Apenas dos días después de poner en marcha su Gran Hermano casero, el artista y disidente chino Ai Weiwei, en régimen de libertad vigilada desde el pasado junio, tuvo que apagar las cámaras que había instalado en su casa, a instancias de las autoridades chinas, dijo este jueves a Efe.
"Recibí la orden de apagarlas, pero no me han dado ninguna  explicación de por qué", declaró Ai a Efe por teléfono desde su estudio  del barrio pequinés de Caochangdi, donde están reagrupadas las galerías  artísticas de vanguardia y en el que hacía menos de 48 horas había  colocado varias cámaras para que los internautas siguiesen su vida en  directo.
 Ai insistía hoy en que la exposición de su intimidad  suponía un "regalo al público", pero también una ofrenda a la "seguridad  pública", en mención a las quince cámaras de las autoridades del  régimen comunista que cercan su finca y siguen, día a día, sus  movimientos.
 El artista, famoso entre otras cosas por su  colaboración para la construcción del estadio olímpico de Pekín, afirmó  no estar "ni triste, ni contento" con el resultado de su orwelliana  iniciativa, y tampoco se aventuró a anunciar cuál será su próximo  movimiento en el pulso que mantiene con las autoridades desde hace un  año.
 Ai permaneció detenido durante 81 días sin cargos entre  abril y junio de 2011, y fue acusado posteriormente por las autoridades  chinas de evadir más de 2 millones de dólares de la compañía en la que  trabaja, multa que pudo afrontar gracias a las donaciones de más de  30.000 compatriotas.
 Y es que, cuando Ai encendió las cámaras  el pasado día 3, se cumplía un año de su detención, del inicio de un  tira y afloja entre el disidente -uno de los más conocidos fuera de las  fronteras chinas- y el gobierno de Pekín.
 No es casualidad que  Ai utilizara el espacio cibernético para reivindicarse, ya que se trata  de una tendencia entre la sociedad china más joven que inquieta al  gobierno de Pekín desde que el pasado año se promoviesen revueltas a  través de las redes a imitación de las árabes.
 El último paso  contra la libertad de expresión ocurrió el pasado sábado, cuando el  gobierno anunció el cierre de 16 páginas webs, censuró dos populares  redes sociales y detuvo a seis personas en relación con la divulgación  de rumores que apuntaban a un posible golpe de estado en China.
 Esta operación de "limpieza" de los contenidos "perjudiciales" en internet,  llamada "Brisa de Primavera" por la policía, se ha saldado en el mes de  marzo con la detención de un millar de personas acusados de distintos  tipos de delitos informáticos.
 Precisamente a través de  Twitter, bloqueada por China y sólo accesible mediante la contratación  de un servidor externo, Ai se despedía de la vida en directo: "Adiós a  todos los voyeurs", anunciaba en su cuenta, "hace cuatro minutos las  cámaras han sido desconectadas".
 Pero Ai no parece estar solo  en la pugna por la liberalización del espacio virtual, ya que la rama  china del movimiento global Anonymous atacó en los últimos días cientos  de páginas gubernamentales del país, dejando mensajes en los que pide a  los internautas que se "levanten contra la tiranía".
