Bailarines de la ciudad colombiana de Barranquilla  trajeron este jueves toda la alegría de su Carnaval, uno de los más famosos del  Caribe a capital donde sus habitantes  recibieron atónitos y con aplausos los impresionantes movimientos de  caderas de los danzantes.
 Este espectáculo aterriza en Quito  en el marco de diferentes eventos que se están realizando durante todo  el año, porque este  2011 es la Capital  latinoamericana de la cultura.
 En poco más de una hora, los  treinta bailarines y músicos, mostraron a los quiteños un resumen de lo  que es el Carnaval en Barranquilla, donde dura varios días.
 "Van a vivir el Carnaval en una noche", explicó la actual reina de esta festividad en Barranquilla, Andrea Jaramillo.
 En el caso de esta ciudad, la festividad gira en torno del Dios de la  burla y la locura, Momo, así como de Joselito, un hombre que se pasa  todo el día de juerga, por lo que al final del Carnaval muere de tanto  jolgorio y es sepultado por las viudas alegres.
 La actuación, como manda la tradición, empezó con el pregón de la reina, quien  ordenó que "Ecuador y Colombia estrechen más sus lazos".
 Después mujeres con una colorida minifalda con volantes y hombres con  trajes azules y dorados y una máscara de elefante saltaron en el  escenario.
 La actuación se realizó en la plaza del Teatro, una  de las más emblemáticas de la ciudad, donde espectadores y curiosos  miraban atentamente los movimientos imposibles de estos bailarines, que  agitaban sus cuerpos al ritmo de dos maracas, dos "djembes", un tipo de  tambor africano que se toca con las manos, y los vocalistas, que sus  cantos parecían un instrumento más.
 Luego pasaron a una  canción tradicional de guerra del Congo, pero que en la letra se  reclamaba a los libertadores colombianos "Bolívar, Córdoba, Nariño,  Santander, que desde pequeños aprendieron a su tierra defender".
 Todo el espectáculo fue un reclamo de las raíces y la esencia de los  colombianos, pues la bandera de ese país apareció varias veces en el  escenario y sus colores se podían ver a menudo en los vestidos e incluso  en unos cinturones que vistieron los bailarines.
 La mismísima  Colombia subió al escenario, un hombre vestido con un traje inspirado  en el siglo XVII, con un corsé dorado y en los volantes de la falda  resplandecían el amarillo, azul y rojo, los colores de la bandera.
 Como en cada Carnaval, no faltó "el desfile de las flores", donde la  reina y otras mujeres van subidas encima de una carroza, pero en esta  ocasión se subieron en los hombros de los hombres, mientras saludaban al  público.
 Para Jaramillo, el Carnaval está repleto de "tradición, cultura y raíces" de la ciudad.
 "Está influenciado por los españoles, por los africanos, por los  indígenas y nos muestra de dónde venimos y también hacia dónde va  nuestra cultura, porque la alegría de los barranquilleros hacen del  Carnaval un show sin igual en el mundo", dijo Jaramillo.
 Precisamente, eso fue todo el espectáculo, un reclamo de las propias  raíces, sobre todo, la africana, pues abundaron los sonidos tribales y  las percusiones de ese país.
 Trajes inspirados en los de los  flamencos españoles, otros de tradición africana e indígena vistieron a  los bailarines, que en cada canción se adornaban para la ocasión.
 Mientras tanto, bajo el escenario en el público unos miraban atónito  el espectáculo, sin pestañear, otros movían su cuerpo tímidamente al  ritmo del compás y los colombianos destacaban entre la multitud porque  bailaban eufóricos.
 Entre las canciones más aplaudidas  estuvieron la cumbia, género típico de Colombia, "la Pollera Colorá" y  "Mapalé", también de ese país pero con toques muy africanos.
 En esta última canción, tanto los hombres como mujeres menearon sus  caderas y mostraron las raíces de los sensuales movimientos de la famosa  cantante Shakira, también de Barranquilla.
 Al final apareció Joselito, con un par de copas de más y, como era de suponer, murió y provocó el llanto de la reina.
 Jaramillo resaltó que vinieron al país "para compartir toda la  alegría del Carnaval" con los quiteños, quienes miraron asombrados los  impresionantes vestidos, los espectaculares bailes, rieron con los  toques de humor de la actuación y, sobre todo, aplaudieron mucho a los  artistas. 
