radio Pública de Ecuador, que se transmite a escala nacional, y se despidieron de forma momentánea luego de emitir su programa a través de Distrito FM.

Durante 3 años, su ausencia en el éter radiofónico hizo que acumularan la nueva música que nunca dejaron de coleccionar sin que esta pueda llegar a sus radioescuchas. “El virus de la radio no te abandona”, dice Zumárraga, cuya afición por el anime japonés la llevó a descubrir y difundir al grupo X Japan y a bautizar a bandas del ‘país del sol naciente’ como “sushi metal”.

“Metal amarillo, azul y rojo”

Hugo Beltrán sabía que el género musical en el que se especializó no tenía un espacio en los medios de comunicación pese a la demanda de muchos aficionados y al trabajo duro de sus protagonistas. Dos compilados con el nombre de su programa (‘La Zona del Metal’ I y II) “son pilares en la escena nacional”, dice Santiago Parra, “esas canciones se convirtieron en clásicos a partir de que salieron, antes eran poco difundidas y hasta ahora son parte fundamental del movimiento”.

Dos discos adicionales (‘La Zona del Metal’ III y IV) fueron producidos por el programa y Andrea Zumárraga coincide con Parra en que la dificultad de conseguir la música antes de que pudiera descargarse de internet hacía que muchos escuchas la valoraran más que ahora. “No sé si antes la escena estaba compuesta por menos personas, pero éramos más fieles”, dice Parra, y por eso cree que antes los conciertos tenían una asistencia fija.

“La Zona del Metal apalancó a muchas bandas nacionales en sus inicios y, de alguna forma, eso motivó que varios productores empezaran a creer en las bandas. Trajeron grupos de fuera del país y les dieron un empujoncito a las nacionales”, explica Andrea, quien fue testigo del crecimiento de conciertos ocurridos durante el primer lustro de este siglo y gracias a los cuales grupos como los europeos HammerFall, Mägo de Oz o Helloween debutaron en el país. “En esa época también salieron varios programas y medios escritos (La Zona del Metal tuvo 4 ediciones impresas) que han desaparecido”, recuerda Parra, quien dirigió el programa de radio Metal Ópera y la revista Headbangers.

El segmento ‘Metal amarillo, azul y rojo’ le daba un lugar especial al rock de factura nacional dentro de La Zona del Metal antes de que se pusieran en marcha iniciativas como “la ley del 1x1”, la cual establece que al menos el 50% de la música emitida desde las estaciones de radio locales corresponda a contenidos musicales producidos, compuestos, interpretados y ejecutados en Ecuador.

“Se trataba de levantar una bandera y decir que aquí somos capaces de hacer música al nivel de afuera -dice Andrea-, hacía falta autogestión, queríamos diferenciar un espacio en que le dedicábamos el tiempo que se merece a la escena nacional. El show está para eso”.

Más allá de las fronteras

El rock ruso, japonés y finlandés fue difundido en La Zona del Metal al igual que el de otros países. Pese a que el género en el que se especializa el programa tiene pocas industrias definidas en el mundo, grupos como Apust, Loudness o Sonata Artica llegaron a oídos ecuatorianos gracias a la búsqueda de este conjunto de radialistas metaleros.

“Queríamos aportar en el desarrollo de un oído musical, en eso ayudó que somos coleccionistas y que amamos los discos”, dice Andrea Zumárraga mientras Santiago Parra concluye: “ahora, que miles de personas tienen acceso a la música, el programa puede ayudar a catalogar y valorar ciertas bandas, como en una conversación. El acceso masivo a la música no siempre garantiza que esta se valore”. (I)